CAPÍTULO 15 - VUELTA A LA RUTINA

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La 58 expedición fuera de los muros comenzó tres semanas después de la llegada de Erwin Smith. Tiempo más que suficiente para que Mike terminara de recuperarse de sus heridas y la tropa estuviera ansiosa por salir del cuartel. Para unos cadetes que se habían estrenado de la peor manera posible en el Cuerpo de Exploración tiempo de ocio era lo último que se les podía pedir. Más aún cuando, a diferencia de aquellas primeras expediciones en las que Erwin todavía no había desarrollado su sistema de exploración de larga distancia y las bajas eran cuantiosas, ahora las posibilidades de sobrevivir eran bastante más altas. No solo tenían con ellos a los mejores del ejército, con el Capitán Levi a la cabeza y Mikasa Ackerman siguiéndole de cerca, sino que también contaban con un muchacho capaz de convertirse en titán si la cosa se complicaba demasiado.

Se podría decir que los ánimos estaban por las nubes.

Se notaba en la propia formación, mientras esperaban a que el Comandante diera la orden de avanzar una vez se abrieran las puertas. Ese era un instante emocionante y trascendental que quedaba marcado en la vida de los soldados con cada una de las expediciones.

Hoy no había tanto miedo. Ya fuera porque habían superado ese trágico instante en el que dejan de temer por sus vidas y solo piensan en el objetivo final o porque haber sobrevivido a las anteriores misiones les había dado más confianza, ya no había gestos de preocupación o incluso pánico. A cambio había sonrisas contenidas y un brillo de emoción que cualquier que les viera desde fuera sabiendo a lo que estaban a punto de enfrentarse solo habría calificado de locura.

Porque había que estar locos para salir ahí fuera y encima hacerlo con esos ánimos.

Encabezando el grupo, el Comandante Erwin Smith mantenía la posición de firmes a lomos de su caballo. Dio las últimas órdenes para recordar a los jefes de destacamento cuál sería la dirección a tomar y se giró para mirar a sus hombres de frente.

Había seguido esa misma rutina en todas las expediciones que había dirigido. Y en todas y cada una de ellas el sentimiento era el mismo: orgullo hacia todos y cada uno de los valerosos soldados que le acompañaban, dispuestos a entregar sus vidas y sus corazones para llevar a la humanidad a la victoria.

Viéndose ahora allí, mirando uno a uno a los camaradas más veteranos, acompañados de los recién llegados al cuerpo, no entendía cómo había podido aguantar tanto tiempo dentro del cuartel.

Él era y siempre sería un soldado. Un hombre de acción. Por mucho que tuviera una mente brillante para la estrategia y muchos le hubieran aconsejado que se dedicara a la política, sabía que tan pronto como pusiera un pie en la Capital una parte de él moriría. Su sitio estaba justo ahí, al frente de sus hombres. Y tal vez les estaba dirigiendo hacia una muerte segura, pero al menos estaba con ellos, poniendo todo su ser y todo su corazón en esa nueva batalla que estaba a punto de librar la humanidad.

Erwin no cambiaría eso por nada del mundo.

Tras él la inmensa puerta comenzó a elevarse poco a poco. Los caballos relincharon, ansiosos por galopar. Los soldados miraban al frente, desafiantes ante lo que quiera que fuera que les estaba esperando.

Había llegado la hora.

- Hoy el Cuerpo de Exploración da un paso más hacia la libertad –el Comandante gritó con todas sus fuerzas para que hasta el último soldado le oyera-. Las derrotas sufridas nos han demostrado que la guerra será larga pero que la victoria finalmente será nuestra. En pocos meses hemos aprendido más sobre los titanes que en cien años de oscurantismo. Es hora de tomar todo ese conocimiento para asestar un nuevo golpe a nuestros enemigos. Demostrarles que la raza humana no va a rendirse y que no pararemos hasta alcanzar la victoria.

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