CAPÍTULO 23 - SUSURROS

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Despertó de un modo incluso más placentero a como lo había hecho unas horas atrás. Aunque la temperatura había bajado, siendo ya de noche, el muro de calor que tenía a su espalda le estaba manteniendo a la temperatura perfecta. Y por si eso fuera poco unos sensuales labios estaban besando su hombro y cuello, consiguiendo que Levi volviera al mundo de los vivos con una sensación de paz que jamás había experimentado. Dudaba mucho que existiera un cielo, como aseguraba la Orden de los Muros, pero apostaba a que tenía que ser muy parecido a lo que ahora estaba experimentando.

- ¿Ya has despertado? –preguntó Erwin en su oído. Había recuperado ese tono más cordial y amigable que solo usaba con su círculo más cercano, tan diferente al empleado para dar órdenes. Y aunque a Levi le encantaba ese Erwin tan mandón, especialmente cuando estaban en la cama, tenía que reconocer que su lado más tierno tampoco estaba mal.

- Estoy en ello –gruñó, moviéndose lo justo para que Erwin siguiera con la lluvia de besos, sin muchas intenciones de dar media vuelta para al menos mirarle.

Al Comandante no le importó. Para ser sinceros, le encantaba tener a un Levi tan apacible entre sus brazos. Sin dejar de besarle colocó una mano sobre su estómago para acercarle todo lo posible a su cuerpo y que estuvieran completamente pegados.

Levi no se quejó por estar siendo tratado como un muñeco, pues mientras siguiera besándole podía moverle a su antojo tanto como quisiera... hasta que se dio cuenta de un importante detalle.

Abrió los ojos de par en par, ya completamente despierto, y miró por encima de su hombro a una de las zonas en la que sus cuerpos se estaban rozando. Más en concreto, a la impresionante erección de Erwin que se estaba clavando en su culo.

- Eh. ¿Se puede saber qué estás haciendo? –preguntó, entrecerrando los ojos.

Erwin adoraba esa mirada de superioridad en su Capitán. En ese sentido los dos estaban igual de enfermos. Aunque ahora no tenía muy claro a qué venía esa miradita de perdonavidas cuando él no estaba haciendo:

- Nada.

- Exacto. –Dio media vuelta para quedar de frente al Comandante y de paso restregarse un poco contra ese miembro que seguía sin hacer nada-. ¿Tienes previsto cambiar la situación en algún momento?

El Comandante gimió ante el sensual roce, maravillado por la facilidad de Levi para convertirle en un saco tembloroso de piel y huesos. Permitió por unos segundos que ese exquisito roce continuara, hasta que quiso acompañar esa agradable sensación con otra igual de placentera: la de los labios de Levi, que besó con calma.

Al principio el Capitán se dejó hacer, más preocupado por terminar de excitar a Erwin para que se moviera de una vez. Más en concreto, para que se moviera dentro de su culo, increíblemente necesitado tras semanas de sequía.

Jamás habría imaginado que llegara a echar tanto de menos el cuerpo de Erwin. Pero desde las primeras veces en las que se acostaron, cuando todavía no estaban del todo claros los términos de su pacto, no había pasado tanto tiempo sin que probaran el uno el cuerpo del otro. La espera se le estaba haciendo eterna.

Pero cuando los gemidos de Erwin no aumentaron de ritmo ni de intensidad, señal de que por él podrían pasarse toda la noche haciendo eso, el Capitán tuvo que tomar cartas sobre el asunto.

Se apartó de los labios de Erwin, en parte satisfecho cuando este soltó un quejido lastimero, y le miró fijamente a los ojos.

- ¿Se puede saber qué te pasa?

- Nada.

Chasqueó la lengua y le regaló una de esas miradas de desagrado que cualquier soldado temería, pero a las que Erwin tenía especial cariño:

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