CAPÍTULO 22 - CONSECUENCIAS

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Levi despertó en su cama. Apenas entraba luz por la ventana, lo que indicaba que era bastante tarde. Y se sentía más descansado que nunca, incluso perezoso, señal de que había dormido durante mucho tiempo seguido. Tal vez más tiempo que nunca desde que entrara en el Cuerpo de Exploración.

No obstante, como se había ganado con creces aquel descanso se estiró un poco más en la cama con la firme intención de seguir disfrutando de su recompensa.

La sensación de relax desapareció tan pronto como fue consciente del cuerpo que había a su lado.

Muy despacio coló la mano bajo la almohada, donde siempre guardaba su cuchillo, pero antes de que pudiera sacarlo una enorme mano le sujetó de la muñeca. Y cuando ya estaba preparando el golpe para defenderse otra mano le sujetó del hombro y le dio media vuelta, quedando tumbado de espaldas.

Se encontró entonces con un Erwin Smith tan desnudo como el día en que nació, además de radiante y lleno de gozo porque había conseguido atrapar al Capitán Levi.

- ¿Es que quieres morir? –gruñó Levi, soltando la empuñadura del cuchillo.

- Es interesante que seas tú quien diga eso –murmuró, haciendo más presión sobre la muñeca.

- No te alegres tanto –chasqueó la lengua-. Si me has cogido desprevenido solo es porque acababa de despertar.

- Entonces ¿lo de esta tarde que ha sido? –preguntó con cierto retintín-. Voy a empezar a pensar que te sientes más cómodo de lo que dices cuando te llevo en brazos a la cama.

- Por tu propio bien espero que nadie haya visto eso –dijo, sibilino, mostrando una mirada fiera para que quedara claro que eso no era una broma-. ¿Es que no piensas soltarme?

- Me lo estoy planteando –bromeó Erwin, acercándose a su rostro para que sus labios se rozaran, pero sin iniciar ningún beso-. Siempre es un aliciente tenerte a mi merced.

- Ya veo –gruñó Levi para disimular la frustración cuando el Comandante se alejó de sus labios-. Si lo que buscas es una cuerda para atarme en el armario tengo mi equipo de repuesto.

La idea de tener a Levi bien quieto para que pudiera hacer lo que quisiera con él se le antojó de lo más interesante. Y tal vez eso sería justo lo que estaría haciendo si horas atrás ese mismo hombre no se hubiera desmoronado ante él.

Después de aquello, Erwin no quería volver a su rutina de siempre.

Si entonces le había visto temblar de rabia y dolor, ahora quería que lo hiciera por otros motivos mucho más agradables.

- Creo que eso no será necesario –dijo finalmente, soltando la muñeca para subir hasta la mano del Capitán y entrelazar sus dedos.

Levi no se dio cuenta de lo que estaba haciendo, más concentrado en esos ojos azules que le estaban devorando y en esa boca que hizo exactamente lo mismo con sus labios.

Aunque Erwin le besó muy lentamente, disfrutando de ese sabor único, la necesidad de probar sus labios después de tanto tiempo quedó clara cuando el Comandante puso todo su ser en ese beso. Apretando con más fuerza de la necesaria y consciente de que eso era justo lo que Levi necesitaba: pruebas de que estaba con él, a salvo.

Tan pronto como sus bocas se unieron el Capitán gimió en la del Comandante. Un gemido que era tanto de ganas porque solo ahora se daba cuenta de lo mucho que había echado de menos aquellos labios, como de deseo. Y ese deseo aumentó cuando, con sus dedos todavía entrelazados, Erwin recorrió con la mano libre su pecho, estómago y cadera, dejando sinuosas caricias en su piel y sintiéndose poderoso cuando el simple roce de sus dedos era suficiente para que la piel de su Capitán se erizara y le regalara nuevos gemidos, vertidos directamente en su boca.

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