el otro enamorado de D

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Si Lisa hubiera podido oír lo que las compañeras decían de Sandara Park, su ídolo, se habría arrancado los ojos. En cuanto las soltaron,Lisa salió corriendo hacia uno de los pasillos a hacer una llamada. Su hermano Ji yong iba a alucinar en colores cuando se lo dijera.

—¿Si? —respondió Ji yong a la tercera llamada.Estaba en la esquina de la Setenta y Siete, fumándose un cigarrillo. Entrecerraba sus ojos castaño oscuro, intentando protegerlos del brillante sol de octubre. A Ji yong no le iba el sol. Se pasaba la mayor parte del tiempo en su habitación, leyendo morbosa poesía existencialista sobre el amargo sino del ser humano. Estaba pálido, llevaba el pelo desgreñado y era delgado como una estrella de rock.

El existencialismo te quita el apetito.

—¿Adivina quién ha vuelto? —oyó Ji yong que le decía su hermana menor, excitada.

Al igual que Ji  yong, Lisa era un poco solitaria y cuando  necesitaba hablar con alguien, siempre le llamaba. Fue ella quien compró los móviles para los dos.

—Lisa, no puedes esperar... —comenzó a decir Ji yong, irritado como sólo suelen estar los hermanos mayores.

—¡No G-dragon, es Sandara Park! —le interrumpió Lisa—. Dara ha vuelto a la institución. La acabo de ver. ¿No te parece increíble?

Ji yong vio cómo rodaba una tapa de plástico por la acera. Sentía los calcetines húmedos dentro de sus Hush Puppies de ante marrón.

Sandara Park. Le dio una larga chupada al Camel. Le temblaban tanto las manos que casi no se lo pudo meter en la boca.

—¿G-Dragon? —chilló su hermana por el móvil—. ¿Me oyes? ¿Has oído? Dara ha vuelto. Sandara Park.

Ji yong contuvo la respiración un segundo.

—Sí, te he oído —dijo, simulando indiferencia—. ¿Y qué?

—¿Y qué? —repitió Lisa con incredulidad—. Bien, vale, como si no te hubiera dado un paro cardíaco. Eres un imbécil.

—No, en serio —dijo Ji yong, enfadado—. ¿Para qué  me llamas? ¿Y a mí qué más me da?

Lisa lanzó un suspiro. Qué plasta era Ji yong. ¿Por qué no podía estar contento por una vez en la vida? Estaba harta de que se las diera de poeta pálido, triste y ensimismado.

—Bien —dijo— no te he dicho nada. Hasta luego.

Cortó y Ji  yong volvió a meterse el móvil en el bolsillo de sus desteñidos pantalones negros de pana rayada. Sacó un paquete de tabaco del bolsillo trasero y encendió un cigarrillo con la colilla del que estaba fumando. Se quemó la uña, pero ni siquiera se dio cuenta de ello.

Sandara Park.

Se habían conocido en una fiesta. No, eso no era verdad. Ji yong la había visto en una fiesta, su fiesta, la única que  había hecho en el piso de su familia en la Noventa y Nueve.

Fue cuando estaba en octavo, en el mes de abril. La fiesta había sido idea de Lisa y les había dado permiso su padre, Kwon Young Hwan, un célebre editor retirado a quien también le gustaban las fiestas. Había publicado a poetas de la generación beat poco conocidos. Su madre se había marchado a Busan hacía unos años para "centrarse en su arte". Ji yong invitó a toda su clase y les dijo que invitaran a quien quisieran. Se presentaron más de cien chicos y  Young Hwan se ocupó de que no faltara la cerveza, que servía de un barril en el cuarto de baño. Muchos de ellos se emborracharon por primera vez. Fue la mejor fiesta a la que había asistido Ji yong, aunque quedaba mal que lo dijera. No por la bebida, sino porque Sandara Park se encontraba allí. Le daba igual que ella se emborrachara y acabara participando en un estúpido juego de beber en el que decían verbos en latín y luego le tenían que besar a un tipo el estómago lleno de dibujos hechos con rotulador. Ji yong no podía quitarle los ojos de encima.

GOSSIPGIRL1:Cosas De ChicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora