Taemin recibe una e-vitación

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Durante los seis minutos del intervalo entre el timbre que indicaba el final de Latín y el que marcaba el inicio de Gimnasia, Taemin se metía a hurtadillas en la sala de ordenadores del Colegio. Todos los miércoles, Jennie y él se habían acostumbrado a mandarse por e-mail una rápida notita de amor (Bueno, había sido idea de Jennie) que les ayudara a superar el resto de la semana. Faltaban sólo dos días hasta el fin de semana y podrían pasar juntos todo el tiempo que quisieran.

Pero hoy Taemin ni siquiera pensaba en Jennie. Quería saber qué tal le iba a Dara. La noche anterior ella le había dejado un mensaje en el contestador mientras él estaba viendo un partido  con sus amigos. Su voz le había parecido triste y muy lejana, aunque ella vivía a manzana y media de distancia. Taemin nunca la había oído tan deprimida. ¿Y desde cuándo se iba Sandara Park a la cama pronto?

Taemin se sentó frente a uno de los PCs encendidos. Pinchó la ventana de "Correo Nuevo" y le mandó a Dara un mensaje a su antigua dirección. No sabía si lo miraría, pero valía la pena intentarlo. 

Luego abrió su correo. Sorpresa, sorpresa, había un e-mail de Jennie. No hablaban desde la cena de la madre de ella, hacía dos noches.

Jennie:

Querido Taemin: 

Te echo de menos. El lunes por la noche iba a ser muy especial. Antes de que nos interrumpieran tenía pensado hacer algo que hace mucho que venimos retrasando. Estoy segura de que sabes a lo que me refiero. Supongo que no era el momento adecuado. Quería decirte que estoy preparada para hacerlo. No estaba preparada antes, pero ahora lo estoy. Mi madre se va el viernes y quiero que te quedes a dormir. 

Te quiero. Llámame.

Jennie.

Taemin leyó el e-mail de Jennie dos veces y luego lo cerró para no verlo más. Estaban a miércoles. ¿Sería posible que llegaran hasta el viernes sin que Jennie se enterara de lo que había pasado entre Dara y él, aunque las dos fueran íntimas amigas y se lo contaran todo? Lo más probable era que no. ¿Y Min Yoongi? No era precisamente el rey de los secretos. 

Tae frotó sus hermosos ojos con fuerza. Daba igual cómo se entere Jennie, de todos modos estaba bien jodido. Intentó pensar en un plan, pero lo único que se le ocurrió fue esperar a ver qué pasaba cuando valla a casa de Jennie el viernes. No tenía sentido ponerse nervioso ahora. 


En aquel momento se abrió la puerta y Park Jimin asomó la cabeza. 

—¡Oye, Tae, pasamos de ir a Gimnasia! ¿Te vienes al parque a jugar al fútbol? 

Sonó el segundo timbre. De todos modos, Nate llegaría tarde a Gimnasia, y después era la hora de la comida. Saltarse la clase le pareció una buena idea. 

—Vale —dijo—. Espera un segundo. —Pinchó en el e-mail de Jennie y lo mandó a la papelera de reciclaje—. Listo —dijo, poniéndose de pie—. Vamos.

 ¡Pero por favor! Si realmente la quisiera, lo habría respondido o al menos guardado, ¿no? 

Era un soleado día de octubre en Seúl. Los árboles que rodeaban el prado eran una llamarada de amarillos, naranjas y rojos, y por detrás de ellos se asomaban los hermosos edificios de la ciudad. Un tipo vendía hierba y Jin le compró un poco para añadirla a la que Taemin había cogido en la pizzería el día anterior. Taemin, Jimin, Jin y ChanYeol comenzaron a pasarse un enorme porro mientras regateaban con un balón de fútbol sobre el césped. 

Chanyeol le dio una fumada al porro y se lo pasó a Jimin. Taemin le tiró el balón y Chanyeol se tropezó y cayó. Medía más de un metro ochenta y orejas grandes. Le llamaban Dumbo. Jin corrió hacia la pelota, siempre atlético aunque estuviera fumado, le dio un puntapié y la dirigió a Jimin. Jimin la recibió contra el pecho y dejó que cayera al suelo para regatear con ella entre los pies.


—-Ah, qué fuerte es esta cosa —dijo, subiéndose los pantalones. Siempre se le caían de las estrechas caderas, por mucho que se ajustase el cinturón. 

—Sí —dijo Taemin—. Me ha dejado K.O. —Le picaban los pies. Se sentía como si el césped le creciera a través de las suelas de las deportivas. 

—Oye, Tae —dijo Jimin, deteniendo el balón—. ¿Ya has visto a Sandara Park? —le preguntó—. He oído que ha vuelto. 

Taemin miró al balón como deseando poder regatear con él hacia el otro lado del campo simulando que no había oído la pregunta de Jimin. Sentía que los otros tres chicos le miraban. Se agachó y se quitó la deportiva del pie izquierdo para poder rascarse la planta del pie. Joder, cómo le picaba. 

—Sí —dijo— la vi el lunes. —Simuló indiferencia mientras saltaba sobre un pie. 

—¿Qué tal estaba? —preguntó Chanyeol, tras carraspear y escupir en el césped—. He oído que se metió en un montón de problemas por allá. 

—Yo también —dijo Jin añadiendo más leña al fuego—. He oído que la echaron por montárselo con un montón de chicos en su habitación. Su compañera la delató—rió—. Zorra, podría haber pagado la habitación de un hotel. 

—He oído que tuvo un niño —rió Chanyeol—. De verdad. Lo tuvo en Francia y lo dejó allí. Sus padres pagan para que lo críen en un convento francés. Como en las pelis, panas. 

Taemin no podía creer lo que oía. Dejó caer la zapatilla y se sentó en el césped. Luego se quitó la otra zapatilla y los dos calcetines. No dijo nada, sólo se quedó allí, descalzo, rascándose los pies. 

—¿Te imaginas a Dara con todos esos tipos en su habitación? En plan: "¡Más, quiero más, ooooohhhh!" —dijo Jimin. Se tiró en el césped, frotándose el estómago y riendo histéricamente—. ¡Qué fuerte!

—Me pregunto si sabrá quién es el padre —dijo Jin. 

—Oí que se había montado una movida seria de drogas —dijo Chanyeol—. Estaba traficando y cogió adicción a la mierda que vendía. Estuvo en una clínica en Suiza todo el verano. Después de que naciera el bebé, supongo. 

—Tú te acostaste con ella, ¿verdad, Tae? —dijo Chanyeol

—¿De dónde has sacado eso? —preguntó Taemin, frunciendo el ceño.

—No lo sé, pana—sonrió Chanyeol, meneando la cabeza—. De por ahí. ¿Qué más da? Está buenísima. 

—Sí, bueno, he estado con algunas mejores —dijo Taemin, y se arrepintió inmediatamente. ¿De qué mierda hablaba? 

—Sí, Jennie también está buena, supongo —dijo Chanyeol. 

—Apuesto a que se pone como una leona en la cama —dijo Jimin. 

—¡Miren, se cansa de sólo pensarlo! —dijo Jin, señalando a Taemin y lanzando una estridente carcajada

Taemin se rió y sacudió la cabeza, intentando que se le descolgaran las palabras de los oídos. Se echó hacia atrás en el césped y se quedó mirando el despejado cielo azul. Si echaba la cabeza más atrás, podía ver los tejados de los áticos, incluyendo los de Dara y Jennie. Bajó el mentón para ver el cielo azul otra vez. Estaba tan fumado que no podía concentrarse en lo que decían. Cerró los oídos a las voces de sus amigos e intentó poner la mente en blanco, tan despejada y azul como el cielo. Pero no pudo borrar las imágenes de Dara y Jennie flotando desnudas. "Tú sabes que me adoras", le decían. Taemin sonrió y cerró los ojos. 

GOSSIPGIRL1:Cosas De ChicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora