Rehén

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-Sala de los menesteres-

-Estamos muertos-dijo James Sirius totalmente agitado-. Mi padre me matará, yo conozco muy bien su carácter... El... Estoy muerto-se dejo caer al suelo.

Teddy era el que más tenía miedo, los castigos de su padre eran duraderos.

-Debemos mantener la calma-les dijo a sus primos-. Solo esperemos que la rabia se les pase, no pueden estar todo el tiempo enojados ¿Verdad?

-Mi padre lo olvidara rápido-dijo Rose-. En menos de ocho horas estará normal. Pero tú padre no y lo sabes muy bien, Teddy. 

El peli azul no pudo evitar darle la razón, Remus nunca olvidaba una travesura, incluso durmió afuera de la casa de varios amigos esperándolo.

-Hay que salir por momentos para espiar-habló Scorpions-. Usemos disfraces, nunca nos reconocerán, si vemos que están calmados salimos, si siguen enojados pues... Nos quedamos a dormir aquí. 

-Creo que Teddy puede hacer eso-dijo James Sirius-. Si se cambia el color de piel, ojos y cabello, nadie podrá reconocerlo.

Las cuatro miradas se pusieron encima del hijo de Lupín.

-¿Porque yo?

-Por que eres el único metamórfago-rodó los ojos-. Nadie puede hacerlo, solo tú.

-... Está bien, pero si... Si me reconocen, juro que los entregaré.

-¡Oye, eso es injusto!-grito Albus Severus-. ¡Debes ser fiel a tu familia, no puedes hacernos esto!

-Está bien-murmuró decaído.

-Afuera de la sala de los menesteres-

Harry y Hermione estaban armando carpas, Molly había traído mucha comida y los gemelos estaban cobrando las apuestas.

-No puedes elegir a dos-decía Fred a Jordan-. Solo uno, vamos, elige.

-Bien, entonces apuesto por Albus Severus, el será el primero en sufrir nuestra furia. Apuesto tres galeones.

-Muy bien..-apunto Fred en el pergamino.

-¡Yo también quiero apostar!-grito Black desde lo lejos. Venía siendo arrastrado por Remus Lupín-. ¡Apuesto cuatro galeones por ver sufrir a Teddy!

Fred apuntó rápido y George se acercó al animago para recibir sus galeones.

Los minutos pasaron, las carpas ya habían quedado, la comida ya estaba lista. Todos se habían sentado para almorzar con tranquila sin dejar de ver las paredes.

Sin saber que en otro lado un joven moreno había salido con total relajación, camino y trato de ver por los costados a su familia, ninguno parecía enojado, todos disfrutaban de una barbacoa.

Se sintió confiado y camino hacia ellos.

-¡Hola!-les saludo-. Esto demuestra que son personas maduras.

Todos lo miraron confundidos.

-¿Quien eres?-le pregunto Bill

-Soy yo-volvió su cabello al típico color azul, su piel se volvió blanca y sonrió muy feliz-. Teddy..

-¡Matenlo!-grito Ron dejando caer su carne al suelo.

El peli azul se arrepintió de todo y corrió rápido a una carpa, se metió, la cerró y rogó porque alguien hablara por su bien.

-¡Basta!!!-grito Remus. Todos bajaron sus varitas-. ¡Se que están enojados! Pero no pueden hacerle algo tan cruel a mi hijo.

Teddy dentro de la carpa sonrió conmovido.

-Se que nos hizo una broma que merece la peor tortura del mundo-dijo Remus-. Y les aseguro que cuando salga le dará un golpiza que no podrá olvidar.

La sonrió del peli azul se borró al instante.

-Pero si lo hechizamos, nunca nos dirá donde están sus otros amigos, nunca podrán vengarse como se debe. Yo digo que debemos tenerlo de rehén ¡Con el tiempo hablara y nosotros triunfaremos!

-¡Remus para ministro de magia!-grito Sirius. Todos empezaron a aplaudir y gritar eufóricos.

-¡Venganza! ¡Venganza!-corearon los gemelos-. ¡Queremos dulce venganza!

-Ahora, sigamos comiendo-dijo Bill-. No olviden que tenemos a Teddy y la suerte nos sonríe.

Todos asintieron y se volvieron a sentar en las pequeñas mesas para seguir degustando de la barbacoa.

El viaje de mal gusto al pasado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora