L A . N U E V A . L U Z
Tal vez ninguno imaginó que terminarían en una situación de ese tipo, después de todo, se suponía que su relación era falsa. Que su relación era para ocultar el desastre causado por él mismo y Shiro. Una relación falsa en la que vivían juntos, compartían techo y cama… sí, nada anormal.
Bueno, nada anormal hasta ese momento.
Keith pensaba en la posibilidad de que ese sí fuese un sueño, en todas las probabilidades de que, de hecho, se hubiese quedado dormido en el sillón mientras pensaba en si James estaría bien solo en la habitación. Keith quería pensar en que los labios de James contra los suyos era un sueño, en que sus manos haciendo y deshaciendo eran otra pequeña posibilidad de sueño y que todas esas sensaciones cálidas que recorrían su piel era sólo una muy buena simulación dentro de su cabeza.
Abrió los ojos.
Estaba ahí, James frente a él con todo ese cabello castaño alborotado en su frente.
Tocó su mejilla, sabía distinguirse entre un sueño y la realidad.
Mierda.
Qué más daba…
Abrió sus piernas y asintió al castaño. Éste pareció entender después de meditarlo un par de segundos. Acortaron la distancia entre ellos para conectarse de nuevo en un beso que comenzó como algo simple y terminó como algo bastante sofocante.
Keith creyó escuchar algo.
Muy parecido al sonido sutil de una puerta al abrirse y cerrarse.—¿Qué sucede…? —cuestionó el castaño.
—Takashi… —murmuró, sintió el aire, muy en fondo se podía palpar un olor extra, una escencia que no pertenecía ni a ellos ni a sus padres, era evidente que sólo podía pertenecer a una persona—. Mierda, James, llegó Takashi…
—Genial, tu hermano el alfa regresó tan tarde y somos dos omegas con celo en una habitación, Keith, eso suena muy mal, dime que pusiste cerrojo a la puerta…
Keith no contestó.
Demasiado tarde.
La puerta fue abierta y el rostro del mayor apareció de entre la oscuridad del pasillo.
Takashi, por su parte, sólo abrió la puerta para ver si su hermano estaba despierto y poder hablar con él como personas completamente civilizadas. Quería saber si éste estaba dispuesto a charlar haciendo provecho de que sus padres habían caído dormidos. Sí, pero se encontró con algo más que su hermano.
Griffin. James Griffin, ese chico era para él un impedimento bastante grande. Y ahora estaba ahí, sobre Keith, en el aire se respiraban las mismísimas feromonas de ambos entremeclzadas.
—Oh, genial, dos omegas teniendo sexo… que gracioso —dijo, salió de su boca como un instinto, sin ninguna pizca de gracia se acercó hasta ellos. Levantó a Keith y tomándolo con fuerza del brazo comenzó a arrastrarlo contra su voluntad—. Tenemos que hablar.
—Sueltame, Takashi, no quiero hablar contigo —Keith se sostuvo a la mano de James, dejaron de moverse, un silencio bastante pesado los aplastó por un momento. Takashi miró al menor directo a los ojos, el pelinegro repitió—. N-no quiero hablar contigo…
—¿Qué dices? No te estoy preguntando si quieres o no, es un tenemos.
Y la voz que Takashi menos quería oír, habló.
—Sueltalo, ¿qué parte no entiendes de que no tiene nada que hablar contigo? —murmuró James, aunque se sentía un poco débil en ningún momento soltó al pelinegro.
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D I S T E L B L U M E •...sheith/jaith...•
FanfictionKeith y Shiro van tras la flor más hermosa ante sus ojos. Desean tomarla y hacerla suya, pero sucede que las espinas de los cardos le impiden el trabajo. Porque, de hecho, la flor más difícil de tomar es la que está sobre el cardo. Puras casualidad...