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J A Y,   K A Y.
E L.    V I A J E,
Y.    L O.    Q U E.
D E B E.
V O L V E R.

— Sus manos son tan pequeñas...

— Sí, como pequeñas mini galletas...

— Gran comparación, James...

— Perdón, es que tengo hambre.

Acababan de llegar a casa luego de largos estudios en el hospital que les impedio salir de vuelta a casa por un par de semanas. Resulta que sus pequeños no sólo eran gemelos, sino que también algo prematuros. Ambos coincidían en que el pequeño Kay era un poco más pequeño que Jay.

Kay era un poco más silencioso que Jay. Y Jay parecía tener más ansias por sentir las cosas al rededor que Kay ignoraba. Jay pasaba más tiempo despierta mientras que Kay dormía dignamente.

Estaban recostados sobre la cama, ambos bebés en medio y un padre en cada lado. Eirin observaba con miedo a aquellos niños frente a él, se veían tan pero tan pequeños, eran más diferentes de lo que imaginaba. No podría jugar con ellos hasta dentro de un par de años, tal vez.

La vida después de los mellizos fue más complicada y sencilla a la vez. Complicada porque eran dos bebés mas un niño de tres años, más sencilla porque como ninguno de los dos trabajaba, ambos podían atender las necesidades de los pequeños.

También era más sencilla porque ya tenían ganada la experiencia de tener a Eirin.

Por su lado, Eirin solía prestar sus juguetes a los bebés, Jay los babeaba y agitaba en el aire riéndose mientras que Kay sólo los abrazaba para dormir. Keith y James notaron esa curiosidad cuidadosa dentro de Eirin, era como querer acercarse a los bebés pero detenerse por miedo. Su curiosidad incluso lo llevó a ser más silencioso y observador cuando los bebés estaban cerca de él.

Ambos tenían el cabello castaño y la piel blanca, dormidos eran identicos. Lo único que los podía diferenciar físicamente entre ellos eran sus nombres y sus ojos. Jay tenía los ojos avioletados de James mientras que Kay llevaba los azulados grisaseos de Keith.

Y como entre Keith y James ya no se ocultaban nada, las cosas entre ellos volvieron a la normalidad... Como cuando recién empezaban su vida juntos. Felices. Unidos. Además de que James tenía citas con el médico cada cierto tiempo, así que Keith por fin podía acompañarlo, ambos siempre con el constante temor de oír las peores noticias.

— James... ¿Te puedo preguntar algo?

— Ya hiciste una pregunta —bromeó, en sus brazos dormía Kay quien acababa de terminar con su biberón—, claro que puedes, ¿cuál es?

Keith dudó.

Tal vez no debería...

Pero...

— ¿Tu le temes... a la muerte?
   
No hubo una respuesta exagerada en su cuerpo, fue como si James hubiese esperado desde siempre esa pregunta, o como si la respuesta flotara tan normalmente sobre su cabeza que le parecía una pregunta de gama normal. Como si no le sorprendiera.
   
El castaño bajó su mirada hasta el pequeño que tenía en brazos, pasó su dedo suavemente por su mejilla...
   
— No, no le temo a morir... la gente viene y la gente se va, y es un proceso completamente natural... —murmuró y sonrió con algo de dolor en sus ojos—, pero sí temo de lo que puedo dejar atrás. A ti, nuestros hijos, temo del qué será de ustedes, de Jay, de Kay, de Eirin, de ti... Temo del "no saber". Temo de lo que dejaré atrás, Keith yo... —y se detiene, se da cuenta que está entrando en pánico, respira, le observa y Keith se a acercado tanto a él que sus brazos chocan. Kay se mantenía dormido y sin mínima intención de despertar—, nunca me voy a cansar de decirlo, y aunque te tenga harto, lo diré... Te amo. Fuiste lo mejor que me pudo haber pasado. Son lo mejor que me pudo haber pasado.
   
— Y no te habría conocido si no hubieras entrado a mi habitación para checar si estaba muerto o no.
   
Y ambos ríen. Recargan cabeza con cabeza.
   
Habían planeado una salida con los padres de James. El padre de James tenía un viaje de negocios que en realidad sólo consistía en una junta, viajar sólo por eso era como una patada en el trasero, no les valía la pena, así que habían decidido ir todos juntos y pasar un par de semanas allá...
   
Los boletos estaban comprados.
   
Todo estaba bien planeado.
   
La mañana en la que se marcharon, Eirin brincaba de emoción, Keith tuvo que lidiar con él gran parte de la noche porque la inquietud fue tanta que el pequeño no consiguió dormir, esa noche Keith se encargó de Eirin y James de los gemelos.

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⏰ Última actualización: Apr 28, 2019 ⏰

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