Erika estaba haciendo sentir a Drac como un total inexperto, como un vampiro joven de unos 100 años. Ella se puso de puntitas y puso sus manos detrás de la nuca de el y empezó a acercarse lentamente a su boca y cuando estaba apunto de rozarla se desvió a su oído.
-Me puede decir el Conde Drácula como se supone que si soy su novia, usted aún no ha tratado de besarme.
Al sentir su aliento hizo que el sintiera sus instintos primitivos de vampiro, de querer desvestirla y poseerla brutalmente. Le costó mucho contenerse. Él sabía que tendría que contenerse y las implicaciones que habían al tener una novia humana. La rubia no se la estaba poniendo fácil al despertar sus más fervientes deseos. Pero él ante todo la amaba y la respetaba y no creía conveniente pasar el límite, no por el momento. Tal vez si era muy anticuado, o se consideraba un caballero.
Erika se alejo mientras se sentaba en los pies de su cama. Le estaba dando un ataque de pánico. Si bien ninguno de los dos tenía mucha experiencia, o más bien la de ella nula, ella parecía que se manejaba con total naturalidad, tal vez su educación como cazadora de monstruos y su astucia la hacían parecer como si ella tuviera el control absoluto de su persona y sin hacer aparentemente pasos en falso, pero internamente aunque anhelaba estar con él en circunstancias más íntimas también le estaban ganando los nervios. Ella nunca había tenido relaciones y nunca había sido besada. Aquel comportamiento que había experimentado sólo podía ser culpa de sus hormonas.
-¡Malditas hormonas! ¡Malditas hormonas!– decía para si misma mientras trataba de tranquilizarse – La verdad es que yo... Discúlpame -ponía una de sus manos tapando sus ojos llenos de pena.
A Drácula le desconcertaba un poco, no sabía que pensaba ella y parecía que jugaba a hipnotizarlo y a desarmarlo.
Drac saliendo del frenesí se arrodilló enfrente a ella. No comprendía lo que estaba pasando.
-Erika yo te quierro hacer sentir bien y no quierro presionarte a intimar conmigo. Tú sabes que yo -mirándola con ternura- hace tiempo que no estoy en una situación igual. No te voy a mentir me cuesta mucho comportarrme cuando estoy contigo, para no besarte, no acariciarte y...
-¿Y?
-Y no hacerrte el amor... -lo decía bajando su vista como si fuera un niño siendo castigado.
-Oooh Drac – Erika se arrodillo también en el piso y lo abrazo. No creía que estaba pasando esto, todos sus miedos e inseguridades se habían disipado al oír eso. Él también sentía inseguridades y también quería estar con ella, como ella con él, quería estar con él en todos los sentidos. Ella podía confiar su vida entera en sus manos.
-Errika, mi amorr yo... Te amo -abrazándola aún más fuerte.
-Drac yo también te amo. Amo todo de ti. Pero quiero decirte algo... Me da mucha pena, no sé qué pienses de mi – alejándose para mirarlo a los ojos- Yo nunca, yo nunca he estado con alguien. Yo nunca he besado a nadie.
-¿Qué?
Incrédulo por lo que acaba de oír, estas palabras le llenaron de satisfacción. Los vampiros por naturaleza eran seres territoriales. Él nunca se había cuestionado sobre la vida sexual de Erika ni mucho menos, no le interesaba saberlo, pero ahora que lo sabía se sentía aliviado de ser el primero, el único, si no tendría que cazar a cuánto humano hubiera estado alguna vez relacionado con su novia. Si bien sabía que para la edad que tenía ella, era frecuente que la gente estuviera casada y tuviera hijos o con pareja. Esta revelación lo hizo sentirse aliviado y orgulloso de que su amada no tenía un pasado, sería sólo de él. Tal vez estaba siendo demasiado posesivo y dándole importancia a un hecho que era secundario.