08: forehead kiss

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Doyoung había interrumpido su momento de estudio, el proyecto que debía entregar al día siguiente pasó a segundo plano cuando recibió una llamada de Jungwoo.

"Quiero que sepas, que te amo"

Sonaba realmente extraño con la voz arrastrada y casi sofocada, el dramatismo asustó un poco a Doyoung. Este le preguntó desesperadamente qué pasaba y el otro solo le contestó:

"Es que me voy a morir, la calentura me está matando".

Y Kim Doyoung colgó. 

No porque no le importase el hecho de que su novio estuviera enfermo, si no que casi se le sale el corazón de la preocupación, se imaginó algo totalmente trágico. Aparte resulta ser una persona con un temperamento delicado. Kim Jungwoo lo sabía y siempre se tornaba dramático a propósito solo para molestarlo.

Aunque el joven no perdió el tiempo: apagó su laptop y guardó sus grandes libros en su debido estante, se puso ropa más decente, tomó su cartera, teléfono y llaves para así, salir.

Pasó por un supermercado por algunas frutas, compró algunos medicamentos y también consiguió las galletas favoritas de Jungwoo.


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 —Woo, ya llegué— dijo en voz alta, sabiendo que nadie lo escucharía. Supuso que el mencionado, estaba tirado en su cama, tratando que la enfermedad desapareciera sola, agonizando, terco como siempre solo por temerle a las enormes tabletas de medicamento en contra de la fiebre.  

Dio unos pasos para adentrarse, resguardó los alimentos en el refrigerador y solo se quedó con la bolsa que contenía las cosas necesarias para tratar la enfermedad.

Hasta llegó a pensar en usar cubre bocas para prevenir pero no le agradó mucho la idea.

—Aquí estoy— mencionó una vez que entró al cuarto de Jungwoo. 

Todas las luces estaban apagadas y solo se lograba divisar una especie de colina en la cama, hecha de sábanas y cojines, las cuales resguardaban el cuerpo de Jungwoo. Este al oír la voz de Doyoung, en seguida se despojó de las telas y tomó una posición la cual le permitiera ver al recién llegado. El mayor, pulsó el interruptor para iluminar el lugar y vislumbró el cuarto, un total desorden: ropa en el suelo, libros por doquier y aun así lucía extrañamente dócil, muy probablemente por los colores tenues que revestían las paredes y alguno que otro adorno que aminoraba la falta de cuidados. 

February of  ᵈᵒʷᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora