Capítulo 11

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Todos estaban reunidos como de costumbre en una sala vacía para poder compartir la hora del receso. Como siempre, Katsuki se había perdido por ahí, tal vez para no encontrarse con otras alumnas y quizás, jugando fútbol con los otros chicos.

Se sorprendía bastante con la capacidad que Bakugou tenía para adaptarse a ese lugar. Desde un principio pensó que el cambio tan repentino habría sido lo más difícil de todo, pero al final se llevó una gran sorpresa.

—¿Han visto a Anabel? —preguntó Eva, una de las que era parte del grupo.

—No lo sé —respondió Anahí sin prestar mucha atención.

En cambio Angélica suspiró con desgana y comenzó a buscar con la vista a Anabel desde la ventana hasta que la encontró en un pasillo, sentada en bolitas mientras tenía la cabeza hundida entre sus piernas, posiblemente llorando.

Al localizarla, Angélica se giró para avisárselo a su hermana.

—Oye, Anahí. Creo que Anabel está llorando, ¿crees saber por qué? Deberíamos ir a verla...

—Sabes, no sé por qué estará así —respondió desinteresada—. Ella siempre es así, es como una hija y yo todavía no quiero ser madre.

Aquella respuesta la sorprendió y no pudo decir nada al respecto. Al ver que no recibiría ayuda por parte de la contraria, se animó a ir ella misma a verla. Cuando lo hizo, se sentó a su lado y la miró.

—Anabel, ¿qué sucede? —preguntó intentando hacerlo con suavidad.

La morena levantó la cabeza y sus ojos se notaron rojos producto de las lágrimas que corrían por sus mejillas.

—Sí... Soy una estúpida —contestó echándose a llorar nuevamente—. Lucas me odia y todo porque soy una pendeja.

Se mantuvo en silencio y retuvo un suspiro de cansancio.

«¿Cuántas veces se repetirá la misma escena

Solo miró hacia un costado y se obligó a oír una y otra vez las mismas palabras que ya había dicho en otras ocasiones. Ya se cansó de decirle palabras de aliento, porque ya le dijo todo lo necesario. Pensaba que Anabel solamente quería seguir así porque nunca siguió ningún consejo que le dio y eso le molestaba. Hacía cosas que obviamente tendrían consecuencias negativas, que sabía que lo harían pero muy a pesar de ello las realizaba para después solo quejarse.

Intentó ayudarla, pero era demasiado para Angélica. Ni ella misma podía muchas veces con sus problemas y tampoco era tan buena persona como para tener que soportar los de otros y estaba consciente de que Anabel la estaba afectando con su actitud, de forma algo perjudicial. Cada vez que hablaba con ella cuando estaba así, se sentía decaída, casada y más frustrada.

Sabía bien que, si es que Anabel no pretendía cambiar ni arreglar sus problemas, era una pérdida de tiempo el estar de esa manera y que tenía que apartarse de ella. Pero simplemente no podía. Sentía pena al pensar hacerlo.

Cuando por fin terminó la hora del receso, se había levantado con rapidez para poder ir a su clase. Quería despejarse lo más rápido posible, pero no fue así.

—Te quiero mucho —dijo Anabel lanzándose a ella para abrazarla.

—Anabel... Tengo que ir a clases....

Esto... ¿¡Es real!? [Bakugou x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora