Capítulo 3

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Suspiró pesadamente al mirar su quemado almuerzo, mientras era observada por el rubio que la miraba con burla.

Ella, intentando calmar su rabia, simplemente comenzó a cargar el arroz negro y seco en su plato junto con la salsa que al parecer si estaba decente.

—¿En serio te comerás esa mierda? —preguntó haciendo una mueca.

—¡Por supuesto! —respondió algo molesta— no pienso desperdiciar la comida.

—Como quieras —dijo desinteresado para ir caminando hasta la heladera y rebuscar en ella.

—Si, no hay problema. Revisa mi heladera.

—Ya cállate —murmuró sacando algunas cosas y llevándolas a la mesada.

La chica solo bufó y se dirigió a el comedor para intentar comerse lo que se había preparado. Pero poco después, cuando apenas llevaba comiendo tres cucharadas por el sabor que tenía. Un agradable olor invadió toda la casa, haciendo que su estómago comenzara a devorarse por dentro.

Con curiosidad, se levantó de la silla y fue de nuevo hasta la cocina. Encontrándose con su invitado no esperado cocinando, dándole entender que aquel olor venía de aquello.

Tragó saliva por el hambre que comenzaba a hacerse más intenso. Además de las vistas que tenía.

El rubio estaba revolviendo, aquella sopa con una mano en su cintura, luciéndose junto al traje de héroe que tenía puesto.

Angélica, comenzó a toser con falsedad para llamar la atención del chico.

—¿Piensas estar vestido así siempre?

—No tengo mi ropa para cambiarme, estúpida.

—¡Eso ya lo se!

—¿Entonces para que mierda preguntas?

Un tic apareció en uno de sus ojos mientras seguía observando la espalda de su acompañante. Una sonrisa perversa apareció en un momento dándole la idea de agarrar una chancla que traía puesta y comenzar a acercarse al rubio que permanecía concentrado en su comida.

Pensaba en ir y darle una nalgada con ayuda de su chancla pero su estúpida idea no pudo ser completada ya que se había escuchado golpes en la puerta principal.

Su movimiento fue frenado en seco y miró hacia el lugar.

—Oh no... —murmuró dejando la chancla en el suelo e intentando meter su pie en el— ¡Ve a esconderte!

—¿Eh? —giró a verla con el ceño fruncido mientras servía la comida—, ni de coña. Además, ¿Donde carajos iría a esconderme? Esta casa es más pequeña que tu cerebro.

—¡Ve al gallinero! —cuando este dejó el plato en la mesada, ella. comenzó a empujarlo—, ¡Rápido!

Lo empujó un poco más mientras el seguía diciendo un sin fin de maldiciones y groserías. Lo dejó solo en la habitación en donde estaba la puerta trasera para luego dirigirse a la entrada.

Tenía la idea de que el rubio pudiera esconderse ahí para no ser descubierto. No es que tuviera una granja o algo así, pero en su país, era algo común criar gallinas o patos en el patio. La mayoría de las veces las personas mayores de edad solían hacer esas cosas.

Rápidamente fue y abrió la puerta dejando ver a un chico mal humorado.

—¿Por qué tardaste tanto?

—Y a ti que te importa —le respondió dejándole el paso para entrar—, ¿Qué haces aquí?

—Pasé por aquí un rato nada más, después de todo, escuche que tus padres tuvieron que irse.

Esto... ¿¡Es real!? [Bakugou x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora