Capitulo 21. El tormento del cazador.

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Noviembre, 1984.

Domingo de descanso como pocos, y el cielo parecía caer a pedazos. Así era como había arrancado su día Louis. Sintiéndose malhumorado hasta que de un segundo para el otro su día mejoro de manera monumental.

Estaba recostado en su cama cuando la puerta se abrió y la figura de Bernardo atravesó el umbral. Ambos habían empezado a los gritos ni bien se vieron, como dos niños y comenzaron a abrazarse.

Las noticias de que se quedaría por unos días le alegro la vida. Por lo que le había dicho su amigo, tanto él como Aurora y Martin estarían con ellos para descansar un poco y recibir noticias de la próxima misión.

Ambos no habían dejado de hablar por un minuto hasta que se sintieron sedientos.

- Se dicen que desde hace un tiempo se registran ataques aparentemente sin causa alguna ni relación, así que supongo esa será nuestra próxima misión: aguantar hasta que encuentren un porque -comentó Bernardo tirando su ropa, de manera desastrosa, dentro del ropero.

Él seguía viéndose igual, solo tenía el pelo un poco más corto y se estaba dejando crecer la barba para hacerse ver más adulto. Lo que a Louis le pareció patético e instantáneamente le echo la culpa a Aurora.

- ¿Ataques en donde? -preguntó con curiosidad.

- En algunas ciudades de Rusia, Colombia, Sudáfrica, China y Australia -respondió enumerándolas con los dedos. Luego caminó alrededor de su cama y se sentó pesadamente. Louis permaneció un tiempo pensando posibles causas para tales ataques pero nada se le ocurría-. Pero bueno, eso todavía no lo sé. ¿Cómo están las cosas por acá? -preguntó.

- Igual que siempre -respondió Louis con un encogimiento de hombros, pero sabía bien que eso era mentira.

***

Caminó a través del pasillo hasta llegar al aula que Sarah había propuesto para estudiar. En la puerta se encontró con Constantin. Tenía la misma actitud deprimente que Louis, y podía asegurarse que se debía a tener que estudiar angelología y no porque era otra característica Belisario.

- Te ves como el infierno -comentó Louis al acercarse a él.

Constantin sonrió con pesar y miró a Louis. Este se sorprendió al verlo con un aspecto enfermizo; tenía ojeras, los ojos opacos, y estaba más pálido de lo habitual.

- Me siento un poco así -comentó, aferrándose a los libros en sus manos. Louis se acercó preocupado.

- ¿Qué te ocurre? -le preguntó. Negó con la cabeza, rehusándose a decirlo-. Vamos, dilo, así puedo ayudarte -insistió. Constantin tensó su cuerpo, y los músculos de su mandíbula se volvieron prominentes con el esfuerzo.

- No puedes ayudarme -dijo cortantemente. Louis sintió un baldazo de agua fría azotarlo. Había creído que podía llegar a ser amistoso con su enemigo pero por lo visto era imposible-. Lo siento, es que no... no puedo decirlo -murmuró él, terriblemente apenado. Louis hizo de cuenta que no pasaba nada, y sonrió falsamente.

La puerta del aula se abrió. Louis y Constantin se alejaron intentando verse como si nada hubiese ocurrido. Louis suspiró al ver a Aurora saliendo de allí. Sus ojos grises perlados, sagaces y desafiantes, se posaron en ellos. Una mueca sonriente se dibujo entre sus labios.

- Von Engels, ¿Me extrañaste? -preguntó con falsa inocencia.

- Cada día de mi patética existencia -murmuró él con malhumor y ella sonrió aún más.

Pese a eso, ambos se saludos con un movimiento de manos que muchas veces habían ensayado y les servía para guardar distancias. Luego saludó a Constantin con familiaridad y tras eso, los dejó pasar en el aula para irse a su habitación.

Legado II. El Ascenso del Imperio © [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora