Capitulo 9. El Ángel Durmiente

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Un nuevo día se abría frente a sus ojos. Se podría esperar el cielo azul, el sol brillante y los pájaros cantando, sin embargo ella se encontraba con un día gris y la humedad a flor de piel.

Escuchó un sonido tosco y al abrir los ojos se encontró con la mirada oscura de Newén. Ella emitió un sonido extraño y se acomodó en la cama dándole la espalda.

—Valquiria —la llamó Newén sonando firme y autoritario. Ella volvió a hacer un sonido sin palabras para hacerle saber que lo había oído y siguió durmiendo... o haciendo el intento—. Valquiria, es hora de levantarse. Larson quiere que vayamos a la academia para mostrar nuestros respetos —le explicó Newén.

Ella se giró y abrió los ojos. Estaba cansada pero aún así, había dormido tan poco como solía pasar todas las noches. Aaron Mardig Warrior había muerto, y tras su entierro y ceremonial, su familia se reuniría con Víctor Law.

—No quiero ir, estoy en contra de eso —dijo.

—Valquiria —la llamó Newén sentándose a su lado en la cama. Su mirada era tenue y llena de entendimiento. Él se comportaba así con ella cada vez que su comportamiento se volvía rebelde—. Sabes lo que va a suceder si no vas —intentó hacerla entrar en razón.

Valquiria se encogió de hombros. Castigos. Ya estaba acostumbrada a ellos y tras el día anterior, no le vendría mal tener uno. Pero Newén no se daba por vencido, y con frustración, pasó su mano por su pelo.

—Tengo que agregar que no me dejaste otra alternativa —susurró—. ¡Leonardo! —lo llamó, y Leonardo entró rápidamente a la habitación con una sonrisa radiante y fue directamente a ella.

Valquiria supo lo que sucedería pero ni su agilidad ni su fuerza fueron suficientes. Leonardo fue más rápido y la agarró de la cama, subiéndola a su hombro para llevarla al baño. Gritos, patadas y piñas se mezclaban mientras Leonardo reía a carcajadas divertido, y la metió en la ducha con él.

—¡Imbécil! —gritó Valquiria queriendo salir, pero el agua fría la mojaba y le daban escalofríos.

Comenzó a maldecirlo en todos los idiomas que sabia mientras Leonardo la sostenía con fuerza para que no se fuera. Newén, por su parte, los observaba desde el umbral de la puerta con mirada fija en una Valquiria que intentaban calmar.

—Si te tranquilizas, te dejo —dijo Leonardo elevando su voz sobre la de ella, y poniéndose firma al respecto. Él estaba tan mojado como ella, aún en pijamas.

Intentó luchar pero finalmente se rindió, y se dejó caer sobre la pared de la ducha. El agua le caía sobre el cuerpo y la cara lo que ayudaba a que no vieran las lágrimas que salían de sus ojos. Leonardo soltó una de sus manos y le despejó el pelo de la cara.

—Sabes que lo hacemos por tu bien —murmuró—. Por cierto, ¿Con quién pasaste la noche? —preguntó volviendo a su estado desestructurado de siempre. Valquiria le dedicó una mirada venenosa, y él rió negando con la cabeza—. Date un baño, y te esperamos. Vamos a estar tras la puerta, así que no te puedes escapar —agregó acercándose para darle un beso en el pelo mojado, un gesto que no siempre tenían y que sucedía tras situaciones como esa.

—¿Y si salgo desnuda? —preguntó Valquiria ladeando su cabeza. Leonardo y Newén se miraron, reconociendo un poco de la chispa habitual que tenía.

— Nos regalarías una linda vista —le guiño el ojo y desapareció tras la puerta con Newén.

«Lindo despertar» pensó amargamente, elevando su cara hacia el agua que se fue entibiando de a poco. Sintiendo un poco de su tormento yéndose con la lluvia.

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Todo estaba tranquilo, sobre todo Valquiria. Newén y Leonardo se sentían victoriosos y ella los miraba con la venganza en la mirada porque en algún momento, se los cobraría. Recordaba claramente el día que les había teñido el pelo poniéndole tintura en el shampoo. Sonrió con malicia pero rápidamente la oculto cuando los padres de Aaron se acercaron a ellos.

Legado II. El Ascenso del Imperio © [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora