Capitulo 26. El Linaje Oculto

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Republica Checa. Junio 1986.

Todos los escuadrones estaban al tanto de lo que sucederían, y pese a las órdenes y demandas, los temerarios irían en busca del Duque. Solo restaba esperar al anochecer para poder actuar.

Hicieron el largo tramo que separa el refugia a las afueras de la ciudad para acercarse a la vecindad del gran complejo hotelero y de ocio en el que consistía El Imperio. Luces, belleza, elegancia y sofisticación gobernaban cada rincón de ese sitio. Podían notar la cantidad de humanos que había en el interior, allí disfrutando de la incredulidad de no verse en peligro al estar en un sitio peligroso con seres que querían hacerlos sucumbir en el pecado.

— Habla Atenea, ¿me oyen? —preguntó Solange en voz baja a través de la radio; aquel era su apodo luego de una larga lucha de egos entre todos.

— Si, habla Vikingo —respondió Martin, aún en contra de su alias, mirando con falso enojo a Ernestina que era quien se lo había otorgado. Ella se tapó la boca para no reír fuertemente.

— Los refuerzos me acaban de avisar que están cerca, mientras tanto sigo en corriente con las autoridades —explicó—. Sigan por esa vía que los demás se están acercando.

Martin asintió y miró a Ernestina, Sarah y Louis en busca de atención para dirigirlos. En otro de los flancos se encontraban Bernardo, Aurora, Byron y Gianella, mientras que en el restante Constantin junto a Mailén, Vicente y Corney.

Los cuatros se adelantaron sintiendo crujir las hojas bajo ellos. La música desde el interior sobresalía, y solo deseaban que los humanos no fuesen capaces de detectar lo que sucedía tras aquel muro de cemento y vegetación.

De repente, se detuvieron al sentir las sensaciones de su cuerpo teniendo la certeza de que no estarían solos en poco tiempo. Se miraron rápidamente antes de correr hacia lo que parecía un seguro modo de entrar pero a medio camino se encontraron con una jauría de licántropos que tenían intención de acabar con ellos. «Mierda» pensó Louis mientras sacaba su cuchillo de oro con la insignia de su familia.

Él se adelantó a Sarah, y no dudó en correr hacia el primer licántropo para saltar sobre él y cortarle la cabeza. Louis cayó de pie sobre el cuerpo muerto, y observó como Sarah sacaba su arco para comenzar a atacar. Mientras tanto, Ernestina desplegó su vara con amenaza para golpear y masacrar a todo aquel que se le acercase, y Martin no tenía mejor arma que su propio cuerpo. Los cuchillos y navajas era su gran aliado. Al ver que no tenían problemas, Louis comenzó a deshacerse de los demás.

— Soy demonio —llamó rápidamente—. Estamos siendo atacados, tengan cuidado —advirtió.

— Acá también —respondió Byron, con su alias cometa, ya que vivía en el aire.

— Lo mismo para nosotros —dijo Constantin.

Louis se sintió acorralado al dejar la radio a un lado, sin saber a cuál de los licántropos matar con más urgencia. Estaba a punto de decidirse en el momento en que ambos cayeron precipitadamente al piso. Louis sorprendido, vio flechas en su cabeza y buscó a Sarah para ver que no había sido ella quien lo había ayudado sino Edward, su hermano.

Edward bajando la ballesta, le sonrió con diversión. Sus ojos celestes verdosos indicaban la excitación que le daba estar en una verdadera pelea. Luego se giró hacia su hermana.

— Ve con él, nosotros nos encargamos —le ordenó viéndose más maduro de lo que era.

Tras él, se acercaban los demás cazadores que servían de refuerzo. Sarah se vio negada a eso, pero ante la insistencia de Edward ella se dirigió junto a Louis a aquella puerta. Ernestina y Martin una vez se deshicieron de sus contrincantes, siguieron de cerca a Louis y Sarah.

Legado II. El Ascenso del Imperio © [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora