Sinceramente tuya (Warmi)

Capitulo 19

Ofensa

Jadel toma un sorbo de su vaso, de lo que Mimi supone que es whisky. Jadel se aclara la garganta.

"¿Qué mierda haces aquí?".

Mimi forma una delgada línea con los labios, tratando de ocultar su diversión. Sabe que está es una situación seria. Está herido y va por el camino equivocado. Da un paso hacia Jadel y él se acerca más. Roi se pone delante de su jefa sin dudarlo. Su pequeña intervención hace que Jadel se tambalee hacia atrás sorprendido. Captura su pequeño sentido del equilibrio agarrando el marco de la puerta.

"Escucha Jadel ..." Mimi comienza a mirar por la alta figura de Roi. Coloca su pequeña mano en la parte baja de la espalda de Roi, invitándolo a calmarse. Siempre imaginó a Roi como un gran Labrador Retriever leal en otra vida. Desde el inicio de su carrera, ha sido fiel en todo. Hace una nota interna para agradecerle por su lealtad. Roi lentamente se hace a un lado, pero se queda cerca de Mimi.

"Sé que soy la última persona que quieres ver". Mimi continúa. "Pero Ana está preocupada por ti y quiero asegurarme que estas bien".

La respiración pesada de un borracho Jadel llena el aire tranquilo de la noche. Esperan pacientemente su respuesta. Los dos amigos comparten una rápida mirada, un poco incómodos con el prolongado silencio. Jadel se desliza perezosamente hacia atrás y abre la puerta un poco más para sus invitados no deseados. Mimi intenta dar un paso alante, pero siente un pequeño agarre en su brazo. Detiene sus movimientos sabiendo muy bien que Roi quiere ser el primero en intervenir, por si acaso. Mejor prevenir que curar fue el lema tácito en cada situación para ellos. Si algo peligroso le sucediera a cualquiera de ellos, Roi querría que fuera él. Mimi sonríe suavemente y observa mientras su ayudante entra en el oscuro apartamento.

Un pequeño gruñido de una botella de vidrio rodando resuena a través de las orejas de Mimi una vez que Roi entra. Sus cejas se fruncen cuando trata de pensar en cuántas botellas de alcohol pudo haber bebido Jadel.

MImi guía su mano contra la pared, encuentra un interruptor de luz e ilumina el apartamento lúgubre. Los ojos de Mimi se abren con horror mientras mira alrededor del desordenado apartamento. Jadel se queja de la luz y se cubre la cara con un cojín. Obviamente, se ha convertido en una criatura de la oscuridad y toda la luz era perjudicial para su bienestar. Mimi no se da cuenta cuando se entierra más en el sofá para esconderse de la iluminación. Sus ojos están demasiado ocupados viendo el desorden ... al menos ahora desorden. Antes eran secretos, saludos y confesiones. Las páginas cubrían el suelo, la mesa de café y había un camino que conducía a la habitación trasera donde Ana las guardaba. Había algunas de ellas arrugadas en bolas, algunas rotas por la mitad, otras en pedazos.

Mimi se sintió violada. No había otra manera de describirlo realmente. Cuando escribes una carta, siempre esperas que sea solo para los ojos a los que te diriges. Esa es siempre la intención. Especialmente que ahora hay tan poca privacidad en todo. Eso es lo que más le gusta de las letras. Es una forma de comunicación tan antigua que a nadie le importa lo suficiente como para atravesarla. Aunque Jadel lo hizo. Le importaba demasiado. Leyó diecisiete años de historia. Diecisiete años de Mimi que solo estaban destinados a Ana. Mimi perdió la voz, perdió toda idea de por qué estaba allí. Su corazón se rompió un poco al ver a Jadel reposicionarse a sí mismo, quitando descuidadamente la pila de papeles del sofá. Se deslizan por el aire momentáneamente. Un par de páginas bailan un poco en el aire antes de unirse al resto de sus compañeras en el suelo. Su cabeza cae y se da cuenta de que está pisando una carta. Es el final de la carta y Mimi sonríe un poco por su letra. Fueron los primeros años, se puede decir por la pulcritud de su escritura. No estaba tan ocupada y tenía tiempo para escribir. Mimi se agachó para recogerla. Un ronco resoplido la hace mirar hacia arriba.