7: No puedo permitirme ser vulnerable

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El lunes, al final de la mañana, entro a la clase de dibujo al natural y me siento a esperar a que lleguen la profesora y el modelo. Ésta es mi última clase del día, así que una vez que termine, podré ir a descansar. El resto del fin de semana pasó sin ninguna complicación. Amy superó su resaca, Víctor se mostró tranquilo con mantener las cosas como estaban antes del beso y esa odiosa voz no volvió a molestarme con esas estúpidas ideas.

Sin embargo, por una inexplicable razón, el día de hoy se ha sentido bastante pesado. Es como el tenso silencio justo antes del trueno. Me da la sensación de estar esperando que pase algo malo y no lo soporto. Sólo quiero irme a dormir, a ver si pronto se hace mañana.

La profesora baja los escalones dirigiéndose al centro del aula, sin ninguna persona vestida con una bata detrás de ella. Todo el mundo se muestra igual de desconcertado hasta que habla.

―Buenos días, Jóvenes. Sé que todos están esperando al modelo para la clase de hoy, pero lamento informarles que por circunstancias personales Annie canceló.

Annie es una de las modelos más frecuentes que tenemos en la clase, pero no es la única. Son por lo menos unas diez personas de edades y cuerpos diferentes, es raro que no hayan traído a nadie más.

―Ella insistió en enviarnos un reemplazo, pero tuve que negarme. Creo que se puede tomar esta situación como una oportunidad para hacer algo nuevo. El día de hoy tienen permitido fantasear y ser creativos. Para la clase de hoy, su tarea es tomar como modelo a su musa. Esa persona, o ese lugar, o esa cosa que los inspira y los vuelve apasionados. O cualquier tipo de belleza que despierte sensaciones en ustedes.

Tomo mi lápiz y mi cuaderno de bocetos y trato de pensar en algo que me inspire. La verdad, no creo que tenga aún una musa real y, de cierto modo, creo que es algo a lo que he renunciado. Para que una persona se convierta en tu estro tienes que amarla y necesitarla por encima de todas las cosas. Debes ser capaz de concebir el mundo de forma distinta cuando está cerca y sólo observar la belleza a través de sus ojos. Como le ocurría a Basilio con Dorian Gray, y ―en un caso más real― a Leonardo da Vinci con la Gioconda. Es como perder una parte de tu esencia sólo para adquirir la de alguien más.

 Y me prometí que eso no me ocurriría si podía evitarlo.

Creo que sólo me queda inspirarme en algo real.

Comienzo a trazar con soltura las líneas de ejes y hasta que terminan en el boceto de una pareja bailando. Ni siquiera estoy segura de tener clara la imagen en mi mente cuando, sobre el papel, ambos se convierten en bailarines de ballet y grandes alas se extienden majestuosas tras ellos. Dibujo un hilo de notas que se extiende a su alrededor y sonrío al darme cuenta que parece que la música fuese una corriente de aire en torno a ellos. Una sensación cálida se extiende dentro de mí y siento que podrían haber pasado horas desde que empecé a dibujar.

Esto me inspira: la música, los bailes, el color, la naturaleza. Eso me inspira. Hace que sienta que puedo plasmar la vida entera en el papel. Me hace ver la verdadera belleza en el mundo, y créanme, aún existe, si sabes dónde buscar.

Reviso mi bolso y consigo dentro mi caja de crayones, mis minas de tiza y las barras de pastel, pero ninguna me convence para este dibujo. Hay sólo un material que le dará la vida y la frescura que necesita, la acuarela. Creo que esperaré a llegar al dormitorio para terminarlo.

Guardo todas mis cosas dentro del bolso y comienzo a mirar a mi alrededor. Todo el mundo parece muy concentrado. Por sus expresiones, se puede notar lo mucho que los entusiasma esta tarea. Continuo inspeccionando el aula y mi mirada se encuentra con unos ojos azules muy claros. Por un segundo, creo que el chico de cabello negro y la chaqueta café me está mirando, pero él rápidamente vuelve a centrarse en su trabajo y no vuelve a mirar en mi dirección. 

Razones por las que no debería amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora