18: Yo no rompo las reglas

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Se me escapa un bostezo mientras deslizo el color negro sobre el papel, para hacer sobra en los pantalones de Víctor. Jake a mi lado se ríe.

―Luces miserable

Bufo.

―Gracias, Jake. Sé que cuento contigo para señalar lo obvio.

Él vuelve a reír. Me pregunto cómo demonios continúa de tan buen humor.

Son cerca de las dos y media de la mañana del jueves y Jake está acostado cómodamente en mi cama, con las manos detrás de su cabeza, mientras yo estoy al borde de un colapso nervioso, tratando de terminar el proyecto que debo entregar dentro de nueve horas. Información extra: no he dormido nada en toda la noche.

Se supone que él está aquí para mantenerme despierta ―su idea, no la mía―.

La piel me hormiguea y los parpados me pesan. No está haciendo bien su trabajo.

―Jake, me duermo ―deslizo el color amarillo con cuidado, para dar brillo en todo el dibujo.

Él se levanta.

―Te traeré otra taza de café

Asiento. He tomado cantidades insanas de café desde que comenzó a darme sueño, alrededor de las ocho de la noche. Creo que a estas alturas ya ni tiene efecto, pero al menos me mantiene entretenida.

Los minutos luchando contra la pesadez en mis ojos se hacen eternos, hasta que Jake regresa. Deja una taza en la mesa de noche a junto a mí y rodea la cama para regresar a su puesto. Tomo un par de sorbos del líquido humeante.

―Ese es un lindo mural ―Su vista está en la pared sobre el escritorio, en el súper-collage de fotos de mi vida.

―Sí, en los dormitorios no tenía donde ponerlo.

―Otra ventaja de vivir aquí ―Le sonrío. Tiene razón―. Oye, ¿y si llamaste a tu mamá?

―Sí, el domingo en la noche ―Lo hice luego de volver de Gio's con Amy y Rosalie. Me pasé la mayor parte del fin de semana con ellas, tratando de apoyar a Amy. No está pasando por un buen momento ahora mismo―. Le conté lo que pasó y, pues, se puso medio histérica

―Y con motivo, no es algo precisamente fácil de digerir

―Supongo.

―¿Por qué no la habías llamado antes?

Suelto un suspiro llegando a la pregunta esperada.

Retomo el dibujo, antes de hablar.

―Es que nuestra relación no es... buena, supongo.

―¿discuten mucho?

―No, no es eso... es que... es raro ―vacilo sin estar segura de cómo explicarlo―. Creo que no me gusta sentir que le doy preocupaciones o problemas.

―Eso es muy noble de tu parte.

Sonrío.

―Me haces quedar bien ―Lo miro―. En realidad lo hago más por mí, ¿sabes? No quiero sentir que ella debe cuidarme o preocuparse por mí, no quiero sentir que soy el problema de alguien, o que no puedo valerme por mi misma. Tal vez no sea justo para ella, porque es mi mamá y siempre va a querer cuidarme, pero ―Me encojo de hombros― no puedo evitarlo

―Tienes algo con eso de ser una chica autosuficiente, ¿verdad?

Sonrío y vuelvo la vista al dibujo.

―Tal vez

―¿Y quién es Lissie?

―Mi hermanita ―Mi sonrisa crece

Razones por las que no debería amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora