III

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Corro en medio del bosque, huyendo de alguien, solo que no sé quién es. Volteo y veo la silueta, mas no la distingo. Se escuchan sonidos metálicos y en crujir de la madera de los árboles. Luego volteo y veo quien me persigue: el sujeto al que Quincy le robó, el mercader.

– ¡Dame mis gallinas!–grita mientras me lanza un cuchillo, cierro los ojos preparándome para el impacto.

Abro los ojos y me encuentro en mi casa, en mi cama. Giro la vista buscando a Victoria, pero no la veo cerca. Me levanto y bajo las escaleras, un sonido fuerte llama mi atención. Entro a la cocina y veo una enorme magulladura en el piso, como si algo muy pesado fuese caído y desaparecido. Luego otra marca se hace, cerca de mí, huyo del lugar temiendo ser aplastado por lo que sea que hace eso. Subo corriendo las escaleras y entro al baño. Me encuentro con Victoria, ella tiene algo diferente, que aún no logro ver. Me abraza y me besa, luego me dice algo que no entiendo.

–Te tengo un regalo–repite con voz ronca y triste. Se voltea, luego encuentro lo que la hace diferente, su abdomen de embarazada no está. Y cuando se voltea sostiene un enorme envase de vidrio–. Saluda a tu campeón–dice medio afanada mientras me acerca el envase con un feto dentro.

Caigo hacia atrás, pero el baño y Victoria se esfuman, solo queda el frasco flotando y su contenido cambia por una sustancia amarilla flotando en liquido transparente. El frasco se rompe y sale más líquido del que había dentro, cae sobre mí como una cascada. Siento que me ahogo, intento nadar pero no logro llegar a la superficie, algo me arrastra hacia el fondo. Y cuando logro ver, es mi auto, y el cinturón de seguridad está enroscado en mi pie. Me arrastra hasta meterme dentro y luego comienza a cerrarse más y más.

Despierto en medio de la oscuridad, jadeando y sudando. No veo nada y me desespero, pero lentamente se ven destellos a mí alrededor. Luego los destellos se vuelven luces fuertes e iluminan mi alrededor. Veo y me ubico, estoy en La Madriguera. Me doy suaves palmadas en la cara, recordándome que eran solo sueños. Me levanto y tomo algo de agua, me lavo la cara y vuelvo a la cama, pero no logro dormir otra vez. Me levanto e intento salir, pero no se abre ninguna salida. Tomo el cristal y lo pego al muro, casi incrustándolo en la tierra, pero nada ocurre. Finalmente decido no salir y tratar de distraerme hasta que Quincy llegue.

Voy hasta el estante de libros y veo títulos bastante extraños: "Necromancia Para Tontos", "Alquimia de los líquidos", "Vacíos entre Nosotros", "Naturaleza de los Vacíos", "Vacíos: ¿La Fuente de nuestra magia?". Y así muchos libros sobre esos "vacíos" con los que tanto me comparó Quincy. Tomo uno al azar y leo el título: "Fuente de Magia", pero lo que me llama la atención es la ilustración de la portada: Un frasco de cristal con una sustancia amarilla flotando en liquido transparente, justo con lo que soñé. Lo abro al instante y encuentro un extraño índice con palabras que no entiendo. Lo hojeo y encuentro más confusión, un galimatías de símbolos extraños y palabras indescifrables. Intento leerlo pero es imposible, lo cierro y lo arrojo a la cama. Busco otros títulos, esperando encontrar algo parecido, pero me encuentro con más símbolos y lenguas raras. Ofuscado, tomo un libro y me preparo a lanzarlo contra la pared, pero se abre una entrada y aparece Quincy bajando, sosteniendo una cacerola de metal.

–Buenos días, creo–dice cuando me ve, aún con el brazo extendido–. Supongo que no lees Áspico, ni Gogli, ni Almatís, así que esos libros no te sirven. ¿Leche fresca?–dice moviendo la cacerola frente a mí.

–Ese libro–digo señalando el libro sobre la cama–. Soñé con ese dibujo, ese mismo.

–Es imposible–cuestiona–. Ese es un libro recreativo, solo tiene historias y cuentos inventados. Pero su autor estudiaba las fuentes de magia en realidad.

–Pues es eso lo que vi–aclaro–. Debo haberlo visto antes, en la tienda de tu amiga Jun, solo que no lo recuerdo.

–Así será entonces–dice Quincy colocando la cacerola sobre la estufa–. Jun me dijo que Emery encontró algo, no muy útil, pero te ayudará un poco. Hace unos tres mil años, dos hermanos intentaron crear Circuitos Mágicos artificiales, pero solo lograron acumular magia en un contenedor. Aunque eso sirvió para quienes eran débiles o para niños que aún no tenían un circuito mágico. No crearon un circuito pero hicieron lo más parecido a uno. Luego de solucionar el problema de tus hilos, hacer que por lo menos realices las cinco primeras técnicas será sencillo.

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