Había una vez, un pequeño apocalipsis...

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Autora: Scarlet Raven

Parejas: Destiel, Sabriel.

Derechos: Los personajes no me pertenecen, naturalmente y para mi desgracia. Únicamente la historia es imaginación mía.

Disclaimer: Fanfic basado principalmente en la canción "La fuerza del destino", de Mecano. Con ligeras o enormes desviaciones hacia lo apocalíptico, sin sonrisas de por medio y disculpas de ante mano por la calidad. ¡Universo alterno!

[***]

...nos escondemos en el supermercado de la quinta avenida. Por favor, necesitamos ayuda. Mi hermano está desangrándose y no deja de salivar.

Andy, mi nombre es Andy. Por favor, vengan.

—¡Él no se detiene! ¡Por favor! ¡Necesitamos ayuda! Padre no deja de gruñir y... ¡rompió la puerta! ¡El rompió la puerta! ¡Mami! ¡Mami! ¡Por favor que alguien nos ayude!

—... y si fueras una rosa, obtendrías mis espinas... jaja. Es una bonita canción. Es bonita, muy bonita. Y moriremos. ¡Celebremos!

Mientras Dean estaba en cama, con Sam, Bobby y Castiel limpiando y suturando sus heridas, Jo cambiaba las frecuencias de radio.

En cada frecuencia escuchaban gritos de auxilio. En algunos más, solo había estática. O personas cantando. Había misas, mensajes de condena y también de reconciliación con una fuerza superior. Nadie sabía qué ocurría. Y, en ese punto, mientras Dean descansaba y se recuperaba de sus heridas, ya no estaba seguro de querer respuestas.

Se encontraban en la casa de Bobby, resguardados en un pequeño sótano que más bien, parecía una enorme caja fuerte de acero que los mantenía seguros. No sabían si era seguro o no el salir. Preferirían no arriesgarse.

Pasaron uno o dos días. No podían deducirlo con exactitud. El sótano no tenía ventanas, los conductos de aire habían sido necesarios. Por precaución, mantenían las máscaras puestas, excepto cuando era realmente necesario quitárselas, como para comer. Entonces, sellaban los ductos y comían a toda prisa.

—"El número que usted marcó no está disponible".

Para el tercer día, Dean sentía que se volvía loco ante la desesperación de no saber nada de sus padres. Había intentado llamarles, con exhaustiva insistencia. Pero parecía que las líneas telefónicas habían sido cortadas de tajo.
Lanzó su móvil contra el colchón y se pasó una mano por la cara, tallándose con fuerza ante la frustración. Desde que se habían refugiado con Bobby y la electricidad había vuelto, incesantemente habían tratado de comunicarse con ellos, sin éxito alguno.

Lo mismo en el caso de los Novak. Parecía que el silencio se había tragado al resto del mundo.

Sintió una mano en el hombro, recibiendo la sonrisa de Jo cuando estuvo en su campo de visión.

— Llegarán.

—Tu no sabes eso.

—Pero sí lo sé. Ellos aún deben reñirte por ser un idiota que permitió que un lobo casi le arrancara el brazo.

Aquello le hizo bufar, después reír. Pronto, Jo y Dean estaban sumergidos en una charla que implicaba la vergonzosa infancia del Alfa. Ese, pensó, fue el único día en el que se permitiría distraerse un poco. Y el día siguiente. Y de pronto, parecía que todo hubiera sido un sueño, y el mundo no se había vuelto loco.

La fuerza del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora