Pérdida

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Autora: Scarlet Raven

Parejas: Destiel, Sabriel.

Derechos: Los personajes no me pertenecen, naturalmente y para mi desgracia. Únicamente la historia es imaginación mía.

Disclaimer: Fanfic basado principalmente en la canción "La fuerza del destino", de Mecano. Con ligeras o enormes desviaciones hacia lo apocalíptico, sin sonrisas de por medio y disculpas de ante mano por la calidad. ¡Universo alterno!

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El alba mostraba tonos multicolores en el cielo. Un tenue naranja, llegando a lo cobrizo, despedía las estrellas.

—No parece que haya alguien cerca— musitó Gabriel, quien vigilaba el perímetro con binoculares que abarcaban la mitad de su rostro.

Dean inhaló hondo, buscando alguna esencia que fuera ajena de los chicos que descansaban dentro del auto. Sin embargo, el único aroma que percibía era el de los pinos que rodeaban el área en la que se encontraban. Un par de minutos antes, se habían detenido para poder descansar y, de paso, procesar todo lo que había ocurrido horas antes.

Con todo su esfuerzo, Dean trataba de evitar pensar en lo que había sucedido con Jo, quien había sido como una hermana para él. Pensar en que jamás volvería a verla, se sentía como una estaca en el pecho, y su instinto Alfa no hacía más que tratar de enfurecerse, gruñir y tomar venganza por ello.

Bobby estaba mucho peor. Alejado de todos ellos, mantenía la cabeza gacha; su aroma, sin embargo, impedía que cualquiera de ellos, especialmente Dean, se acercara. Él lo vigilaba discretamente, solo para asegurarse que no cometía alguna locura.

Tras unos minutos, en los cuales Bobby únicamente se limitó a sentarse en el interior de su camioneta, Dean tomó los binoculares que Gabriel extendió para él y se dedicó a examinar el terreno tan detenidamente como le fuera posible a esa distancia.

A unos cien metros, podían divisar una valla eléctrica. No era como las dos primeras con las que se toparon: rotas, oxidadas. Parecían salidas de una película con poco presupuesto, y aunque mantenían letreros sobre estar electrificada, bastó que Bobby las arroyara para pasar sin problema alguno. Sin embargo, la valla que en ese momento estaba frente a ellos, era gruesa, alta. Bastó que un pájaro pasara cerca de ella para darse cuenta de que permanecía activa, probablemente con una descarga alta.

—Quizás rodea la ciudad.

—No tiene vigilancia.

—Pero está activa— puntualizó Sam.

—Quizás podamos pasarla— murmuró Dean. Nuevamente, analizó la valla. Tras ella, la tierra se hundía un par de metros en trincheras sin vigilancia a plena vista. Un débil zumbido se percibía del metal.

—Bien. Iré primero.

—No.

Todos voltearon a mirar a Bobby, quien hasta ese momento se había mantenido a distancia, y ahora, bajaba de su camioneta con parsimonia. Evitó mirarlos.

—Iré yo.

Sam se paró frente a él.

—No. Bobby, escucha. Jo no querría...

—¿Qué sabes tú sobre lo que ella querría, niño idiota?— escupió. Sam tragó, en su rostro se mostraba el dolor que compartía con el hombre. Ellos sabían. El dolor hablaba por Bobby. Lo haría por cualquiera, de estar en la misma posición.

—Sé que no querría a su padre muerto. Y tú lo sabes tan bien como yo.

Se observaron en silencio, cada uno dispuesto a mantener su firme decisión. Hasta que Dean habló, firme, sin lugar a protestas.

La fuerza del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora