Capítulo 1: Renacimiento. Parte 1

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–Parte 1–

El Reino del Sol

Es el fin. Hemos llegado al límite. Ya no queda nada más a nuestro alcance que podamos hacer. A mi alrededor, sólo veo muerte y desolación. Todo se esfuma lentamente. Todo lo que hemos logrado en tantos siglos se desvanece ante mis ojos. Todo se derrumba. Aquellos que logren sobrevivir, recuerden esto: todo el conocimiento que la humanidad ha alcanzado luego de tantos milenios aún vive. Quizás les sirva de algo...

Memorias del Hundimiento. Pasaje extraído de un diario anónimo.

Uno de los sueños más antiguos de los humanos siempre ha sido el de alcanzar el punto más alto del cielo por su propia cuenta. El deseo de surcar libremente y sin limitación alguna la inmensidad del espacio por sobre sus cabezas. Ésa había sido su ambición más grande durante muchos milenios de existencia. Quien pudiese alcanzar aquel punto, no conocería límite alguno para su capacidad. Sería el ser con mayor libertad en toda la existencia, como si fuesen una gigantesca y blanca nube más, moviéndose suavemente en todas direcciones, con total albedrío. Incluso creían que ése sería el día en que la humanidad finalmente se encontraría con el Gran Arquitecto; aquel que les había dado origen a ellos y a todo su entorno. Sería el momento en que la humanidad hubiese alcanzado su máximo esplendor. Cuando comprobaran que no había límite alguno para su infinita capacidad. En aquellos días, nunca nadie hubiese siquiera podido comenzar a creer que en el futuro, lejano y distante, el momento finalmente llegaría.

Allí, en lo más alto del cielo azul, aquel lugar conocido como "el punto en que la Tierra se encuentra con el Sol", se hallaba una imponente construcción flotando en mitad del aire. Era tan grande y majestuosa que una no podía evitar asociarla con un monumento sagrado. En aquel sitio, cuya magnífica arquitectura recordaba a una especie de pirámide o templo antiguo, se llevaban a cabo los procesos más importantes de la nueva civilización, desde la toma de importantes decisiones hasta la administración de recursos. Había sido diseñada específicamente para ello, incluso cada uno de los numerosos pisos tenía una función específica a realizar.

No existían conexiones físicas con el resto del entorno. Si alguna de las aproximadamente doscientas personas que allí se desempeñaban deseaba acceder allí, debía hacerlo por medio de una plataforma especial que lo teletransportaría hasta aquel lugar. No tardarían ni cinco segundos en transportarse de un lugar a otro.

Ese día, un hombre de unos cuarenta años de edad ingresó al primer piso de aquel enorme sitio. Tanto su mirada como su expresión facial eran increíblemente profundas y fuertes, como la de alguien con ideales inquebrantables. Una actitud de acero, alcanzada tras numerosos años de diversas experiencias. Su negro cabello, largo hasta los hombros, se movía al compás de los rápidos pasos del hombre. Sus ropas blancas combinaban con el entorno en el que ahora se encontraba. Se trataba de un largo pasillo con enormes ventanas desde las que podía observarse el vertiginoso exterior. Se encontraba increíblemente alto, tanto que podían observarse las gigantescas e inmensas nubes en la zona baja del cielo, así como también las pequeñas y delicadas nubes que rodeaban aquel sitio. Parecían como un suave manto celestial que abrazaba aquello que encontrase en su paso. Un saludo del cielo.

No era posible distinguir el sol debido a la hora del día. En ese entonces, estaría por encima de aquel colosal lugar, coronándolo como si fuese el rey del cielo. Podían notarse también, allí por la lejanía, como pequeñas sombras que surcaban el cielo rápidamente, por encima de las nubes de las profundidades. No se lograba distinguir lo que eran, pero eso no le importaba en ese momento.

Celestia, 523 d.H.Where stories live. Discover now