Capítulo 3:

134 9 7
                                    

Estaba satisfecho por haberla atrapado a tiempo, ya que si no se hubiera perdido en medio del océano y hubiésemos tenido problemas.

Aunque no me sentía muy bien después de darle un guantazo en la cara…eso sobraba, pero como me pegó se me fue la cabeza un par de minutos.

''Eres idiota, no deberías haber pegado a una chica´´

'' ¿Y tú quién eres?´´

''Soy tu maldita conciencia, o es que no ves que tengo la misma voz que tú´´

''Tienes razón´´

''No deberías castigarla…aún´´

''Pero ha intentado escapar y…´´

'' ¡Qué no! Espérate a que haga algo malo, o a que haga las pruebas que son bastante dolorosas, ¿o no has visto como lloraban las chicas de catorce años, hoy?´´

''Tienes razón, pero aún así voy a tomar una nueva medida´´

''Bien pensado, ahora retira la orden´´

-¡Chicos! Llevadla a su habitación, en seguida voy yo-ordené a los muchachos que la ayudaban a andar.

Ellos asintieron y la llevaron a su habitación.

Después de unos minutos que me llevó explicarle a Kevin que no la iba a castigar, me dirigí a su habitación.

Todas las chicas estaban a su alrededor preguntándole cosas, mientras que tres chicas bastante buenas, estaban limándose las uñas en una litera.

-¡Apartaos!-les grité. Y en una milésima de segundo todas se apartaron como si Bella tuviera la peste.

-Al final he pensado que no voy a tomar la medida de la cámara del sonido, pero si otras-le expliqué sentándome en su cama.

Ella estaba tumbada con las manos aún esposadas. La verdad es que era muy guapa… ¡Pero qué narices estoy diciendo!

Ella asintió atónita.

-¿Te preguntarás que medidas, no?-dije con una sonrisa divertida.

Ella volvió a asentir y me miró fijamente.

Me acerqué a ella y le quité una de las esposas de su muñeca, la puse en uno de los barrotes de la litera y así no podría escaparse.

Ella me miró obsoleta y mi sonrisa se hizo más grande aún. Me encantaba molestarla.

-¿Qué demonios haces? ¿Y si tengo que mear, qué?-preguntó al borde de perder la cordura.

-Entonces tendrás que pedirle a una de tus compañeras que pulse el botón rojo y pedir que te quiten las esposas para hacer tus necesidades o ducharte-sonreí-Y si necesitas ayuda para ducharte no dudes en pedírmela a mí-le expliqué con un toque de perversión.

Ella hizo una mueca y se cruzó de brazos como pudo, ya que las esposas no la dejaban casi moverse.

-¡Ah, y tengo una nueva noticia-advertí.

Unos murmullos de confusión y curiosidad me interrumpieron.

-Os voy a dar un walkie talkie para que os podáis comunicar con las chicas de otras edades y así os sintáis menos encerradas-expliqué mientras se lo entregaba a Bella, le guiñé un ojo y salí cerrando la puerta tras de mí.

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Maldito bastardo. ¿Cómo se atrevía a esposarme a una litera? Es un enfermo mental. Sinceramente, no creo que unos médicos esposen a sus pacientes…espera un momento.

SIGUE INSTRUCCIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora