La vida siempre nos pone a prueba, nos hace titilar de forma extravagante para que así, logremos despertarnos de un sueño profundo.
En ocasiones me gusta pensar que nada nos pertenece y que todo a nuestro alrededor es finito, corto, ocasional y siempre se termina. Los momentos van y vienen, los días pasan y las noches tocan nuestro rostro.
Sin embargo,hay días en los cuales nos sentimos muy rotos por dentro, devastados y como si llevásemos un fondo de cristal y que ese cristal se haya roto y con esos minúsculos fragmentos nos perfora cada parte nuestra y penetra en los rincones más olvidados y postergados del alma.
Y duele, duele a tal extremo de que nos vemos infinitamente desvanecidos y olvidados.
Los días solo son días y cada segundo, es una eterna tortura. No se sabe por dónde encarar porque todas las puertas tienen llaves y el cielo está apagado como nuestro interior, buscamos una salida, pero el cielo nos ignora.
Y así andamos, buscando cada parte de nuestro corazón que se ha roto y no entendemos el por qué ni el cómo por una simple razón; no la hay. Y quizá sea mejor no saberlo nunca.
En los rincones más rotundos del alma y del espíritu, en los momentos donde nos perdemos, tocamos el punto donde se conecta absolutamente todo lo demás y que está en la última fila de vida, esos lugares más siniestros y dolorosos, descubrimos esa fibra que nos hace vivir día a día y de lo que estamos hechos.
En ese instante, estamos en la balanza de nuestro interior, observando cómo funciona nuestro ser.
Nos quedamos en silencio, mientras tanto en nuestra mente, se libera una tensión contra uno mismo y contra todo lo que conocemos.
Cuando uno está roto por dentro, todo lo exterior se corrompe de cierta manera. Pueden ser lugares, imágenes, recuerdos y por supuesto; personas.
Hay días en donde me despierto y siento un océano de tristeza al lado de mi cama, mi único miedo es perderte allí y no saber nada sobre ti.
El mayor miedo que llevo, es saber que ese océano no está allí afuera
sino que lo llevo en mi interior.
Pero, mi mayor miedo auténtico es no ser un puerto seguro y perderte en él
y no verte regresar jamás.

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Océano en mi habitación.
ŞiirLa vida siempre nos pone a prueba, nos pone en jaque y hace que estemos siempre en movimiento y pocas veces en descanso. En ocasiones solemos pensar que nada nos pertenece y que todo a nuestro alrededor es finito, corto, ocasional y siempre se ter...