Cap. 21: Decepción

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―¿En qué piensas querido? ―Preguntó Tange mientras acariciaba la espalda de su esposo.

Era muy tarde, los niños dormían, pero Lheo otra vez permanecía despierto. Sentado en la cama apoyaba la cabeza sobre sus manos, como si sus pensamientos le pesaran.

―En una canción ―Respondió distraídamente.

―¿Otra más sobre la Ley?

―No

―Entonces ¿sobre qué?

―La muerte.

―¿Eh? ¿Por qué elegiste un tema tan feo? En mi último parto sentí que me moría, es horrible ¿Qué vas a cantar sobre eso?

―Lo que sentí: que moría  contigo.

―Ahhh… querido…

Lheo abrazó a Tange con ternura, le acarició suavemente las mejillas y apoyó la cabeza sobre su pecho con un suspiro.

Ella pasó las manos por sus finos cabellos y le besó la frente.

―Te amo y te deseo, aunque no se pueda hacer… ―Dijo él

―Sabes bien que después del parto no podremos por un tiempo ―Murmuró ella inclinándose sobre su oído ―Pero, si quieres, te acaricio...

―Hazme lo que quieras, mi vida, sabes que mi cuerpo es tuyo.

―¿En serio? No sé, a veces me cuesta creerlo del todo

―¿Porqué?

―Eres muy fuerte, no puedo creer ser dueña de toda tu fuerza.

Lheo levantó la cabeza y la miró a los ojos. Le pareció que no era eso todo lo que ella pensaba.

―Dilo todo ¿Porqué no crees que soy todo tuyo?

Tange rió suavemente, no quería despertar a Yuel, recién se dormía.

―Bueno Lheo, si quieres lo digo, pero no te ofendas.

―¿Cómo podría ofenderme?

―Mmmm… bueno… sé que tienes deseos…a ver ¿Cómo me explico?  Diferentes

Había algo perturbador en esa palabra. Lheo se revolvió entre las mantas e, inconscientemente, trató de acomodarse la poca ropa que llevaba puesta.

―¿Diferentes de qué? No te entiendo, mi amor.

―¿En serio? ¿No me entiendes?

Él sintió calor en sus mejillas y la necesidad de levantarse para buscar un poco de agua.

Se sirvió una taza y trajo otra para su esposa, que la rechazó.

―No te pedí agua ¡Ya veo que te ofendiste!

―No… no, te lo juro… ya te lo dije, nada de ti podría ofenderme.

―Bueno, ya lo veremos cuando realicemos alguno de esos deseos.

―Querida, no sé a qué te refieres ¿Hay alguno que no hayamos realizado?

Ella se pasó una mano por la cara y se quedó pensando. Necesitaba explicar algo pero no sabía cómo empezar.

―Tú me hablaste de la muerte ¿Verdad?

―Sí, pero ¿Qué tiene que ver eso?

―Bueno, ver de cerca la muerte te cambia un poco, te hace ver que no puedes prohibirte nada en la vida.

―¿Cómo? Mi cielo, no es así ¿Cómo qué no puedes prohibirte nada? siempre habrá cosas prohibidas, si cada uno hiciera lo que quisiera el mundo sería un caos.

Hijos de las Estrellas - 1º Parte: CosmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora