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Las patrullas policiales habían rodeado el auto, obligando al secuestrador a frenar agresivamente.

HoSeok golpeó con sus manos una y otra vez el volante. Sollozó entre sus brazos, intentando hacerse una idea de lo que ocurriría después.

Quitó la tela de la boca de TaeHyung y acarició su rostro. Con un poco de dificultad lo tomó en brazos y salió del auto, escucharon el sonido de los policías preparados para disparar ante cualquier amenaza.

Se dejó caer en la puerta del auto mientras lloraba, meciendo el cuerpo débil de TaeHyung. Miró fijamente su rostro y sonrió con dulzura.

—Incluso en las peores situaciones eres tan hermoso.

Los ojos del castaño pasearon por las patrullas, notó como sus amados salían de uno de los autos.

Ellos lloraban de felicidad, se abrazaban y sonreían.

TaeHyung también notó como varias cámaras apuntaban a ellos. ¿Desde cuándo les importaba tanto casos como éste?

—¡Suelta a TaeHyung y no dispararemos!—grita el oficial y HoSeok deja escapar una sonrisa llena de tristeza.

El mundo entero estaba atento a esos dos.

Rezando por él, para que pudiera seguir con su vida. Pero TaeHyung sentía el peso de los hechos en su consciencia, era tan doloroso.

Era como una herida que jamás sanaría, al contrario, se pudrirá lentamente hasta acabarlo por completo.

Dejó escapar un suspiro, disculpándose una y otra vez. Observó a su madre, sus ojos brillaban de esperanza, la misma que él había tenido hace tiempo.

Desearía abrazarlos por última vez, decirles lo mucho que los amaba, pero era imposible.

—¿Estás listo, bebé?—pregunta HoSeok con lágrimas gruesas adornando su rostro.

Los explosivos en su cuerpo gritaban que ya no había vuelta atrás. El secuestrador tembló al darle el pulsador a su víctima. Enterró el rostro en el cuello de TaeHyung y lloró tan fuerte que todos pudieron escucharlo.

—Esto no debía terminar así.—dice acariciando los mechones húmedos del castaño.—Hice todo esto por que te amo tanto—las lágrimas caían por sus mejillas, salpicando el rostro sucio del menor.

TaeHyung mantuvo su vista en su familia, las personas que habían luchado por él, incluso en el dolor. Se sintió egoísta, pero nadie jamás comprendería del dolor que le causaba cada uno de esos repugnantes recuerdos.

Prefirió morir a tener que ver esas cicatrices el resto de su vida.

Todo se volvió lento, los gritos dejaron de oírse y los estruendos de los disparos se callaron.

HoSeok no dejó de mirar a su amado ni un segundo. Con una sonrisa de eterna tristeza, besó los labios resecos y morados del veinteañero.

Apartó su rostro de él y observó a sus seres queridos. Tatuando la imágenes de sus rostros y cuerpos en su memoria por la eternidad.

Lo siento mamá, rompí mi promesa.

Tembló con terror en los brazos de aquel hombre que lo llevó a semejante situación. Tenía miedo, incluso llegó a arrepentirse pero, una vez más, recordó esos interminables días de angustia. Contando cada hora, cada minuto, cada segundo para volver a casa.

Lo siento papá, ya no volveré.

HoSeok le sonrió y abrazó, sabiendo que por fin su deseo se cumpliría. No sentía culpa, después de todo su objetivo se logró. Miró a NamJoon con ojos llenos de satisfacción, el muchacho lloraba a cántaros mientras hablaba, prácticamente a gritos, con un policía.

—¡Maten a ese hijo de puta!—vocifera señalando a HoSeok con ira.—¡Están ahí por el amor de dios! ¡Hagan algo!—el policía intenta relajarlo sin embargo el rubio parecía más que impaciente por volver a tener a su amado en sus brazos. Lo había extrañado tanto, HoSeok podía notarlo, pero solo uno podía tenerlo y si no era suyo, entonces no sería de nadie.

Lo siento mi amor, pero no llores.

TaeHyung acarició el botón y tomó aire. Sus pulmones ardían y su corazón latía a toda velocidad. Sollozó suavemente mientras su secuestrador besaba su frente susurrando una y otra vez cuando lo amaba.

Lo siento JiMin, jamás te olvides de mí.

El pulsó le tembló y los gritos desgarradores se escucharon al compás de la explosión. Las manos del oficial fueron a su cabeza, sin creer que había ocurrido.

—¡Muevanse ahora!—ordenó y los patrulleros corrieron hacia los restos de los cuerpos que ahora, simplemente eran una gran mancha roja. La escena era visceral.

Varios hombres tuvieron que tomar de los brazos a la mujer destrozada, intentando acercarse a la escena. Gritó y pataleó pidiendo por su hijo. ¿Como es que todo había terminado asi? Después de tanto dolor y angustia. Su hijo, su pequeño bebé. ¿Por qué él? Se lanzó contra la patrulla blanca y tapó su rostro con sus manos.

NamJoon apoyó una mano en su pecho, sin creer lo que había ocurrido. El aire había escapado de sus pulmones, los ojos grandes y brillantes por las lágrimas deseando caer desesperadas. Quería creer que aquello era una simple pesadilla. Debió haberlo cuidado más, debió haberlo acompañado aquella noche. Debió quedarse a su lado.

El hombre canoso sintió como su corazón se rompía en miles de pedazos llorando a cántaros, dejando que  el dolor domine su cuerpo.

—¡Cual es su maldito problema!—gritó tomando del cuello al oficial.—¿¡Por qué no hizo nada!?—lo empujó contra el automóvil.—Mi hijo...—miró a su esposa quién lloraba desconsoladamente en el suelo.

JiMin no lo entendía, ¿por qué? ¡Podían haberlo superado juntos! Se colocó en posición fetal en el frío asfalto, ignoró las manos de su prometida intentando contenerlo. Parte de su corazón se había largado junto a su amado amigo. Tantos recuerdos, tantas experiencias. Extrañaba a su amigo, soñaba con abrazarlo y decirle cuando lo quería. Pero ahora ya no estaba. Inevitablemente se sintió culpable, pensó que debía haber hecho algo más. Un poco más que hubiese cambiado el rumbo de la historia.

Lo siento TaeHyung, pero lo intenté.


Esa semana, aquella carretera se llenó de flores y cartas de amor por su intensa valentía.

Los carteles de contención rondaron por todo el país, incluso por el mundo entero.

Las cintas negras decoraron los pechos de los familiares en memoria de su amado TaeHyung.

A nivel mundial, las personas se encontraban gritando su nombre junto a sus propias pérdidas.



Porque aquello era real, y no hay nada más
doloroso que perderte.



Pero si no vuelvo, si rompo mi promesa, prometanme a mí que no dejarán que mi ausencia les haga daño. Los amo eternamente.

Kim TaeHyung.

Serás mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora