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Sus ojos se abrieron rápidamente al sentir el movimiento agresivo. HoSeok lo estaba levantando.

Observó confundido a su al rededor y notó como salían del hogar. Su corazón golpeó su pecho, creyendo que sería libre pero no fue así.

Su secuestrador lo metió al coche, colocó una manta sobre su cuerpo. Se sentó del lado del piloto y se colocó una gorra para después colocarle un barbijo al rubio.

Revolvió entre las cosas del auto, encontrando pastillas celestes ovaladas. Bajó el barbijo de TaeHyung y metió las pastillas en su boca, él se negó a tragarlas escupiendo y vomitando un poco.

HoSeok lo tomó del cabello y volvió a agarrar las pastillas del suelo, las llevó a la boca del menor, metiendo sus dedos para obligarlo a tragar.

—¡Trágate las putas pastillas!—gritó golpeándolo en la boca. TaeHyung lloró y obedeció, el mayor sonrió complacido para después volver a colocarle el barbijo.

El rubio comenzó a sentirse mareado. Recostó su cabeza en el asiento y observó hacia la ventana. Vio la casa en la qué había estado y el enorme campo cubierto de nieve que la rodeaba.

Lo último que recordaba era a HoSeok acomodando la manta hasta su garganta y luego el sonido del motor.


Sus ojos volvieron a abrirse y el lugar era diferente a la otra casa. Olía a húmedo y era muy frío, el colchón era un poco más relleno que el anterior y tenía varias mantas encima. Su cuerpo ardía por completo.

—Hola bebé.—la voz que tanto le aterraba hizo que su cuerpo temblara. HoSeok entró con un plato de avena y un vaso de leche.—Debes comer, ven.—lo sentó entre sus piernas y le dió de comer lentamente.

Su estomago gruñía y notó que las ataduras en sus pies ahora eran más ligeras, y sus brazos ahora estaban en su parte delantera a diferencia de antes. Comió en silencio lo que él le ofrecía, saboreando cada bocado como si fuese el último.

Y no iba a negar, jamás le había gustado la leche, pero ahora sabía como un manjar de los dioses, incluso se atrevió a pedir más. HoSeok sonrió y asintió antes de volver a desaparecer.

Miró el televisor con caricaturas viejas. Deseó tanto poder ver que ocurría en el exterior.

—Compré ese CD para tí, sé que son tus favoritas.—comenta HoSeok sentándose a su lado para darle de comer aún más.

TaeHyung seguía atontado por los medicamentos, quizás por ello sentía menos el peso de la situación, acercándose a su secuestrador como si fuese inofensivo.

—¿Dónde estamos?—cuestiona entre bocados.

—Eso no importa cariño.—acaricia los cabellos de su amado y sonríe dulcemente.—Eres tan lindo cuando obedeces—besa su frente y observa los ojos brillantes de TaeHyung.—ya verás lo felices que seremos juntos.

TaeHyung sintió que eso no terminaría bien.

Papá espérame y juguemos fútbol juntos, quiero la revancha desde la última vez. Volveré, y te ganaré, lo prometo.

Serás mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora