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Dedicada a un/a lector/a que me dió la idea...
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Es aquí en dónde digo; ¿No debería estar en casa?.

Se debe a que estoy en un prostíbulo, junto a mi mejor amiga Jisoo. Acepté venir, sólo para que no me siguiera molestando. Pero me molesta aún más el olor a viejo verde que hay.

- Repíteme el porqué decidí acompañarte.– Le dije a Jisoo, que se notaba que ya estaba ebria.

- Porque quieres sexo, amiga.– Ahí recordé la verdadera razón por la que vine. Lo sé, suena necesitado, pero no aguanto. ¡Han sido años desde la última vez que tuve sexo!.

- No veo a nadie que sea pasable para mí.– Miré al rededor, pero no había ninguna chica que llamara mi atención.

- Creo que te gustará la gatita de ahí.– Apuntó a una chica que se encontraba de espaldas. Ella estaba sobre las piernas de un hombre, mientras él tenía su mano posada en su trasero. Nunca me ha gustado la manera en que son tratadas las chicas que trabajan en ésto, pero no hay nada que pueda hacer al respecto.

- No puedo verla.– Dije. Observé detenidamente a la chica, y la inspeccioné con la mirada. Tiene una figura espectacular...Es morena y esbelta, con un buen trasero.

- ¡Hey!.– Gritó Jisoo. Me sorprendió.

- ¿Qué haces, idiota?.– Le dije con el ceño fruncido.

- La llamo.– Dijo levantando los hombros. La iba a regañar, pero una joven había hecho presencia.

- ¿Qué desean, hermosas?.– Sonrió coquetamente. Era muy hermosa.

- A tí, linda.– Dijo Jisoo. La miré con el ceño fruncido nuevamente.– Y a la chica de allá.– Apuntó a la morena.

- Lo lamento, pero ellos ya la han comprado.– Hizo un puchero.– Pero si desean, puedo hacer un dos por uno. Sólo por ésta noche.– Volvió a sonreír.

- ¿Cómo que la compraron?.– Pregunté. Que ella sea más difícil de conseguir, por más mal que suene, la hace aún más deseable.

- Ellos le han pagado para que no esté con nadie más ésta noche.– Explicó amablemente.

- ¿Cuánto?.– Pregunté.

- No me digas que vas a comprarla, Lisa.– Dijo Jisoo. Asentí.– ¡Hay más chicas!.– Levanté los hombros, restándole importancia.– ¡Bah!. Haz lo que quieras.

- ¿Cuánto?.– Volví a preguntarle a la chica.

- 750.000 dólares, la hora.– Respondió.

- ¿Es de oro, o qué?.– Dijo Jisoo fastidiada.

- Cálmate.– Le dije a Jisoo.– Bien. Dile que la compro.– No me gusta esa palabra, pero es la única que se me ocurre.

- ¿Usted?.– Dijo la chica, mirándome.– ¿Cómo va a pagar todo eso?.– Alzó una ceja.

- ¿Se puede pagar con tarjeta?.– Dije, mostrando mi tarjeta platinum. La chica abrió sus ojos sorprendida, y se  echó un poco hacia atrás.

- A-ahora mismo le digo.– Se fue hasta la chica morena. Le habló y la morena me miró, no la veo muy bien por la luz, pero alcanzo a ver que me apuntó, preguntándole algo a la otra chica, que asintió. Se paró y le entregó un fajo de dinero a los tipos, los que se pararon y estaban dispuestos a golpearla, pero unos guardias se hicieron presentes. La morena venía caminando hasta a mí, moviendo sus voluptuosas caderas. Entre más se acercaba, más podía ver sus facciones. Es increíblemente hermosa...

- Hola, linda.– Sonrió. Es muy bella, y lo repitiría mil veces si es necesario.

- Hola.– Sonreí de la misma manera. Ella se sentó en mis piernas y dió un pequeño saltito, junto con un gemido. Se había sentado sobre mi miembro. ¿Qué puedo decir?. Soy una chica dotada.

- Ya fóllala, que el tiempo corre.– Dijo Jisoo. Sacándome de mis pensamientos.

Tomé a la chica, delicadamente, con una mano, y la llevé hasta la salida.

- Lo siento, no puedo salir del club.– Dijo, deteniéndose en plena puerta.

- ¿Por qué?.– Pregunté.

- Porque se supone que debe ser en las habitaciones de aquí.– Dijo.– Es aquí, o no es.– Se cruzó de brazos. Que problemática es...

- Te daré 100.000 dólares más.– Suspiré.

- Lo siento. El dueño decidió esa regla.– Me miró de arriba a abajo.

- ¿Quién es?.– Pregunté. Perfectamente podría haber buscado a otra chica, pero ésta me llamó mucho la atención.

- Ella.– Apuntó a una chica que se encontraba no muy lejos.

Caminé hasta a ella, y la miré. Nunca me hubiera imaginado que ella sería dueña de un prostíbulo.

- L-Lisa...¿Qué haces aquí?.– Preguntó Mina, nerviosa. Es mi prima.

- Venía a comprarte el prostíbulo, pero ahora que lo pienso...– Dije mirándola con una sonrisa.– Quiero llevarme a ésta chica a mi departamento, pero dijo que no se puede, según las reglas que tú impusiste.

- Ya veo...Son las reglas, pero tú si puedes.– Me sonrió.– Diviértete, y no le digas a mis padres.– Me pidió.

- Claro que no. Simio no mata a simio.– Reí. Tomé nuevamente la mano de la morena, y la miré.– ¿Ahora sí?.– Le sonreí coqueta. Ella me sonrió, y asintió.

La llevé hasta mi departamento, el cual uso para éste tipo de cosas. Estaba un poco polvoriento, ya que cómo dije, hace mucho que no tengo sexo.

- Ésto es muy lujoso.– Dijo mirando al rededor.

- Lo es.– Dije, mientras me acercaba a ella. La besé y comencé a desnudarla lo más rápido posible. Estoy muy impaciente. Ha pasado tanto tiempo...

- ¿Que servicio deseas primero?.– Dijo, jadeando mientras se alejaba un poco de mí.

- Una mamada estaría bien.– Dije,  sonriendo. Ella asintió y se arrodilló. Sus ojos se abrieron muy grande cuando sacó mi pene.

- E-es muy grande.– Dijo. Asentí. Ella sonrió y lamió la punta. No me resistí y tomé su cabeza y la empujé aún más hacia a mí. Sentí una arcada de su parte, pero siguió con su trabajo.

- Eso...– Gemí. Me vine en su boca, mientras ella se salía.

- El venirse dentro de mi boca tiene costo extra.– Frunció el ceño.

- No me interesa.– Dije. El dinero es lo de menos.

La tomé de la cintura y la tiré sobre la cama. Su pechos eran grandes, no exageradamente, pero si tenían la forma perfecta.

Metí mi pene hasta al fondo, en una sola, y fuerte embestida. Ella gimió al instante, y se corrió.

- L-lo siento.– Dijo avergonzada. Se veía muy tierna.– Nunca me había pasado...– Se refería al pronto orgasmo que tuvo.

- No te preocupes.– Dije. Empecé nuevamente con las embestidas, sin tener mucha piedad, ya que ella parecía gemir de dolor. Después de un rato, me detuve.– ¿Estás bien?.– Le pregunté. Ví unas pequeñas lágrimas  en sus ojos.

- S-si...– Dijo.– No te detengas. Es mi trabajo.– La miré con tristeza. Ella no merece ser tratada así. Me salí de su interior y me vestí.– ¡Perdón!.– Dijo preocupada.– Todo es gratis, pero por favor no le diga a la jefa.– Pidió. Realmente me sorprendí. Reí, de lo tierna que se veía así.

- ¿Quieres algo para comer?.– Le dije con amabilidad. Ella me miró sorprendida.

- ¿N-no está enojada?.– Negué con la cabeza.

- Te pagué para que estuvieras una noche conmigo, no es necesario que tengamos sexo.– Le dije. Era mentira. Me encontraba muy caliente, pero me dió tristeza verla así.– ¿Quieres ver una película?.– Ella se quedó mirándome un momento, pero luego sonrió y asintió.

Prostituta.- Jenlisa [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora