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¿Realmente me estaba diciendo eso?. No parece ser una broma...

- ¿T-tú estuviste jugando conmigo todo este tiempo?.– Fruncí mi ceño, y ella dejó su copa a un lado y me tomó de ambas mejillas.

- Al principio si, pero ya no. Realmente me gustas...Te amo.– Me besó. Su sonrisa la hacía ver sincera. Yo no sé cómo reaccionar ante la situación, así que simplemente me quedo viéndola como una estúpida.

- No sé que hacer...– Me reí nerviosa. Ella me miró enternecida.

- Simplemente sigamos como estábamos. No es necesario cambiar nada. Excepto que me gustaría que me ayudaras con mi negocio... Verás que no me gusta mucho este trabajo, así que necesito un local nuevo.– Acarició mi pelo, haciéndose la inocente.

- Tú de verdad no tienes vergüenza.– Reí y besé su mejilla, y ella sólo se encogió de hombros riendo.– Te compraré todo lo que quieras, mientras seas mía. Yo te cuidaré.– Le sonreí. Ella frunció el ceño y se apartó de mí, lo cual me dejó bastante confundida.

- Lisa, querida. No soy de nadie. Si me amas, está bien. Simplemente somos dos personas con sentimientos mutuos, pero no nos pertenecemos...Al menos no mientras no nos casemos.– Me miró seria.

- Creo que tienes razón.– Reí. Creo que esta vez entiendo lo que planea hacer.– Aunque yo nunca me casaré.– Intenté bromear con ella, pero no pareció haberle dado gracia.

- Entonces jamás seré tuya.– Se levantó con los brazos cruzados, y haciendo un mohín. Muy tierno de su parte. Pero luego se fue echando humos hasta una puerta que yo no había visto antes.

- Dios...No quiero casarme aún.– Suspiré estando sola. Me reí y me levanté para seguirla.– Jennie.– Dije al pasar la puerta. Me encontré con una  imagen bastante perturbadora. Habían muchas chicas con señores, teniendo relaciones sexuales...Para mi suerte, Jennie no estaba ahí. Decidí pasar de largo, hasta una puerta que decía: "J.K.". Al abrirla ví a Jennie bebiendo de su copa, y leyendo un libro, tranquilamente. Todo era muy extraño, incluídos sus cambios de humor.

- ¿Entonces?.– Dijo mientras seguía sin mirarme.

- ¿Entonces qué?.– Pregunté acercándome a ella. Leí la tapa del libro, y decía "Your Name".

- ¿No te casarías conmigo?.– Preguntó.

- Nunca dije eso...– Respondí abrazándola.

- ¿Entonces te casarías conmigo?.– Preguntó.

- Tampoco dije eso...– Reí nerviosa.

- No te entiendo. Me amas, pero no te quieres casar conmigo...– Ahora si me miró.

- No es el tiempo...Hay que darle tiempo al ti--

- No me vengas con esa pendejada. Esta bien si no quieres casarte. Ya no me importa.– Rodó los ojos. No puedo negarle nada...

- Si quiero casarme contigo.– Le acaricié la mejilla.

- ¿Sí?.– Me sonrió. Asentí.– ¿Cuándo?.

- Cuando quieras.– La besé. En el beso sentí su sonrisa de satisfacción. ¿Me estaba manipulando de nuevo?. Me separé del beso.– ¿No es uno de tus trucos verdad?.– Pregunté con una ceja alzada. Ella lanzó una carcajada sonora, y llena de burla.

- Tal vez. ¿Quién sabe?.– Me sonrió de forma malévola.

- Eres una arpía.– Le comencé a hacer cosquillas y me embobé con su risa.

- Pero pronto seré tu arpía.– Dijo cuando terminó de reír. Realmente si me encantaba la idea de tenerla como esposa. Al solo imaginarla en su vestido de novia, me aceleraba el corazón de gran manera.

La besé, y ella a mí...Una sesión de besos había comenzado, y eso me indica lo que viene.

Mi miembro estaba levantándose, y mis ganas de hacerla mía se acrecentaba cada vez más. Era algo casi imposible de contener.

Mis manos se posaron en sus muslos, levantándola y subiéndola a su escritorio, aunque antes había corrido algunas cosas para que no le doliera. Ella enredó sus piernas a través de mis caderas, creando más fricción entre nosotras...

Su pelvis se movía a la perfección, y yo embestía por encima de la ropa. Sus jadeos y gemidos me hacían excitar aún más.

Me desabroché el pantalón, y sin bajarlo, saqué mi miembro. Ella lo miró, y sus ojos se volvieron aún más oscuros de lo normal. Su lengua recorrió su labio inferior con total lentitud... Se bajó del escritorio y se puso de rodillas. Tomó mi erecto miembro entre sus manos, y sin previo aviso, lo introdujo lo más posible dentro de su boca. Estuve a punto de correrme con solo ese acto, pero no pasaría vergüenza ahora, así que me contuve. Aunque era casi imposible de aguantar, con los tan experimentados movimientos de su boca.

La tomé del pelo, ayudándola a llegar un poco más al fondo.

Estuve a punto de correrme de nuevo, pero la saqué y ella me miró confundida. Le dí la vuelta, para que se apoyara en el escritorio, y de una sola embestida, introduje todo mi miembro. Ella se corrió de inmediato, lo cual me recordó a la primera vez que lo hicimos. Aunque la diferencia es que ahora no está llorando, ni está fingiendo.

Aumenté la fuerza, y la nalgueé un par de veces, hasta que se corrió nuevamente, junto conmigo.

Nos quedamos así un lapso, hasta que recuperamos el aliento. La estrujé en un tierno abrazo.

- Te amo...– Le dije y le dí un pequeño beso.

- Y yo a tí.– Me sonrió.

No encuentro que haya sido algo malo e importante el hecho de que me había usado desde un principio. Es bastante...Raro. Aunque no me quedaré así, y trataré de investigar un poco.

Prostituta.- Jenlisa [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora