21. Ninfómana, alcohólica y adicta

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Era un ridículo, un idiota, un estúpido impulsivo que no pensó en lo que hacía.

La última vez que había visto a Dazai lo había besado, bueno sólo le di un pequeño beso en la mejilla, ¡PERO UN BESO AL FIN DE CUENTAS! Esa vez me había bloqueado, olvidado completamente cuan imbécil podía llegar a ser ese ridículo desperdicio de vendajes.

Me hizo hablar sobre mi pasado con Céline, y él había escuchado atentamente cada palabra que decía, y no sé... me había sentido muy cómodo a su lado, sentía tranquilidad y... ¿felicidad?

Yo caminé cansado hacia la cocina, por algún motivo Céline había querido quedarse en su departamento en lugar de volver al yate. Eran tan sólo las ocho de la mañana y ya se escuchaba movimiento en la cocina.

Al adentrarme a esta me encontré con Atsushi y Jackie que estaban haciendo panqueques para el desayuno mientras platicaban y reían, ese par se había llevado increíblemente bien.

-¡Chūya-san! ¿Quiere desayunar?- me preguntó Jackie con una sonrisa mientras se giraba a verme.

-Claro- dije sonriéndoles con tranquilidad- ¿necesitan ayuda con algo?

-¡Nope! Vaya y relájese, nosotros le prepararemos el desayuno- dijo Atsushi sonriéndome iguala ir un niño pequeño.

Yo suspiré y salí hacia la sala, donde me acomodé en el gran sofá blanco frente a la gran pantalla de plasma, la cual prendí para poner un canal en la que estaban pasando una película de zombies, entretenido subí mis pies descalzos y me puse en posición de indio para verla.

Luego de unos minutos escuché unas risitas tontas en el pasillo, así que me giré a ver qué era lo que pasaba; fruncí el ceño al ver a Céline aparecer por este acompañada de dos chicas que se iban arreglando la ropa entre risas mientras mi amiga les iba contando algo en italiano, para empeorarlo ella sólo llevaba una bata de seda roja que por lo menos decidió llevar abrochada. Yo no le dije absolutamente nada, ya que parecía no haberme notado; llevó a las chicas a la salida y con besos coquetos y sonrisas cómplices las despidió para luego cerrarles la puerta en la cara.

Luego con rostro serio, se acercó a una repisa llena de licores y tomó una botella de vino, la abrió y comenzó a beber de esta como si nada, de hecho se acabó su contenido en un segundo.

Durante los cuatro meses que ya llevaba conviviendo con ella descubrí sus manías por acostarse con cualquier persona que se le cruzara enfrente; cualquiera pensaría, ¿dónde metía a sus amantes de una noche si dormía conmigo?, bueno la respuesta es simple... ella los metía cuando yo no estaba, se iba a un motel o los metía con ella en alguna otra habitación. Eso lo hacía todos los días, y más de tres veces me he encontrado con hombres y mujeres saliendo de su cuarto arreglándose, lo peor es que si tenía tiempo, podía llegar a tener como ocho visitas por día.

Yo carraspeé para llamar su atención mientras veía como tomaba ahora una botella de ginebra; ella me miró y sonrió con tranquilidad y con la botella en mano se acercó hacia la cocina para decirles algo a los niños, luego fue hacia mi y se sentó junto a mí en el sillón.

-¿Qué tal Chuu-chan? Hoy te levantaste temprano- dijo ella con una sonrisa mientras se sentaba igual que yo y veía la película.

Yo suspiré y miré a la película para ponerle atención mientras ponía mi cabeza sobre su hombro.

-Bien- dije encogiéndome de hombros, qué podía decirle, yo no era alguien perfecto que pudiera reprenderla por lo que hiciera o no con su vida sexual.

-Te ves pensativo, ¿qué pasó ayer en la Agencia?- preguntó ella distraídamente mientras me hacía enderezarme ligeramente para pasar su brazo por mis hombros y recostarme sobre ella.

El Lobo y La Oveja ||SOUKOKU||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora