36. Tenía un lema

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-Dazai, levántate, por favor- dije en forma de quejido mientras lo movía por el hombro para que se levantara.

-No~ Chūya, por amor a la muerte déjame dormir- dijo con la voz ahogada debido a que tenía la cabeza hundida sobre la almohada- estuvimos despiertos toda la noche, ¿no puedes tenerme un poco de piedad?

-Para empezar, tu no tuviste piedad conmigo y anoche no te estabas quejando- dije burlón poniendo mis manos sobre la la cintura mientras lo miraba divertido.

-Eso me recuerda- dijo levantando la cabeza para mirarme entrecerrando los ojos, como si estuviera analizándome- No deberías de estar cojeando y con mal humor por dolor de caderas, incluso estás vestido- dijo arqueando una de sus cejas.

-Las pastillas y la pomada sirven bastante- dije encogiéndome de hombros restándole importancia, él suspiró pesadamente.

-¿Porqué no vas con los niños y yo me quedo aquí? Durmiendo tranquilamente, sin ninguna preocupación -dijo volviendo a recostar la cabeza sobre la almohada mientras sonreía con ensoñamiento.

-¡Dazai, por favor!- exclamé exasperado recostándome sobre su espalda desnuda mirando el techo- quiero ir a visitar muchos lugares y quería que me acompañaras, no tus niños

Él se quedó en silencio durante muchos minutos para luego bufar casi con molestia y se removió debajo de mi, pero a mi no me importó así que no me moví.

-Muévete, eres pequeño no ligero- dijo en quejido alzando la cabeza ligeramente, yo abrí la boca ofendido aunque sabía que no me veía.

-¿Me estás llamando gordo?- dije ofendido frunciendo el ceño algo molesto.

-Bueno, no eres precisamente una pluma, corazón- dijo burlón riendo ligeramente.

-¿Así?- dije levantándome rápidamente parándome sobre la cama.

Rápidamente alcancé una de las almohadas y sin ninguna piedad comencé a golpearlo repetidas veces con ella, mientras que él se quejaba y trataba de cubrirse con sus propias manos.

-Eres. Un. Grandísimo. Idiota.- dije haciendo una leve pasiva hablando con cada golpe que le daba- Te. Vas. A. Parar. E. Irás. Conmigo. MALDITO CRETINO- exclamé con molestia, en eso Dazai me tomó del tobillo y me tiro a un lado suyo en la cama poniéndose rápidamente sobre mi, fulminándome con molestia en su mirada.

-Eres un verdadero dolor en el trasero, Chūya- dijo frunciendo ligeramente el ceño mientras sonreía divertido- Creo que lo mejor es hacer que te quedes aquí conmigo- dijo acercándose lentamente a mi, claramente queriendo besarme.

Antes de que pudiera hacer algo coloqué la almohada entre nuestros labios ganándome una mirada sorprendida por su parte, yo le sonreí divertido.

-Lo siento, no habrá besos hasta que te levantes y vayas con nosotros- dije mientras ágilmente lo quitaba de mi y lo acostaba a un lado de mi para luego pararme rápidamente y caminar a la puerta- iré a ver si los chicos ya están listos, nos vemos abajo~ -dije copiando su típico tono cantarín antes de abrir la puerta y salir mientras lo escuchaba maldecir.

Con una sonrisa caminé hacia los cuartos de los chicos, encontrándome con ambas puertas abiertas de par en par y completamente vacías, lo cual significaba que ya estaban abajo. Al ir hacia el primer piso, pase por la cómoda y pequeña sala para pasar hacia el comedor que estaba bastante cerca de la cocina, me sorprendí al ver a Haruki sentado en la mesa desayunando con bastante calma junto a Atsushi y Akutagawa que se miraban fijamente a los ojos como si fueran dos estatuas que ni si quiera habían probado bocado todavía.

-¿Está todo bien?- pregunté extrañado mirándolos con atención, Haruki fue el único que me miró sonriente.

-Buenos días, Nakahara-san- dijo poniéndose de pie con su plato vacío- ¿quiere tostadas francesas? Yo personalmente las hice- dijo con amabilidad ofreciéndome una de las sillas entre los otros dos que parecían zombis.

El Lobo y La Oveja ||SOUKOKU||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora