Cap. 1

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Según google el clima sería caluroso el día de hoy... 33° c al atardecer. Era el maldito infierno en la piel junto a esta sensación de placer que me quemaba y me agitaba entre jadeos y uno que otro quejido.

Arquee mi cuerpo dejándome llevar en el éxtasis de ese bendito orgasmo.

Me recosté débil en la alfombra de mi habitación intentando normalizar el pulso. Tener un orgasmo así de intenso había dejado mi cuerpo exhausto y tembloroso hasta los pies y mi respiración hecha un desastre.

El silencio se hizo presente y mi rostro dio un giro hacia el ventanal de mi habitación.
Los últimos rayos de sol se colaban entre la fina tela de las cortinas que adornaban el ventanal que papá hizo con sus propias manos para mí.
Cada que la culpa le carcomía y quería enmendar el daño que me hacía recordando que era mi padre construía algo para mí o venía por las noches a dejar regalos costosos totalmente innecesarios.

La calidez  del verano estaba a escaso tiempo de hacerse presente en su totalidad y la bruma cálida había generado una capa fina de sudor en mi adolorido cuerpo.
Amaba esa sensación de paz y tranquilidad que se genera al terminar haciendo caso omiso una vez mas a las marcas en mis piernas marcadas por los azotes que él me propinaba con su cinturón de alguna marca costosa. Al menos esta vez lo hizo en un lugar discreto y es que a él le venía  en gana hacérmelo duro así que ya había logrado acostumbrarme... Pero nada de eso se acercaba a lo mucho que adoraba verlo a él cubierto de sudor, con la respiración agitada... sus labios carnosos entreabiertos jadeando.
Y como ritual infalible su brazo jalo de mi cintura pegándome a él dejando cientos de besos en mi sensible y empapada espalda.

No había nada que amara más que a Kim Seokjin.
Él era hermoso, amable, noble, sincero, gracioso, caballeroso, honesto, inteligente y millonario...

Seokjin sabía como hacerme sentir bien en la cama y en dónde  sea que estuviésemos y no habia pruebas necesarias para demostrar que Seokjin sólo tenía ojos para mí y yo para él... me mimaba, me adoraba y me cogía duro.

No había nadie en este mundo que me llenase más que Seokjin.

Y es que a decir verdad, él me aceptaba tal cual era y yo lo aceptaba a él... Nuestro amor era único e irrepetible, tan maravilloso, nos deseábamos de una manera enferma, follamos incluso cuando alguno no está presente y es que con el tiempo uno se da sus ideas para satisfacerse y para satisfacer a la distancia.

Eso era así hasta que apareció del extranjero el Sr. Kim, mi adorado y amable suegro a quién no tenía el gusto de ver desde hace varios años después de la aventura culposa que me carcomía hasta la fecha. Mi primer amor fue el Sr. Kim... Y sí lo sé, suena completamente asqueroso pero... en ese entonces yo tenía dieciséis y Él... Él tenía casi cuarenta.
Él Sr. Y La Sra. Kim eran mejores amigos y socios de mis Padres desde que tengo memoria así que Seokjin y yo nos conocemos desde niños.
Teníamos la corta edad de seis años cuando él me encontró lloriqueando debajo de la mesa de su salón principal era su festín de cumpleaños y Mamá y Papá habían discutido en el auto cuando él llegó alegrarme el día con su preciosa sonrisa.

Papá tenía un temperamento catastrófico y golpeaba y lanzaba todo a su paso. Era infiel, corrupto, malvado y avaro.
Mamá era una mujer elegante y adinerada de cuna. Ella estaba obsesionada con ser la mujer perfecta en el hogar perfecto junto al hombre perfecto, así que recibir los golpes de mi Padre a cambio de la admiración social no era un martirio, era un pequeño sacrificio que debía hacer sin reproches.

En ese entonces me sentía llena de rencor hacía mis Padres y el haber follado con él Sr. Kim lo consideré como una muestra de rebeldía y venganza en contra de mi Madre, como una burla hacia mi Padre. Muestra de tal repudio que iba cargando todos los días y me era recordada cada que Seokjin se hacía presente en mi día tras día.

Amaba a Seokjin, lo amaba incluso más de lo que podía amarme a misma, quería cuidarlo y protegerlo de todo incluso si tenía que soportar las manos de su Padre en mi cuerpo porque él y yo éramos el uno para el otro, habíamos sido creados para estar juntos y no permitiría que ese maldito ser asqueroso dañara al chico del cual estaba perdidamente enamorada.

Sentir su respiración en mi piel y sus largos brazos al rededor de mi cintura era mi tortura diaria, no podía esperar a que me arrancará la ropa y me hiciera suya porque sabía que al terminar, él consolaría mi afligido y culpable corazón. Amaba cuando limpiaba mis lágrimas y acariciaba mis labios con su pulgar... cuando estrella sus labios en mi frente y esparcía cientos de besitos en mi rostro. Amo ver sus ojos iluminados por el veraniego sol y esa bella sonrisa que me regala después de hacerme el amor.

---Helena, ¿Estás bien?--- susurró conforme besaba mi hombro izquierdo.

-----Estoy perfectamente bien, amor.

Le bese escondiendo de sus ojos ese par de amargas y dolorosas lágrimas rebeldes que no quisieron quedarse ocultas entre mis ojos.

HELENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora