3. Motivaciones

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Lamento la tardanza, literal no me pasaba por aquí desde el año pasado u.u intentaré ser más constante. Mientras, les dejo este capítulo, por cierto Feliz 14 de Febrero owo

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3. Motivaciones

Ace nunca imaginó que la hora de comer se volviera una completa pesadilla, pero gracias al oso polar y a su horripilante forma de alimentarle, estaba temeroso que su estómago emitiera el más mínimo sonido de hambre. Cuando escuchó la puerta de su habitación abrirse esa mañana, el pecoso apretó los párpados y contuvo la respiración; quizá si fingía dormir Bepo le dejaría en paz. Mas el extraño silencio que envolvió la habitación incitó su curiosidad y terminó por abrir uno de sus ojos. Frente a él no estaba Bepo sino el cirujano de la muerte... había aparecido tan repentinamente como desapareció y lo mejor era que en sus manos no llevaba aquel delgado tubo o la bolsita con los nutrientes, en su lugar llevaba una tabla que sostenía algunos papeles, una bata blanca sobre su ropa habitual y un mullido gorro con motas en su cabeza que estaba seguro no haberle visto antes.

- Te ves mucho mejor, Portgas-ya. Bepo ha hecho un buen trabajo- halagó al oso pese a no estar presente y se aproximó a su paciente, quien enmudeció de la nada. Revisó los papeles que llevaba bajo el brazo y permaneció de pie junto a él hasta que terminó de leer y dejó su papeleo a un lado- ¿Puedes sentarte por ti mismo?

- Creo que sí- el pecoso hizo una pequeña mueca de dolor al hacer el esfuerzo de sentarse, mas al ver que era algo difícil, Law tiró de la palanca de la cama y le elevó a la altura correcta para ayudarle.

En cuanto el pecoso sintió las manos tatuadas del médico sobre sí mismo, el electrocardiograma delató que sus latidos se aceleraron. Escuchó al otro soltar una ligera risa a modo de burla y acercó un carrito metálico con gasas, vendajes y agua oxigenada. También estaba la bandeja con agua tibia, la barra de jabón y la esponja con la que solían asearle. Los largos dedos del moreno caminaron sobre sus brazos hasta donde estaban el catéter y los demás aparatos que tenía conectados y desconectó el primero. Un ligero chorro de sangre brotó de su brazo pero enseguida el médico lo limpió. Después comenzó a desconectar cualquier otro aparato que tuviera conectado al cuerpo; retiró las vendas y le quitó las únicas dos prendas que llevaba puestas; la bata de hospital y ropa interior del mismo color azul que la bata

- ¡O-oye! ¡¿Qué haces?!- por supuesto que no tenía siquiera fuerzas para oponerse; antes de poder hacer algo, la única prenda que traía aun puesta cayó debajo de sus rodillas, impidiéndole alcanzarle

- Llevas diez meses aquí, no tienes nada que no haya visto ya- ante esa lógica no pudo argumentar nada. Se dejó desnudar y lavar por el habilidoso médico, quien mantenía su semblante serio y profesional mientras aseaba hasta los rincones más profundos. Cuando terminó, Law limpió las heridas y cubrió las que aún estaban abiertas. Lo que más impresionó a Ace fue que, tras quitarle las vendas que atravesaban todo su cuerpo, una enorme cicatriz rosada y pulsante estaba plasmada sobre toda su cara torácica, prueba innegable que el puño de Akainu le había atravesado de lado a lado- Tranquilo, todo está bien- al escuchar al cirujano de la muerte, Ace levantó la mirada, encontrándose el rostro del otro a escasos centímetros del suyo; ¡¿En qué momento se le había pegado tanto?!- Las heridas externas están cerradas casi por completo, los nervios y huesos han ensamblado correctamente y tus órganos ya funcionan por su cuenta, aunque las heridas internas siguen abiertas; tardarán un poco más en sanar. Sólo es cuestión de ser paciente- esta vez sus manos enmarcaron su rostro mientras su intensa mirada se cruzaba con la suya; de haber estado conectado a las máquinas, de seguro habrían enloquecido-¿Has dormido bien? ¿Alguna molestia?

- Sólo... las pesadillas...- estaba seguro que Law podía percibir el aumento de temperatura de su rostro. El moreno no dijo nada, sólo siguió palpando su cuerpo hasta llegar a sus piernas y estirar sus extremidades. Sentía un ligero hormigueo en sus dedos; hace mucho que ni siquiera hacía el esfuerzo por moverlos- Comienza a ser frío- mencionó casual, pero la verdad era que, a pesar de todo, se sentía demasiado expuesto estando desnudo ante el médico. Por suerte su comentario dio el resultado deseado pues el cirujano de la muerte le vistió con un par de prendas limpias y bien planchadas.

Fire to Hide [LawAce]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora