Cap. 1 Encuentro

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Una enorme explosión emerge de entre la arena, rápidamente el capitán del escuadrón ordena a su equipo que mantenga distancia —¿Qué hacemos capitán? Pregunta el más joven del grupo, pero el miedo por ver lo que tiene frente a sus ojos lo paraliza.
—¿Capitán? Vuelve a preguntar con voz temblorosa.
—¡Atacar! Responde uno de sus compañeros y se lanza junto con otro en medio de la batalla. El llanto cada vez es más fuerte, los gritos desgarradores de la criatura no dejan de sonar, de golpe, la arena a sus pies empieza a dar vueltas, como si de un remolino se tratara, en el ojo del mismo una enorme esfera de arena se encontraba, la arena se empieza a hundir, atrapando los. El joven soldado se hunde en ella, la oscuridad se apodera de el, siente como la arena lo va cortando y se va metiendo por debajo de su piel, trata de gritar, pero su garganta está repleta de arena y lentamente pierde la conciencia.

Tras un determinado tiempo, despierta en medio del desierto, a su lado, un joven se encuentra inconsciente, su pelo es rojo como el fuego y en sus ojos posee marcas de lágrimas, el extiende su mano, pero antes de llegar a tocarlo el joven abre los ojos y al verlo la arena rápidamente lo atrapa, el extraño joven se levanta, siente como la arena ejerce presión sobre su pecho, cuando la fuerza es tal que empieza a desmayarse, la arena se afloja y lo deja en el suelo suavemente, el joven de pelo rojo cae al suelo y se echa a llorar desconsolada mente, pero de repente escucha.
—¿Cómo te llamas?
Al escuchar su voz el joven de pelo rojo queda en shock, levanta su cabeza y entre lágrimas responde.
—Mi nombre es Sasori.
Sus lágrimas corrían como si de un río tratara.
—Un gusto, mi nombre es Suna.
El sol golpeaba con fuerza y Sasori no parecía parar de llorar, miro a mi alrededor y todo mi escuadrón había sido tragado por la arena, se podía ver cómo la misma se acercaba a Sasori, como intentando abrazarlo, cual madre abraza a su hijo desconsolado. Me levanté lentamente y la arena rápidamente formó picos afilados en mi dirección, en defensa de Sasori.
—El sol está muy fuerte y no estoy bien hidratado, sé que cerca de aquí hay una pequeña parada donde descansar ¿Quieres venir?
El me mira fijamente, y tras un rato los picos de arena lentamente se empiezan a deshacer, se pone de pie y asiente con la cabeza.
Tras llegar nos atiende una amable mujer
—Por... favor... agua.
Digo mientras jadeo del calor. Nos sentamos en un banco a la sombra y rápidamente nos traen dos vasos hondos de agua
—Al fin, agua.
Rápidamente me acabó el vaso de agua, en cambio, Sasori parece ni tocar el vaso, solo mira el suelo con la mirada perdida. Miro a sus pies y en el suelo, la arena formaba unas pequeñas hondas las cuales se movían hacia el exterior de una circunferencia, nunca antes había visto a la arena comportarse como si fuera un líquido, era como agua a la cual se le tira una piedra.
—Hey, ¿Quieres ver algo? Le pregunté. Tome su vaso y le dije
—Mira atentamente.
En eso pequeñas olas se formaban en el que se formaban y rompían en las paredes del vaso, la cara de Sasori se iluminó.
—Herede el control natural del agua de mi madre.
Pongo el vaso en el suelo y extiendo mi mano en dirección al suelo, un pequeño montículo de arena se empieza a mover apenitas, pero rápidamente me canso.
—Mi padre tenía facilidad con la arena al igual que voz, pero yo no herede mucha habilidad, apenas puedo hacer que se mueva.
Sasori baja la mirada en silencio.
—Y ¿Tus padres? ¿Que facilidades tenían?
Sasori no responde y solo termina de tomar el agua. Era extraño pero sentía cierta familiaridad con el.
Pasa el tiempo y cae la noche, las temperaturas en el desierto son muy bajas, así que nos registramos en un hotel que encontramos de camino, no era la gran cosa pero al menos no estábamos al intemperie.
—Bueno yo dormiré en la cama de la derecha y tú en la izquierda.
El cuarto era una sola habitación, cuyo suelo de madera sonaba al pisar lo, Sasori se acuesta y la arena se empieza a filtrar entre las maderas para taparlo, rápidamente queda dormido, yo me acuesto y apagó la luz, pensando en que con qué cara miraré a mis superiores cuando lleguemos a la aldea.

La arena negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora