Una mujer está llorando. Veo una ambulancia. ¿Había perdido el control? Las puertas de la cabina están abiertas. ¡ENCUENTRÁLO! Me ordena la mujer. Oscuridad.
La luz del sol se cola entre mis parpados y me obliga a abrir mis ojos, veo al chico de negro sentado en la ventana mirando hacia afuera y me quedó allí, quieto, esperando a que suene el despertador. Él toma aliento muy despacio y suspira volteando su rostro buscando el mío y nuestras miradas se encuentran.
- Hoy tienes una misión.
- Buenos días, se dice.
Él hace unos pucheros y regresa la vista a la ventana.
- Buenos días.
Cedió. Había dormido muy bien, podría decir que descanse más de lo que había descansado en años. Me sentía recargado, no tenía la preocupación del juego del viernes encima, no tendría nada más en que pensar sino en Historia y él.
- ¿Quieres que salga?
Me tomó desprevenido.
- ¿Por?
- No te has levantado de la cama y tampoco dejas de verme... si necesitas privacidad, solo tienes que decirlo.
Por más extraño que parezca no me sentí incómodo. Sabía a qué se refería.
- No sabía que entendías ese concepto. Podría jurar que, de no ser porqué ayer te vi aquí en mi cuarto después de salir del baño... tú hubieses visto T O D O.
Se sonrojó. Lo sabía, él no podría ganarme. Por eso, me levanté fingiendo que me estiraba, consciente de que solo llevaba unos bóxer azules un tanto apretados, haciendo caso omiso de su mirada furtiva. Introduje una de mis manos allí para acomodar a mi amiguito y el espectador no pudo controlar su nerviosismo el cual lo llevó a salir corriendo de mi habitación.
Lo seguí como si nada hasta el pasillo.
- ¿Qué haces?
- Voy al baño.
Se quedó tieso evitando verme. Sin embargo, se había detenido justo al lado de la puerta de mi destino. Sabía que no podría rozarlo, pero la cercanía lo haría sonrojarse más. Quise tantear el terreno y pase lentamente a su lado rodeándolo por completo y quedando frente a él.
- Este es el baño.
Señalé la puerta que estaba abierta. Él pasó saliva.
- ¿Vas a acompañarme?
Me miró fijamente. No sé cuánto tiempo estuvimos así, yo veía sus ojos marrones y pude darme cuenta que poco a poco aumentaban su brillo como una noche estrellada, ayer, él había dicho algo parecido sobre los míos. No creo cansarme de ser visto por este chico.
La alarma sonó. Ambos nos exaltamos.
- Whouuuuu
- Ahm...
- El baño
- ¿Ah? Si, si... tengo que volver al cuarto...
- La toalla...
- Exacto.
Ni siquiera recordaba haber tenido esa sensación antes. ¿Qué fue eso?
Salí del baño, me vestí, preparé el desayuno y hasta revisé mi bolso, todo como excusa para poder hablar con él.
- N, te llamaré N.
- ¿Una letra? ¿A eso me estás reduciendo?
Desde el incidente de la alarma, no era capaz de sostenerme la mirada.
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BLACKBOI
Fiksi RemajaMás de una cuestión te puede llevar hacia adelante, pero realmente como podemos marcar el trayecto es por las decisiones que tomamos. Jonathan Ambrosse está apunto de enfrentarse a uno de los mayores retos de su vida. ¿Los sentimientos y la razón se...