Capítulo 10

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-Jade, tengo hambre. –dije dándole suaves golpecitos en el hombro.

-Sigue durmiendo Dani. Son como las cuatro de la madrugada.

-Pero no tengo sueño. Lo que tengo es hambre.

-Ve a la cocina.

-Acompáñame por favor.

-No. Y déjame dormir. –dijo cubriendo su cabeza con la sábana.

-Está bien… Averiguaré dónde está la cocina. Si el microondas explota y muero, que quede en tu conciencia.

-Así al menos me dejarás dormir.

-Muy graciosa Jade. –dije levantándome de la cama y saliendo sin hacer mucho ruido.

Salí de esa habitación y entré en la que estaba justo al lado de la nuestra. Abrí la puerta y sin hacer mucho ruido me puse al lado de la cara del que ahora había notado que era Michael.

-Michael tengo hambre.

Él ni se inmutó a pesar de que tenía su oído justo al lado de mi cara.

Volví a repetírselo y nada.

-Está sordo el idiota.

-Lo he oído. –me respondió Michael cuando salía por la puerta.

-Eso sí que lo has oído, ¿no?

Decidí salir de ahí e ir a la otra habitación que había. Dentro estaba Calum, así que decidí hacer lo mismo que había hecho con Michael.

-Calum tengo hambre.

Abrió un ojo y después se alejó dando un pequeño salto en la cama.

-Joder Dani, que susto me has dado. Si tienes hambre ve a la cocina y coge algo.

-Pero no sé dónde está la cocina.

-Búscala.

-Levántate.

-No.

-Por favor.

-He dicho que no.

Al decir esto me subí a su cama y empecé a saltar sobre ella como una niña pequeña hasta que cambió de opinión.

-Gracias. –le dije cuando vi que salía de la cama y se dirigía hacia la puerta.

-Te odio. –me respondió antes de salir por la puerta de su habitación.

-Yo también te quiero, eh.

Poco después nos encontrábamos en la cocina con un vaso de leche en el microondas.

-¿Tienes algo para picar mientras se calienta?

-Creo que tenemos Nocilla.

-¿No tenéis Nutella? No me gusta la Nocilla.

-Creo que no, pero es prácticamente lo mismo. –dijo sacando el tarro de Nocilla de uno de los pequeños armarios de la cocina. –Pruébala, ya verás.

-Está bien… -dije antes de meter el dedo en el tarro y metérmelo a la boca. La verdad es que estaba buena.

-¿Y bien? ¿Es lo mismo o no?

-Está aceptable. –dije metiendo de nuevo el dedo en el tarro para comer más.

-Te has manchado ahí. –dijo señalándome la cara.

208 | c.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora