Tan rápido como salio es sol Carlos se levanto sabiendo que pronto los guardias se darían cuenta y comenzarían a buscarlo, estuvo una parte de la mañana en esa casa y consiguió una capa, que le sería de utilidad para el frío y para que no lo reconocieran, pues aunque fuera verano, las noches en este lugar siempre eran muy frías y prácticamente una persona no podría soportar el frío y moriría. Después de armorzar se despidió de su tío - tío me tengo que ir, no puedo quedarme los guardias me buscaran creyendo que yo soy el asesino - el tío trato de convencerlo para que se quedara con el, que incluso podría sobornar a los guardias, pero Carlos insistió, ya que el sabia que había matado a un verdugo y que ese pecado lo seguiría hasta el fin de los tiempos, el tío de Carlos, sabiendo que no podría hacer que este cambiara de opinión, le dio una espada un arco y un carcaj con 30 flechas - las armas de un guerrero y de un viajero, no dudes si debes usarlas - Carlos las tomo y le dio una sonrisa a su tío sin perder mas el tiempo, salio por el puerta y partió hacia Tranter un pueblo cercano en el que abundaban los ladrones y bandidos, o al menos, eso decían todos los viajeros, era un viaje de 60 kilómetros, tardaría varias semanas, le llevaría alrededor de 2 días y medio caminando desde que sale el sol sin parar y sin descansar, pero Carlos no es un ser todopoderoso que puede hacer cualquier cosa y reconoce perfectamente sus limites, le llevara cuando menos 8 días llegar a Tranter, pero a fin de cuentas era el único lugar al que Carlos podría ir para tratar de averiguar quien fue el asesino de su familia.
Al cabo de 3 horas caminando escucha un sonido extraño proveniente de un bosque cercano, decide ignorarlo y seguir su camino, no quería perder tiempo pues cada segundo contaba y era valioso para él.
Mientras Carlos caminaba se hacia preguntas... Preguntas no muy claras, miraba al cielo caminaba y respiraba, aveces, simplemente veía el filo de la espada que había recibido, se veía reflejado en la espada, como si la espada y el fuesen uno, como si ambos tuvieran el mismo fin... Como si ambos estuvieran hechos para matar, había una comprensión mutua que no se puede explicar con simples palabras. Ya varias horas transcurridas Carlos decide parar y descansar, en ese entonces eran aproximadamente las 12 del mediodía, así que decidió descansar un poco hasta que el sol dejara de ser tan fuerte y luminiscente, se acerco a la orilla de un río y descanso bajo la sombra de un sauce, podía observar varios antílopes corriendo por las llanuras y una montaña muy pero muy a lo lejos, cerca de esa montaña se encontraba el pueblo al que debía de ir, Carlos comenzó a sentir un poco de hambre, con el arco que tenia colgado en la espalda junto a su carcaj, comenzó a caminar y a acercarse un poco a uno de los antílopes que estaban comiendo pasto, Carlos toma una flecha y la coloca en su arco apuntando al antílope a la cabeza.... Cierra los ojos por un segundo y se concentra, abre los ojos y el tiempo se vuelve lento hasta que suelta la flecha y está se va directo al pecho del antílope, el antílope comienza a correr y parece que la manada se va a alborotar pero concentrado aun y sin alarmarse, dispara otra flecha que le da al antílope en la cabeza, entonces la bestia cae al suelo derrotada y muerta, Carlos se acerca y con un cuchillo le saca unos buenos pedazos de carne crudos, no se siente repugnado de tener que partir al animal por la mitad para conseguir lo mejor del antílope, pues esto era común para el, pues su familia era granjera, ya al tener la carne del animal vuelve al sauce en el que estaba y consigue algo de madera para hacer una fogata y cocinar la carne, lo cual no fue una tarea difícil de hacer, Carlos encendió la madera y cocino la carne para poder seguir su viaje.