Capítulo 2

276 31 15
                                    

"Ok, ahora si estoy nerviosa", pensó la chica, "Ay, qué más da, es una versión rubia de Tsuna".

Y tocó la puerta dos veces, esperó unos segundos hasta que escuchó una profunda voz que habló.

-Pase.

Y ella entró a la oficina, encontrándose con un hombre bastante parecido a Tsuna, pero no igual como le habían dicho, y es que conocía tan bien a Tsuna que podría reconocer perfectamente cualquier detalle que no fuese exacto. Era más bien el típico parecido familiar, lo que sí tenía más parecido con él que con Iemitsu.

-Dime jovencita, ¿qué necesitas?

Ella sin pronunciar palabra se acercó y le entregó la carta, mientras él la leía aprovechó de mirar el librero que tenía en su oficina, libros maravillosos de todos los tiempos, libros que amaba, y libros que definitivamente Tsuna jamás leería, cada vez creía más que era una exageración los rumores de que Tsuna era igual al Vongola Primo, quizá ambos eran bondadosos y piadosos, pero eso no los hace iguales.

-Oh entiendo, bueno, entonces eres una invitada muy importante para todos nosotros- y le sonrió, ella se quedó mirándolo, ahora estaba completamente segura, Tsuna no era Primo.

-Muchas gracias, Vongola Primo.

-Ah por favor- dijo poniéndose de pie frente a ella-solo llámame Giotto.

Y dicho esto escoltó a la muchacha con algunas sirvientas encargándoles que preparan una habitación para ella, mientras se sentó junto a ella en el salón y pidió dos tazas de té. Ella se sentía asombrada, la mansión estaba prácticamente igual, solamente que aquellos detallitos que le daban el toque de antigua, ahora eran relucientes como zapatos nuevos.

-¿Te gusta la mansión?- preguntó él curioso de como ella no dejaba de observar cada detalle del lugar, ella volteo la mirada rápidamente y le sonrió cortésmente, aunque por dentro se sentía algo avergonzada.

-Bastante.

-Hay algo curioso, Talbot me pidió que te entrenara.

-Una dama debe saber defenderse, ¿no?- dijo mientras tomaba un sorbo de té.

-O tener un caballero que la defienda- ella lo miró seria.

-No creo en eso.

-Oh entiendo, desilusionada de los hombres, ¿no eres muy joven para resignarte?

-¿Qué edad crees que tengo?- preguntó ella divertida, sabía que sin maquillaje lucía diferente, y no estaba para andar cargando maquillaje.

-¿15 o 16?- preguntó él tomando un poco de té.

-23- y Giotto se atragantó con su té.

-¿Estás bien?- preguntó ella acercándose a sobarle la espalda.

-Sí- dijo él limpiándose con una servilleta-me sorprendiste.

-Lo noté- dijo ella divertida, sentándose nuevamente a su lado. De pronto la puerta del salón se abrió dejando entrever a un pelirrojo.

-G, acércate- habló el rubio al recién llegado, el pelirrojo miró a la muchacha con desconfianza hasta que habló primo nuevamente-Es una familiar de Talbot, me la encargó por un tiempo-ante sus palabras G suavizó su mirada.

-Bienvenida a la mansión Vongola, ¿señorita...?

-¡Oh que descortés!, ni siquiera te había preguntado tu nombre- Primo la miró con preocupación, pero ella negó.

-La descortés soy yo por no presentarme debidamente, creí que todo aparecía en la carta, mi nombre es _______.

-Pues bienvenida, señorita _______- dijo G con una ligera sonrisa, pero que se esfumó de inmediato por una mirada seria-Primo, tenemos trabajo que hacer.

-Sí, deja llevar a _______ a su habitación y nos encontramos en mi oficina.

-Bien- dijo G retirándose del salón.

-Bueno ______, terminaremos nuestro té más tarde- dijo Primo poniéndose de pie, la muchacha lo siguió. Él la llevó escaleras arriba hasta una habitación en el ala izquierda- cualquier cosa, siempre estoy en mi oficina o en mi habitación que está al fondo del pasillo, ¿hay algo más que necesites?

Ella se volteo hacia él antes de sonreír.

-¿Puedes prestarme alguno de tus libros?- Primo la miró sorprendido.

-¿Sabes leer?

-No solo sé, me encanta- dijo ella sonriéndole, sabía que así, compartiendo gustos, podría ir poco a poco ganándose la confianza del Vongola, y además aprovecharía de tener una entretención en esa época.

-¿Cuál quieres? Te lo traeré.

-¿No podría ir a ver?

-Está bien- dijo él aceptando-ven conmigo- y ambos volvieron a la oficina de Giotto donde G esperaba, se sorprendió al verla con él nuevamente.

-¿No la ibas a dejar a su habitación?- preguntó G levantando una ceja. La chica lo ignoró y se acercó al librero donde comenzó a mirar, pero de inmediato encontró algo que amaba. "Obras completas de Sófocles".

-_____ quería pedirme un libro- dijo el rubio yendo a sentarse.

-Gracias, Giotto- dijo ella saliendo rápidamente de ahí.

-¿Sabe leer?

Le gustaría cuestionarse el por qué hacen esa pregunta, pero debe recordar que en ese tiempo era completamente normal que las mujeres fueran analfabetas, y solo muy pocas supieran leer. Se retiraba camino a su habitación hasta que una voz fría la detuvo.

-Identifícate mujer.

Al voltear a ver quién le había hablado no pudo evitar soltar el libro que traía de la sorpresa, el hombre ahí era bastante parecido a Hibari, era el guardián de la nube, Alaude. Se acercó a ella con paso decidido al ver el libro, lo tomó y la miró con reprobación.

-Así que robando...

Ella se desesperó, pero no debía demostrarlo, por lo que se decidió a tranquilizarse y seguir con su papel, le quitó el libro de las manos y habló con tranquilidad.

-Soy familiar de Talbot, le encargó al Vongola Primo que me cuidara por un tiempo y él aceptó, y ahora estoy aquí.

-¿Y qué haces con eso?- preguntó apuntando al libro, ella lo miró sin entender bien la pregunta.

-Lo voy a leer...

-¿Sabes leer?- "otra vez" pensó ella poniendo los ojos en blanco.

-No, ¿sabes?, tomo los libros para mirar las letras, luego las juntas y forman palabras, ah mira, descubriste la lectura- dijo ella retirándose del lugar.

El guardián de la nube se quedó en shock por la forma en que le había hablado esa muchacha y fue de inmediato a hablar con Giotto, entró a su oficina sin siquiera tocar la puerta.

-¿Quién es esa niña?

Giotto y G quedaron en shock por la forma en que el guardián había entrado de sopetón, cosa que no era normal en él. Giotto se incorporó y carraspeó antes de hablar.

-Hola, Alaude, buenos días, yo estoy bien, ¿y tú?

Alaude se fastidió, Primo tenía el mismo humor tonto e irónico de esa chica.

-¿Qué es eso de que Talbot la envió?

-Es la verdad- dijo el rubio volviendo a sentarse-Y espero que la cuides bien.

-¿Yo? ¿De qué estás hablando?

-Te dejaré a cargo de entrenarla- dijo Primo continuando con sus cosas, sin embargo, sabía muy bien que Alaude estaba muy disgustado con la idea.

-Las mujeres no entrenan.

-Pues ella será la primera- y Giotto habló con ese tono de "es mi última palabra", por lo que a Alaude solo le quedó acatar.

-¿Cuándo?

-Mañana, a primera hora.

Misión: Aprender de la Primera Generación [LIBRO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora