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•Miro al horizonte, ese que tanto tiempo nos quedábamos mirando a la vez que hablábamos por horas en el mismo banco de siempre, en el mismo parque de siempre, el mismo día de la semana de siempre, jueves.
Miro al horizonte y puedo ver tu sonrisa. Puedo ver tus ojos entrecerrados mientras puedo escuchar tu risa, esa que parece una melodía para mis oídos. Esa que se ha quedado grabada en mi mente y se repite a cada momento. Tus labios, carnosos y rosados, mostrándome lo feliz que eres en una sonrisa, me alegran los días. Me alegra la vida entera verte sonreír y puedo jurar que eres mi mejor opción, la opción que más feliz me hace.
Miro al horizonte y puedo verte bailar una de tantas canciones que te suben el humor en cuestión de segundos y con la que empiezas a crear tu propio concierto en mitad de nuestro dormitorio. Puedo ver cada movimiento que tu cuerpo hace al son de la música, puedo verte sonreír mientras te mueves y disfrutas del momento.
Mire a donde mire puedo verte. Puedo ver la razón de mi vida. Puedo ver a aquella persona que me da la vida.
Me levanto del banco que llevo ocupando un rato y empiezo a caminar, sin saber a dónde voy pero, sé que a algún lugar llegaré y que ahí te encontraré. Porque estás en todos los lados y por más que lo intente no puedo parar de verte, no puedo parar de ver tu rostro, tus ojos, tus manos agarrando mi rostro antes de dejar un cohibido y ligero beso sobre mis labios. Puedo ver tus pies andando al compás con los míos y tu silueta, emparejada con la mía.
Te siento a mi lado y me siento seguro. Allá donde vaya te siento y sé que puedo vivir tranquilo, sin miedo. Eres mi coraza y mi garantía, aquello que saca mis fuerzas más ocultas y consigue mantenerme en pie.
-Prométeme que esto será eterno- me ruegas y yo no puedo negarte nada, menos eso. Yo también quiero que esto sea eterno.
-No puedo ver el futuro, amor. Pero sí sé que mientras estés a mi lado, mientras no me dejes, estaré aquí. Lo prometo.
-Prometo no dejarte jamás. Así nunca podrás dejarme tú a mí.
Te acercas a mí, parándonos en mitad de la calle, sin prestarle atención al resto de personas que nos alcanza y nos evita al pasar por nuestro lado, quejándose de habernos parado en una calle tan transitada solo para hablarnos en un susurro y nuestras miradas se queman.
Tus pies se elevan, dejando tu rostro tan cerca del mío que me es inevitable sonreír. Ese rostro que es el más bonito que he podido ver jamás. Tus pecas me son tan graciosas y adorables que quiero pellizcarte las mejillas, terrible costumbre que encontré un día, pero que a ti parecía encantarte. Pareces leerme el pensamiento porque te ríes y agarras mi mano dejándola sobre tu rostro, permitiéndome cumplir mi deseo. Sé que sabes cuánto adoro acariciar tu rostro y dejar besos sobre él. Y me limito a acariciarlo recordando que estamos en mitad de una calle y la gente empieza a dejar sus miradas sobre nosotros.
-Te quiero, Jae- susurras a unos centímetros de mí y no me dejas contestarte, porque cuando voy a decir que te quiero incluso más de lo que imaginas, tus labios sellan los míos, dejándome con la palabra en la boca a cambio de saborearte. Y de este modo, me muestras la excusa perfecta para demostrarte cuánto te quiero, porque ya has notado mi mano temblar en tu rostro y mi corazón a punto de salirse del pecho. Porque sabes todo lo que causas en mí. Sé que lo sabes y que te encanta causarlo.
Pero yo también noto mis efectos en ti. Tus piernas tiemblan por un momento, poniendo a prueba tu estabilidad, y mi mano en tu cintura con la piel descubierta por tu corto jersey me deja saber que tu vello se ha erizado.
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AlteleSi buscas una historia corta, que te sumerja a otro mundo, te haga pensar o solo para entretenerte, puede que estés en el sitio correcto. Aquí encontrarás una recopilación de historias random. Desde personajes desconocidos hasta famosos. Desde hist...