«veintidós»

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Bella aprieta la mano de su novio más fuerte cuándo están enfrente de su casa en Barcelona. El día que le contó a sus padres que estaba saliendo con Emiliano se reproduce en su mente como una película. A su madre no le agradó tanto la idea, argumentando que ella estaba muy pequeña para tener novio y lo único que necesita es enfocarse en sus estudios. La pelirroja ya se esperaba esa reacción, y estaría mintiendo si dice que no le dolió porque si lo hizo. Ella todavía tiene la esperanza que su madre se sienta orgullosa de las cosas que ella ha logrado por si sola. A su padre no le cayó muy bien la noticia al principio, pero al ver el rostro tan feliz de su hija por la vídeo llamada se dio cuenta que nunca la había visto sonreír así, no desde la muerte de su hermana.

—Estoy nervioso. —Emiliano juega con sus dedos, mordiéndose el labio inferior.

—No te preocupes. —ella le acaricia la mano con su pulgar. —ellos no me harán cambiar de opinión sobre lo nuestro. —lo mira con los ojitos cristalizados. —tú me haces feliz, y nunca dejaré que nadie, absolutamente nadie me arrebate esa felicidad. —

—Pero ellos son tu familia... —

—Ustedes se han portado más como mi familia que ellos. —dice con la voz quebrada. —tú eres mi familia. —le da una cálida sonrisa.

Emiliano le sonríe, acariciándole la mejilla. La puerta principal es abierta dejando ver al padre de Isabella y a su madre. Haise y Christopher se ponen en alerta detrás de ellos, tensándose un poco ya que no saben cómo terminará esto.

—Buenas tardes, Sr. Domínguez. —Emiliano dice en un tono respetuoso.

—Buenas tardes Emiliano. —el Sr. Domínguez estrecha su mano.

—Sra. Domínguez. —se dirige a su madre quien solo lo ve de pies a cabeza con desprecio.

Detrás de él, Haise hace un gran esfuerzo en no saltar y proteger a su hijo de la mujer mayor. Desde que la conoció, ella la miraba como una amenaza ya que era joven y bella; y su esposo nunca le había dado una intership a una persona tan inexperta como ella. Con el tiempo ella se dio cuenta que la única relación que a Haise le interesaba con el Sr. Domínguez es una laboral y bajó un poco la guardia. Pero ahora ella está viendo a su hijo de la misma forma que la vio a ella la primera vez y eso mata a Haise. Ve como Emiliano la ve de reojo y sabe que tiene que dejarlo lidiar con esto a él solo.

—Pasen por favor. —Adolfo sonríe, haciéndose a un lado. —la cena está servida. —camina con ellos para el gran comedor de la casa.

El momento se vuelve más incómodo cuándo Adolfo saluda a Haise de beso en la mejilla y la Sra. Domínguez la ve con desprecio. Las personas del servicio sirven la cena mientras ellos tienen una charla trivial sobre el viaje de Londres a España.

—La bebé está hermosa. —Adolfo dice, sonriéndole a la niña en los brazos de Christopher.

—Igual que su madre. —el castaño agrega, dándole una sonrisa a Haise.

—Bueno... la razón por la que estamos aquí es porque quiero presentarles a Emiliano como mi novio. —Bella toma la mano del castaño por debajo de la mesa.

La madre de la pelirroja hace un ruido con su garganta, demostrando su desacuerdo. Bella ignora eso, volviendo a ver a su padre.

—Yo amo a su hija más de lo que puedo explicar... —

—¿Qué vas a saber tú de amor, mocoso? —la Sra. Domínguez lo interrumpe, hablando con arrogancia.

—¡Mamá! —Bella la reprende antes de que siga diciendo cosas hirientes, esa es su especialidad. —por favor. —

—Tú cállate, niña. —le grita a su hija. —nosotros te mandamos a Londres para estudiar, no para que anduvieras de cualquiera... —

—Marta por favor. —Adolfo trata de detenerla, pero la señora es sorda a sus súplicas.

—¿Qué clase de madre eres? —ella vuelve a ver a Haise. —alcahueteándole todo a tu hijo y de perdida corrompe a mi hija... —

—Ella es la clase de madre que se encarga de una niña desconocida y la cuida como si fuera su propia sangre. Se preocupa que esa niña este comiendo bien, que sus grados estén bien y que no le haga falta amor. —Bella responde por Haise. —ella es el tipo de madre que se preocupa y cuida de sus hijos... ella es el tipo de madre que tú nunca serás. —

La mesa se queda en silencio cuando la Sra. Domínguez se levanta de ella sin decir nada más. Con el rostro ardiéndole de la vergüenza y coraje, Bella vuelve a ver a la mesa en dónde la familia Vélez está sorprendida, pero tratan de disimularlo un poco.

—Me disculpo por eso. —se disculpa apenada. —creo que es mejor que nos vayamos. —se levanta de la mesa, tomando con fuerza la mano de Emiliano. —lo siento mucho, papá... no era mi intensión hacerte pasar un mal momento. —

—Mi niña. —Adolfo la toma entre sus brazos. —no es tu culpa. —le sonríe débilmente. —pero por favor no se vayan, vamos a cenar afuera y celebramos su noviazgo. —mira a la familia Vélez con vergüenza en su rostro.

—Nosotros encantados vamos. —Haise le sonríe, levantándose de la mesa.

—Me disculpo por la actitud de mi esposa. —él se disculpa con ella. —nosotros tendríamos que estar eternamente agradecidos con ustedes por cuidar tan bien de mi Isabella. —

—No te preocupes por eso, Adolfo. —Haise sigue sonriendo. —nosotros amamos a Isabella y la consideramos parte de la familia y cuidaríamos de ella aunque no estuviera saliendo con Emiliano. —

—Lo sé, y estoy agradecido por eso. —deja un beso en la frente de su hija. —y sé que no hay mejor hombre para mi Isabella que su hijo, así que bienvenido a la familia Emiliano. —le da un abrazo al castaño.

—Muchas gracias Sr. Domínguez. —sonríe tiernamente. —prometo cuidarla y amarla siempre. —vuelve a ver a Bella con las mejillas rojas y los ojitos cristalizados.

—Lo sé, muchacho. —Adolfo le sonríe. —y si no lo haces, se dónde vives. —trata de decir en un tono amenazador.

Todos se ríen en el comedor mientras caminan para la entrada de la puerta en dónde se suben al auto de la familia Domínguez y van a uno de los restaurantes más prestigiosos de la ciudad a celebrar el noviazgo de sus hijos.

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