•Una Semana de Piropos• [Mikellino]

Día 1

Mike y Trollino se encontraban almorzando tranquilamente en un restaurante. Primero, porque Mike no andaba con ganas de cocinar para su amigo, segundo, porque si al pelinegro se le ocurría preparar algo, probablemente perdería su casa en un incendio.

Así que... Bueno, para beneficio de ambos, mejor comer afuera.

- ¡Esto es delicioso! - exclamó feliz el castaño claro - ¡Me pregunto quién será el chef...! - y metió otro pedazo a su boca gustoso, comenzando a masticar.

Justo en ese momento al pelinegro se le vino algo a la mente. De forma "disimulada" sacó su celular, como si estuviera revisando algo, para secretamente activar una grabadora.

Debía tener pruebas de sus acciones.

Dirigió su vista a su contrario, quien seguía comiendo feliz echándose otro bocado.

- ¿Sabes...? - Trollino meditó cuidadosamente sus palabras -... Apuesto a que no es tan buen cocinero como tu madre.

- ¿Eh? - habló con la boca llena el de ojos avellana - ¿Por qué lo dices? - siguió masticando, pero a la vez formó una mueca de confusión, aún con sus mofletes hinchados por la comida, dando una vista muy adorable a ojos del mayor.

- P-Porque... Porque un bombón como tú no lo hace cualquiera.

Le dedicó un guiño patético -según el propio Trollino- y culminó con la grabación.

El más alto cerró los ojos, forzando una sonrisa apretada, avergonzado. Seguramente ahora su cara podría competir con un tomate en un concurso llamado: "Who is more red?".

Después de varios segundos, se puso nervioso al no escuchar respuesta alguna de su compañero.

- Eh... Mike, yo... – ni se atrevía a mirar al castaño todavía, cuando sintió una manos temblorosas agarrando fuertemente sus hombros - ¿Eh? - abrió sus ojos, encontrándose con un rostro todo morado.

Entro en pánico.

- ¡OH DIOS MÍO MIKE! ¡NO TE ME MUERAS AHORA!

Y entre sonidos raros, una maniobra de Heimlich, restos de comida masticada volando y todas las miradas de los otros clientes en sus personas, Trollino cumplió con el primer día.