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No llevaba ni una semana en su nueva ciudad y ya se había metido en problemas, o eso creía él ya que lo tenían en una casa que NO conocia junto a gente que no tenía ni la más mínima idea de quiénes eran.
Uno que otro chico tenía la mirada fija en él y le sonreía burlona mente al ver la cara de susto de aquel chico nuevo. Leiva le había dicho que era una ciudad bastante tranquila y seguía sin entender que demonios hacia él ahí metido.

Había llegado ahí de manera extraña, pensaba que lo habían secuestrado pues, iba caminando tranquilamente por la avenida en dirección a una biblioteca que descubrio apenas el día anterior cuando unos hombres mucho más altos que él lo agarraron de los hombros y lo subieron a una camioneta sin decir una palabra. ¿Se asustó? Claro, pero prefirió no gritar, temia que esos hombres lo golpearan hasta matarlo. Pero al ver que lo llevaban a una casa y que lo atendieron cordialmente quitó toda duda sobre su posible secuestro. ¿Quién iba a secuestrarlo y tratarlo así?

Los minutos corrían y el se ponía cada vez más nervioso, la mirada fija en sus zapatos y sus manos entrelazadas cuando escuchó que una puerta al fondo del pasillo se abría y dejaba ver a un muchacho sin camisa, por inercia bajo la mirada pero no tardó mucho en alzarla y volverla a posar en aquel hombre. Caminaba seductoramente meneando ligeramente sus caderas al mismo tiempo que intentaba ponerse una camisa dejando asi cubierto su abdomen.

Pasó por enfrente de él y lo volteo a ver mirándolo fijamente a los ojos

-¿Te gusta lo que miras, maricon?- pregunto molesto, sonrió burlona mente al ver como el menor bajaba rápidamente la mirada y la volvía a posar en sus zapatos negando rápidamente hacia la anterior pregunta.- O sea, ¿Que no soy atractivo?- volvió a cuestionar él muchacho de pie.

-No, no es eso solo que no soy maricon y por ende no me gusta lo que vi- dijo levantando la mirada, tratando de que no se notase lo jodidamente nervioso que estaba. En eso alguien lo agarró del brazo obligandolo a levantarse, noto que el sujeto que lo había cuestionado era una cabeza más alto que él y eso lo intimidó.

-Vamos, Luh. No seas tan rudo con él- dijo una voz conocida, demasiado conocida. Volteo a verlo encontrándose con Leiva que llevaba consigo su ya típica sonrisa.

-¿Qué mierda haces aquí?- pregunto confundido y algo alterado -No, no mejor ¿¡Qué mierda hago YO aquí?- safansose del agarre de su amigo.

-Oh, eso.- rió nerviosamente - solo quería darte un susto, como bienvenida a nuestra tranquila ciudad. Estás en mi casa.- volteo a ver a la demás gente - pero no sé que hacen ellos aquí.-

-Vinieron por el puesto de trabajo que ofrece papá, no sé por que no los cito en su oficina- dijo Luh sin ningún tipo de interés y ahora que lo menciona, puso más atención a sus anteriores acompañantes y la mayoría llevaba consigo carpetas.

-Buenos, ¡los voy a presentar!- Leiva se paró en medio de los dos y los posicionó frente a frente- Asai, él es mi hermano Luh. Luh él es mi amigo Asai, el nuevo- sonrió ampliamente saliendo de la casa.

-Maricon- Asai volteo a ver a Luh con desagrado por lo anterior mencionado y salió a buscar a Leiva.

Caminó al lado de su amigo durante un par de minutos en total silencio, algo que en Leiva era muy raro, pues en los cuatro días que llevaba con él como su amigo este nunca se callaba. Así que se dispuso a disfrutar del silencio observando con detalle aquella parte de su ciudad.
Las calles eran amplias, con un montón de árboles y flores. Todo muy colorido, como si de un paraíso se tratase. Las casas eran sumamente bellas, grandes y la mayoría estaban pintadas de blanco y una que otra de beige.

Observó a unos niños que jugaban en un parque que estaba situado delante suya y recordó sus épocas felices, cuando jugaba con sus amigos y él.

No sé percato cuando su nuevo amigo se separó de él y se sentó en una banca algo lejana.

-¡Ey, perdido! ¡Por acá!- levanto la mano el morocho indicando donde estaba.

Asai lo observó más detenidamente mientras caminaba hacia él y vio que tenía un gran parecido a su hermano. Al llegar a su lado todo asiento y se dispuso a mirar de nuevo hacia el frente.

-Perdon por lo anterior, solo quería hacer algo de lo que te acordarás por los proximos años- rasco su nuca e hizo la cabeza para atras- Quizá me pase, un "secuestro" no fue la mejor idea. A lo mejor una fiesta o algo por el estilo hubiese sido mejor-

Su acompañante lo volteo a ver y sonrió por lo bajo, negando levemente.

-Es que eres tonto, Leiva. Y además que mal planeado te lo tenías, me hubiese asustado más si me hubiesen golpeado y encerrado en una habitación aislada, no en un pasillo con un montón de gente.- agarro el hombro de su amigo de forma amistosa- Peeeero una fiesta hubiere sido bueno ¿Sabes? Era mi oportunidad para conseguir novia.

-Pense que te gustaban los hombres- soltó su amigo sin ningún tipo de incomodidad- Si lo eres no hay nada de problema. Es más hasta te podría ay. . .- fue interrumpido.

-¿Que te hace pensar eso? Eres idiota- golpeó a Leiva en la cabeza. -No, no, no. No me gustan los hombres.- mintió, cuando era más pequeño tuvo algo con un amigo. Su primer y único amor. 

-Vaya, la mirada que le diste a mi hermano dijo otra cosa- se puso de pie y empezó a caminar.- Aún no cierran la librería, tienes tiempo. Te veo mañana- y se esfumó de su vista.

Qué bueno que su amigo se fue evitando que viese su leve sonrojo característico de él. Decidió no ir a la biblioteca ese día, el lugar en el que estaba era bastante relajado y eso le traía paz mental. Por un momento se puso a recordar a su amigo y sonrió con nostalgia.

Después de un rato volteo a ver la hora en su reloj, dándose cuenta que llevaba ahí sentado por lo menos tres horas. Se puso de pie y empezó a caminar, sacando un cigarrillo de su chaqueta y encendiendolo, disfrutando de su sabor mientras caminaba. Fumar le había ayudado a salir de sus malos hábitos, lo encontraba como una salida de sus problemas, aún que no lo hacía muy seguido. Salió de aquella privada y entabló su camino hacia su departamento -que al parecer- no estaba tan lejos de aquel lugar. Se permitiría regresar a ahí solo por el parque y la tranquilidad que este le brindaba.

¿Amor? NoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora