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Le gustas.
Le gustas.
Le gustas.
Le gustas tú, Asai. No nadie más, tú.
Era el único pensamiento que Asai tenía en ese momento. Su amigo no podía gustar de él, no tenían nada de conocerse. Se la pasaban bien juntos, pero en sí no se conocían para nada. Si acaso sería una simple atracción física y esas pasan cuando encuentras a alguien mucho más atractivo.
Si, eso debía ser, simple atracción física.

Salió de su habitación y la casa estaba a oscuras, eran casi las 4:00 am. Sigilosamente abrió la puerta del balcón y se sentó en el piso, encendiendo un cigarro y disfrutando su sabor. Mientras miraba el cielo y las luces de la ciudad se preguntaba si debía corresponder a su amigo, aunque en realidad, este no le había propuesto nada aún. Poco a poco en el cielo se fueron abriendo paso rayos de luz que estaban dispersos por todo el cielo. Dejó de ser morado con rosa para volverse de un potente amarillo con naranja. Era hermoso, si que lo era.

Iba acabando su segundo cigarrillo cuando escuchó el cerrar de la puerta de una de las habitaciones. Iba a ponerse de pie y adentrarse a su recámara, pero algo se lo impidió. Ese algo era Leiva.

-Buenos días- Incomodidad. Eso era lo que se notaba en su mirada. -Escucha, yo. . . Yo lamento lo de anoche, ¿Esta bien? Sinceramente no sé que me sucedió. Estoy tan avergonzado, jamás me había sucedido algo así. Jamás había hecho algo así. Discúlpame- Sinceridad. Eso era lo que marcaba sus palabras.

-Esta bien, no hay de que preocuparse.- Asai se puso de pie. Miro directamente los ojos de su amigo, eran divinos. Sin duda se veían maravillosos con el sol reflejado en ellos y se perdió por un instante, admirando los ojos de su amigo - ¿Quieres desayunar?.

Entre los dos prepararon el desayuno, aunque no empezaron a comer hasta que su mayor se despertó.


. . .

-Saldré- Anuncio Leiva desde la puerta de su habitación.

-¿A dónde irás?- Pregunto Luh.

-A buscar trabajo, no todo el tiempo estaremos sin hacer nada. Mientras más pronto mejor.- Estaba a punto de salir.

-Espera- Asai camino hasta el y le dio un juego de llaves - Lo saque ayer que salí, si vamos a vivir juntos es mejor que cada quien tenga uno- Le entrego el otro a Luh. Ambos hermanos miraron las llaves y con estas el pequeño llavero de osito que tenían.

Polar, panda y pardo. Uno para cada uno. Ambos sonrieron, Asai si que era alguien lindo.

. . .

-¿Tú no vas a ir a buscar trabajo?- Hablo Asai desde la cocina. Pensaba llevarse bien con Luh.

-¿Qué insinúas?- Empezaron mal- ¿Que no tengo iniciativa de buscar un empleo?- muy mal- Sé que tengo que ayudar con los gastos de la casa, que no nos estás hospedando de a gratis. Sé lo que tengo que hacer y ningún maricón me va a venir a decir que hacer- MUY mal. Después de eso, Luh se fue a su habitación.

-¿Que demonios le pasa a ese sujeto. Solo quiero ser amigable. Pedazo de imbécil- Agitó su cabeza para eliminar todo rastro de malos pensamientos.

Preparó un poco de té, lo separó en dos tazas y camino directo a la habitación de los hermanos. Respiró hondo y tocó la puerta. No hubo respuesta. Volvió a tocar y de nuevo, tampoco hubo respuesta. Decidió adentrarse. Al entrar, Luh estaba profundamente dormido.
Dejó el té en la mesita de noche y se dio unos minutos para apreciar el rostro de su contrario.

En un débil susurro salió-¿Cómo alguien tan atractivo como tú, puede ser tan jodida mente mierda?- delicadamente pasó sus dedos por el cabello de Luh. Al darse cuenta de lo que estaba haciendo se puso de pie y salió.

Se sentó en el sofá y empezó a leer. Las horas pasaron y Leiva no llegaba, tampoco llamaba y se empezó a asustar.

-Va a estar bien. Tiene esa costumbre, deberías de saberlo ya- pegó un brinco y volteo a ver a Luh. Estaba parado en la esquina del pasillo.

-Ah si, digo, no, no lo sabía.- miro el piso -lo conozco hace menos de una semana ¿Como lo voy a conocer en menos de una semana?- eso salió más en un susurro.

-¡Exacto! No se conocen. Ni tú a él, ni él a ti.- Camino hacia él- No dejes que mi hermano se enrolle contigo- lo miro a los ojos- Por favor. No quiero que salga lastimado.

-N-no entiendo de lo que hablas- Asai se empezó a poner nervioso. Se estaba volviendo costumbre con los hermanos en su casa.

-Si sabes, escuchaste. Le gustas a mi hermano. ¡JA! ¿Como le puede gustar un maricón como tú?- se alejó.

La puerta se abrió y Leiva entro casi corriendo a su habitación. Cerrando la con un fuerte golpe. Asai y Luh se observaron y lo siguieron.

-Nero, ¿Estás bien?- Hablo Asai.

-Que pregunta tan estúpida, es obvio que no lo esta-

-Lo lamento. Solo quiero ayudar- Empezaban a discutir. De nuevo.

-Pues no ayudas, maldito maricón-

La puerta se abrió.

-Si le dices maricón a él, es porque piensas que es gay. Y no lo es- Leiva empezó a llorar-Me lo dijo, tu escuchaste. Escuchaste todo. Dime maricón a mi, hazlo-

-No, Nero. A ti no te puedo decir asi-

-¿Por qué no? Yo sí soy gay. Anda, dime- Se posicionó de frente a Luh -Dilo-

-No- Luh volteo a ver a Asai, lo miro con odio -Mira lo que has logrado- Y se fue.

Asai volteo a ver a Leiva. Este seguía con lágrimas en los ojos, ambos se miraron a los ojos.

-¿Por qué me odia?- Asai hablo esta vez.

-No lo hace-

-¿Entonces. . . Entonces por qué me trata así? Solo trato de llevar la cosa tranquila-

-No lo hace, Asai- Leiva se recostó, le hizo una seña para que se recostara con él, y así lo hizo.

-Si lo hace- hizo un puchero. Leiva sonrió ante eso.

-Si que eres lindo- le acarició la mejilla, un pequeño roce que provocaba mucho.

-Deja de llorar. ¿Que sucedió?- tomo la mano de su amigo entra la suya y lo miro a los ojos - Déjame conocerte. Confía en mi-

-Ya lo hago, pequeño Asai.- guardo silencio por unos minutos en los que se observaban. Leiva seguia derramando algunas lágrimas.

-¿Que pasó cuando saliste?-

-Nada. Solo duerme conmigo hoy, por favor- y así paso. Los amigos durmieron juntos esa noche, abrazados. Con sus respiraciones mezclándose.

. . .

En sus sueños, Leiva revivía el abuso que acababa de pasar aquella tarde. Llorando por auxilio.

¿Amor? NoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora