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Ni Shuna ni Blood Eye tuvieron relaciones sexuales durante toda su vida.

La primera vez de Shuna fue durante su luna de miel con Ken

Flashback

La pareja recién casada estaba llegando al hotel en la playa donde tendrían su luna de miel.

-Al fin. Llegamos- dijo la albina.

Era de noche y la pareja estaba algo cansada, así que se metieron al baño juntos para ahorrar tiempo.

-Shuna... ¿me ayudas?- pidió Ken debido a que no alcanzaba su espalda.

-Claro- la albina salió de la tina y se sentó sobre la loza para tallar la espalda de su esposo con la esponja. Cuando terminó, el azabache se enjuagó y decidió salir primero del baño, mientras que la albina se quedó un rato más.

Pasaron cinco minutos (en los que Ken ya traía puesta una bata como piyama) y su esposa salió del baño con una toalla alrededor de su pecho. La albina avanzó a la cama para tomar su bata, pero la toalla se atoró en el marco de la puerta del baño y se cayó, dejando al descubierto su cuerpo desnudo.

-Eh...- el azabache, sonrojado, se cubrió el rostro con sus manos.

-Per... perdón- Shuna tomó una sabana y se cubrió rápidamente, pero Ken no se quitó las manos de la cara, por lo tanto, la joven se puso su bata y se acuclilló frente a su esposo -Ken... ¿estas bien?

Ken, sin previo aviso, tomó a su esposa de los hombros y la besó apasionadamente, sorpremdiendola. Pasados unos segundos, ambos jóvenes se separaron lentamente dejando un hilo de saliva entre ambos.

-Shuna.

-¿Si?

-Tu... me preguntaba si tu... em... eh...

La chica se abalanzó sobre el y lo tumbó en la cama, quedando ella encima.

-Si quiero hacerlo- respondió ella en un susurro, muy sonrojada.

El azabache solo sonrió e invirtió los papeles con algo de dificultad.

Poco a poco la pareja fue despojándose de la única prenda que cada uno poseía, quedando desnudos bajo las sabanas.

En unos minutos, la habitación ya se había llenado de suspiros y gemidos de placer.

-Yo... no puedo más...- dijo Ken en forma de aviso, apretando los dientes.

-Correte. No hay problema- le dijo la esposa al esposo, abrazando su cabeza.

Habiendo recibido el permiso, el azabache se corrió y se dejó caer agotado sobre su esposa.

-Ken... ¿Ken?- llamó la albina a su esposo, pero este se había quedado dormido sobre ella sin salir de su interior, provocándole a la chica un sonrojo intenso.

Minutos después, Shuna se quedó dormida abrazando a su esposo.

Curiosidades de Shuna KurenaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora