Destino Fatal

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Lágrimas escurrían de sus ojos azules. A su lado estaba el hombre que no había visto en años, quien la consolaba a pesar de su propio dolor. Frente a ellos estaban cuatro ataúdes con la tapa abierta. Donde descansaban inmóviles Zekekama y Naomi Higurashi e Inu e Izayoi Taisho. Muertos fatídicamente en un accidente vial. Ambos hijos de los matrimonios estaban estudiando en universidades lejanas o si no ese día habrían seis ataúdes en vez de cuatro.

Sesshomaru lloraba silenciosamente mientras que ella era lo contrario. Suspiraba intentando llenar sus pulmones de aire sólo para continuar derramando lágrimas.
Unos días después el entierro fue llevado a cabo bajo un cielo gris y la lluvia que mojaba todo a su paso.
Cuando bajaron los ataúdes ella se lanzo sobre ellos gritando de dolor. Se aferró hasta que Sesshomaru utilizando la fuerza la sostuvo entre sus brazos.

Ella alzó una mano hacia sus padres pero ya estaban bajo tierra. Su cuerpo se aflojó y cayo de rodillas derrotada mientras su vestido negro y rostro pálido eran bañados por la lluvia.
La gente empezó a irse hasta que sólo quedaron ellos dos con el corazón hecho pedazos.

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Ya había pasado un largo tiempo desde aquel entonces. Había mantenido contacto con Sesshomaru y se veían cada vez que podían,  solo se tenían el uno al otro después del fallecimiento de sus progenitores.
Aquella tarde él la había citado en un café. Ella no sospechaba nada. Llegó caminando y entró. Se quitó el saco y ordenó.
Unos minutos después el se sentaba frente a ella.
Kagome le sonría. Observó con premura como por la puerta entraba un violinista. Y tras él, un chico con un montón de rosas.

--Debe ser una chica afortunada—dijo pasando por alto la seña que hacia Sesshomaru con una mano.

Un mesero puso en medio de ellos un pastel de chocolate: su favorito.
Estaba a punto de decir que no había ordenado eso cuando vio que este levaba algo escrito en letras rojas. El violinista se acercó y toco una melodía romántica. Mientras el florista le entregaba el ramo.
Kagome, ¿quieres ser mi novia?
Lo miro claramente sorprendida. La emoción la recorrió y quiso gritar de alegría.

--Si—respondió segura.

Él le dio un beso dulce sobre los labios. La gente en el pequeño café los apremiaba con gritos y aplausos.
Después de comer el pastel salieron a dar un paseo por la playa. El viento los acariciaba y sabían que desde ese instante jamás volverían a estar solos.
Los pétalos de las rosas fueron arrancados y se movieron a la par de la brisa como una promesa implícita entre ambos. Juntos, hasta que la vida expirará.

Reto de drabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora