Cumpleaños maldito

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La verdad no me gusta poner a Inuyasha en situaciones así porque no creó que vayan a acorde a la personalidad del personaje, sin embargo fue una idea dada y aquí esta lo solicitado.

Advertencia: Se tocan temas ligeramente temas sensibles, como la violación y prostitución.

Sesshomaru miraba como todos los días la foto de la niña en blanco y negro. Pidió perdón en silencio por no haber podido encontrarla aún y ante todo por no haber podido protegerla el día en que fue raptada. Lágrimas silenciosas se formaron en sus ojos dorados y corrieron por sus mejillas. Se las secó con los dedos anchos y largos.

Reconstruía el escenario una y otra vez. Era el cumpleaños número diez de Kagome, llevaba puesto un traje azul que combinaba con el color de sus ojos, estaba mas feliz que nunca, lo sabía por la forma en que sonreía. Y luego Naomi salió mandando a ambos a comprar, pero él se negó. Aún veía a la perfección como Kagome le dedicaba una mirada furiosa y caminaba en dirección a la tienda, pero nunca regreso. Se culpaba cada día, cuando abría los ojos y cuando los cerraba por la noche. Sólo descansaría en paz el día en que la encontrara, en que encontrara a su mejor amiga y primer amor.

El teléfono sonó en la habitación.

--Señor Taisho acabamos de recibir una llamada anónima reportando una posible red de prostitución.

--¿Dirección?

--Calle Shikon número diez.

Colgó. No necesitaba nada más. Cinco minutos después salía de ahí con todo su equipo. Subió los veinte hombres en tres camionetas diferentes y se dirigió al lugar. Normalmente debían hacer una inspección antes para confirmar la información. Pero tenía una corazonada que lo impulsaba como el viento a las velas de los navíos.
La casa se veía como si perteneciese a una buena familia. Sin embargo se arriesgó, tumbó la puerta de una patada y entró.

En el mueble había una mujer teniendo relaciones con un hombre, apenas los vieron empezaron a gritar. Dio la orden de que ambos fuesen arrestados. Y fueron al segundo piso. La escena mas desgarradora y grotesca lo sacudió. Por las habitaciones por las que pasaba había mujeres ,todas ellas jóvenes amarradas a la cama y por lo visto drogadas. En ese instante del piso superior descendieron varios tipos armados. Con lo que el tiroteo empezó. Las balas las sentía pasar cerca pero no le penetraban. Jaló mas veces el gatillo de las que pudo contar. Cuando el área estuvo despejada subieron. La escena ahí era peor. Ya que se trataba de niños y de niñas, quienes eran vendidos como carne fresca a los pedófilos. Revisaron y cuando abrió una puerta el corazón se le aceleró tanto que estaba seguro de que se le saldría por la garganta.

--Kagome—corrió a su lado.
Ella no estaba drogada, ni había señas de golpes o maltrato físico pero si estaba amarrada. La mujer fijo su vista en él. Sus ojos inexpresivos que parecían ablandarse al verlo.

--Sesshomaru—se tironeo de las cadenas metálicas pero era inútil.

--Por favor no lo hagas, solo te lastimas.

Ella desistió. Entonces los disparos continuaron. Giro justo a tiempo para defenderse. El cuerpo cayó herido pero no muerto. Aquel que había sido el raptor y secuestrador de la antes niña. Quién había abusado de ella cada día desde que tenia diez años, yacía en el suelo desangrándose.

--¡No dejes que se acerque a mi!—suplicaba Kagome-- ¡Te lo ruego!—lloraba aterrorizada.

Sesshomaru lo tomo de la camisa y lo golpeó hasta el cansancio.

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Cada medio por el que se dieran noticas anunciaba lo mismo, la caída de una red enorme de prostitución y su jefe: Inuyasha. Quien hacia honor a su nombre; era un perro demonio.
Fue condenado a pena de muerte. Mientras que las víctimas pudieron regresar a sus familias pero debían llevar una terapia psicológica obligatoria.

--Kagome perdoname por no haberte acompañado aquel día—dijo de rodillas ante ella.

--Sesshomaru si lo hubieses hecho probablemente ambos hubiéramos terminado encerrados y entonces si que estaría perdida. Gracias por rescatarme—lo abrazó con fuerza—siempre confié en que irías por mi.

Él la tomo en brazos temiendo perderla otra vez. Entonces la azabache lo besó, sellando la promesa que nunca volvería a irse.
Sintió el alma regresar a su cuerpo, su vida ahora estaba en manos de la mujer.





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