Kari

232 12 70
                                    

–Tai... Tai, ¿estás seguro de que el guarda ya se ha ido a casa?

Casi cien años de vida y sigo sin saber morderme la lengua en el momento adecuado.

–He visto un coche irse y es la única persona que he visto rondar este sitio, así que sí, se ha ido –el aludido empieza a correr hacia aquí nada más soltar su informe al pelo pincho.

–Sigo diciendo que esto es una estupidez –por lo que veo, el rubio sigue intentando que los demás recapaciten y se vayan todos juntos a jugar al ajedrez.

–Tranquilo, hermano, todo irá bien: tenemos comida, agua, linternas y los sacos de dormir, si quieres puedes meterte en el tuyo y dormir hasta mañana, que nos vayamos –está bien, voy a tener que aprenderme los nombres de cada uno, han duplicado al rubio y no quiero que os perdáis en el relato, veamos...

El rubio de brazos cruzados y que mira hacia aquí de reojo como si nadie supiera que tiene miedo es Matt, la chica de largo pelo castaño que está dando saltitos celebrando que ha podido superar la verja era Mimi, el de pelo indomable que parece el jefe es Tai, el loco de pelo pincho que está corriendo hacia aquí para ayudar a Tai creo recordar que era Davis y juraría que el peliazul que está ayudando a saltar a una chica de pelo castaño corto es el tal Ken del que hablaban ayer; tengo la sensación de que comparte un complejo enamoramiento con la chica del pelo morado. Si me permiten ustedes, seguiré el relato llamándoles por su nombre de pila, no por otra cosa que buscar su propia comodidad.

–Tai, ¿todas las entradas están tapiadas? –Davis es un lince en cuanto a observación.

–Todas con más de dos metros de ladrillos, no sé cómo vamos a entrar.

Ni el mejor de los linces (ni ningún funcionario del gobierno, dicho sea de paso) habría visto el hueco que hay entre el muro de ladrillos y la mampostería de la pared en la entrada que está justo a su espalda, así que voy a dejar caer un ladrillo, veamos si son capaces de captar tan sutil invitación.

Sí, yo también quiero un poco de compañía, no es necesario que me juzguen por ello.

–¿Has oído eso? –La voz de Davis suena como un ligero lamento emitido a media voz. Si ayer por la noche podía oler el miedo de Matt, el de este chico podría usarlo para hacer manualidades.

–Sí, ha sonado como si algo se hubiera roto en la tapia de una de las puertas, ven a ver.

–¿Y por qué no mejor esperamos a los demás y vamos todos juntos?

–Vamos, será solo un momento, a lo mejor ha sido un animal y nos enseña cómo entrar a este sitio.

–Está bien, vamos –con más cuidado del que les he visto moverse a ambos desde ayer, se aproximan a la tapia como si fuera un tigre especialmente agresivo que se ha escapado del zoo.

–Además, si pasa algo yo soy el que corre más rápido de los dos –ahora susurran, como si sirviera de algo–, si fuera solo tendría que correr más que lo que me ataque, si vienes conmigo solo tengo que correr más rápido que tú –interesante lógica, quiero ver cómo la aplica.

–No me vaciles, Tai... Yo corro más rápido que tú.

–Sueñas, Motomiya, sueñas que corres más rápido que yo. Parece que se ha desprendido un ladrillo, hay un hueco grandecito por donde podemos colarnos. Ve a avisar a los demás, yo voy entrando –por fin un invitado va a pisar mi suelo...

Sangre.

Sangre fresca en mí.

Sangre que espera caliente en su torpe contenedor a ser derramada...

Digimon Adventure: Última Noche [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora