Sora

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En el mundo fuera de este espectáculo, Ken observa horrorizado el campo de cadáveres en el que se ha convertido su alrededor y comienza a temblar de rabia, ira, impotencia y desesperación con su cara contorsionada en una mueca de dolor tan intenso como la de Cody.

Cuando Sora y TK llegan al final de la escalera, en el primer piso, la cara blanqueada de Matt les da la bienvenida que ellos ni quieren, ni miran; y, al volver la cara para no verlo, se encuentran con Tai, que arremete su furia y desesperación a puñetazos contra la tapia de ladrillos.

Bien, creo que va siendo hora de dejar a mis invitados entrever que, a parte de ellos y la sombra, hay algo más: quien ha manejado los hilos desde el mismo principio de esta noche. Yo.

Con el último puñetazo de un Tai sin fuerzas y abrazado por la espalda en un intento de TK por resultar tranquilizador; dejo que los ladrillos de la parte de abajo a la derecha de la tapia se suelten y caigan al suelo con un ruido que desconcierta, asusta y alerta a los tres jóvenes por igual. En la tapia se abre un hueco lo suficientemente grande como para que un humano adulto entre gateando; al otro lado, los niños son capaces de ver un zapato de vestir de color negro, caido del pie en la intentona de huir arrastrándose.

Dos gotas de sangre gotean del último escalón al suelo cercano al zapato y solo TK es capaz de dirigir el haz de luz de su linterna hacia allí y agacharse a observar la grotesca escena que domina los escalones que hay por encima. Detrás suya, Tai entra en pánico e hiperventila en brazos de Sora; que solo es capaz de ver como su amigo colapsa en llanto e intentos de golpearse a sí mismo. Mientras ella mira hacia el rostro ceniciento de Matt, sus ojos preguntan "por qué".

¿Por qué, qué? Os preguntaréis, mis queridos lectores; bien, dado que no me encuentro dentro de su cabeza, todo lo que puedo deciros es que, entre los grandes éxitos que he llegado a escuchar en estos años se encuentran: "¿Por qué nosotros?" "¿Por qué no estás aquí?" "¿Por qué no morí yo?" "¿Por qué nos castigas así, Dios?" Y un largo etcétera que me niego a relataros por el mero hecho de no entrar en redundancias, repeticiones o reiteraciones innecesarias. Pero creo que con estas ya pueden captar el concepto de los pensamientos que le rondan a una adolescente que se ve obligada a vivir esta grotesca estampa tan magnífica junto a sus amigos.

Pero volvamos a ellos, que, al fin y al cabo, son los verdaderos protagonistas de esta historia. Cuando el ataque de Tai empieza a ser incontrolable y el joven no atiende a razones para dejar su empeño de hacerse todo el daño que le permitan sus extremidades. TK consigue apartar la mirada del cadáver de Joe y acercarse a la pareja, mientras Sora da pequeñas palmadas a la mejilla de Tai, buscando una reacción que no llega.

–¡Vamos a morir! ¡Es mi culpa! ¡Yo los he matado!

Tai se contorsiona en brazos de Sora entre gritos histéricos y aullidos de dolor cuando consigue que un golpe llegue hasta su propio cuerpo. A espaldas de Sora, TK busca fuerzas en el cadáver de su hermano y en los intentos de la joven para despertar a su líder del ataque introspectivo en el que se encuentra, para hacer lo que realmente le va a despertar. Cuando, en las escaleras, aparece el único joven, a parte de ellos, que todavía conforma ese grupo.

En un abrir y cerrar de ojos la mano de Ken impacta contra la mejilla de Tai, cruzándole la cara en el mismo momento en que este alcanzaba a golpear su propio muslo. El joven amable y apacible ha desaparecido y su cara tiene algo distinto: una sombra la recorre haciéndole parecer mayor. Aunque hay algo más, está más recto y hay algo en su postura que le hace parecer altivo.

¿Ken? –Desde el suelo, Tai mira confuso a su amigo, debatiendo en su interior si de verdad debería creer que ha sido él quién le ha propinado semejante soplamocos. Detrás de Sora, TK permanece de pie mirándole con más miedo que confusión.

Digimon Adventure: Última Noche [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora