Capítulo 22.

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S. Capítulo 22.

Todos quedaron paralizados ante lo dicho por Toph. "Su corazón se detuvo". En otra circunstancia podría haber bromeado sobre esto pero ahora... jodidos espíritus. Mi vista paseó por cada uno de nosotros de manera rápida e instantánea, nadie parecía saber qué hacer.

Su corazón. Su corazón. Su corazón.

El recuerdo de cómo mi padre salvó a uno de los miembros mayores de la tribu de un ataque al corazón vino de manera inmediata a mi memoria como una respuesta. Me acerqué dubitativo pero extrañamente decidido.

—Sokka...

Miré a Katara que me veía extrañada pero no había tiempo que perder, a pesar de que todo parecía ocurrir lentamente sabía que no era así.
No dije nada solo ocupé su lugar, coloqué ambas manos sobre el pecho de Azula, donde se supone estaría su corazón y me dediqué a presionar.
 
Uno, dos, tres...nada.

Uno, dos, tres...nada.

—Vamos no me dirás que te rendirás ¿verdad?

Uno, dos, tres...ahí estaba, espíritus, sí ahí estaba, pequeño y débil pero ahí estaba.

—Una vez más, una vez más Azula, tú puedes.

Uno, dos, tres...

—¿Qué rayos...?

Levanté mi vista después de escuchar a Toph, todos me veían estupefactos, obviando que Toph solo parecía mirar sin detener los movimientos de su tierra control, mientras que lo único realmente importante de todo esto era la débil respiración proveniente de quien menos hubiese esperado ayudar.

—No tenemos tiempo para esto-se escuchó decir a Toph.— Katara, revisa sus signos vitales, tenemos prioridades.

Azula se veía como aquello que jamás habíamos visto nisiquiera en el momento en que algo se quebró en ella, dejándole en el estado por el cual empezó con el maldito tratamiento del que apenas me venía enterando, se veía como aquello que jamás hubiese pensado, se veía malditamente vulnerable... frágil.

Llevé mi vista hacia mis manos en un intento de evitar ver el delicado estado de quien alguna vez había temido demasiado y de quien habíamos huído por tanto tiempo, fue en ese entonces que noté que mis manos temblaban más erráticos que mi propio corazón ante la angustiante situación. derrotado caí al suelo sobre mis propias rodillas, la situación era una de las peores en las que podríamos encontrarnos. ¿Qué rayos habíamos logrado derrotando al padre de Zuko y Azula si es que en este momento estábamos escapando de nuevo?

—Ven aquí, muchacho.

Instintivamente escondí mis manos al verme descubierto por el General Iroh. Levanté la vista a su dirección y pude ver como él me miraba expectante a que me acercara a él. No tenía muchas ganas pero tampoco opciones. El General, era por excelencia alguien a quien difícilmente le negabas algo teniendo en cuenta lo bondadoso y carismático que era ese viejo hombre. Me acerqué. 

 Una vez parado frente a él, solo se limitó a sonreír levemente con objetivo de tranquilizarme un poco al parecer, no funcionó pero el gesto se apreciaba. Después de palmear el suelo como invitación a sentarme a su lado, no hizo más nada. Miré rápidamente en dirección a Azula reconociendo como su respiración parecía casi imperceptiblemente más estable, casi ni se notaba, pero ahí estaba. Miré al general de nuevo y decidí sentarme a su lado, no haría diferencia donde me sentara, mi corazón aún estaría intranquilo y mis ojos no abandonarían regularmente la silueta de Azula. El viejo me dio unas cuantas palmadas en la espalda en cuanto me senté. Después su mirada se suavizó aún más, si es que eso era posible, al mirar a Zuko y frotó breve y suavemente los hombros. Zuko lucía destrozado y no le culpaba. Todos sabíamos que lo que acabábamos de presenciar en el palacio no fue nada más ni nada menos que una especie de golpe de estado hacia la familia real. 

It Will Rain .Toko.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora