Capítulo 3

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"— ¿Acaso esperabas que... — volví a acercarme como hacía unos minutos, 

la diferencia era que ahora estaba en ropa interior 

—... fuera como esas niñas tímidas y vírgenes de las novelas que 

te susurran que te retires de la habitación?"

No te lo dije, Holland, pero sé leer hombres. 

Más que todo los que son como tú. 


— Este es Tom... — me susurró Nicola mientras señalaba una foto —. Pero no le digas que te la enseñé, él odia esta foto — rió.

— Era muy tierno — dije sonriendo.

— Sí... Ahora es todo un hombrecito — levantamos la vista hasta los dos hombres de la sala, Dominic y Thomas estaban hablando y riendo mientras tomaban una cerveza en los sillones individuales que estaban en frente.

Entre conversaciones, fotos y más cervezas se hicieron la 1:30. Siempre pensé que los ingleses eran de cenar temprano e irse a la cama a las 10:30, resultó ser que no. Las ciudades y los alrededores no estaban tan vivos como lo estaba la mía, pero era mejor que localidades fantasmas.

Decidí que era hora de irme, tomé mi chaqueta y comencé a despedirme mientras Dominic me acompañaba a la puerta.

— Muchas gracias por la cena, señor y señora Holland — sonreí.

— El placer fue todo nuestro, Ada. Con un poco de suerte, te tendremos más seguido por aquí, ¿no es así, cariño? — dijo Nikki codeando a su marido.

— Claro que sí. Estás invitada a venir el próximo fin de semana — dijo Dominic y apoyó su mano en mi hombro.

— Me encantaría acompañarlos.

— Oh, espera. Antes de que te vayas tengo que darte una cosa — el señor Holland corrió hacía las escaleras y desapareció.

— ¿Quisieras llevarte un poco de la Lasaña, Adalyn? Quedó mucha, Tom casi nunca cena aquí, los gemelos salen con sus amigos y es demasiada comida para solo nosotros tres.

— Ay, sí, por favor. Me encantó. Estaba riquísima, Nicola — sonreí.

— Perfecto, espérame que te la preparo — dijo y se fue.

— Gracias.

Me dediqué a observar por la pequeña ventana de la puerta, solo había algunas luces de unas casas mientras que la calle estaba desierta. De un momento a otros, relámpagos comenzaron a hacerse notables y en cuestión de segundos estaba lloviendo.

Mierda — susurré en español.

— Parece que tendrás que quedarte hasta que la lluvia pase — una voz apareció por detrás, me sobre salté y al voltear vi a Tom de brazos cruzados apoyado en el marco de la entrada al salón. Tenía una risa burlona en su rostro y eso me molestó.

— Al parecer... — me acerqué a él, me puse en frente, muy cerca, Tom se acomodó recto y tenso, nervioso. Me puse más cerca de su rostro todavía y acomodé su ceja izquierda —... alguien dormirá en el sofá esta noche — sonreí burlonamente y me alejé. Si antes estaba nervioso, ahora lo estaba más.

Ciggies (Tom Holland)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora